Ni él ni nadie responden estas interrogantes porque de hacerlo tendrían que reconocer que la indolencia, la incapacidad, la complicidad y el desprecio por la condición humana de tantos desplazados, característica común a los regímenes de derecha, que fungen como satélites lacayos arrodillados al Imperio, es lo que ha llevado a tantos hermanos colombianos a huir para salvar su vida, para no ser victimas de la horripilante práctica conocida con el nombre de “falsos positivos”, para no estar hoy bajo tierra en las fosas comunes ya inocultables por un régimen genocida.
Pero quienes han pasado por el doloroso trance de tener que abandonar su patria sí tienen respuesta y saben qué hubiese sido de ellos si no encuentran los brazos abiertos de un pais con un gobierno inspirado en sentimientos de hermandad, de justicia y de paz, que les ofreciera cobijo, trabajo, estudio para sus hijos, salud y acceso a derechos similares a los que disfrutamos los venezolanos, y hasta la nacionalidad.
Muchos de esos colombianos, lo agradecen de corazón, y no temen manifestarlo, muchos de ellos se han incorporado en nuestras poblaciones como si hubiesen nacido en este suelo, lamentablemente hay un sector que se olvida de su triste pasado y se resisten a reconocerlo, se han sumado a quienes tienen la bandera gringa como suya, sin el menor sentimiento de gratitud se prestan para sumar filas con la contrarrevolución, de personas como ellos está llena la historia y parece hasta normal, pero ésos no regresan, no se atreven a hacer alarde de su valentía volviendo al sitio de donde salieron aventados por al violencia, las invasiones a sus propiedades, la violación a sus derechos y la inacción de un gobierno para evitarlo.
Aquí han hecho vida, trabajan en su gran mayoría, más de 330.000 familias en Colombia reciben remesas, cada mes, desde aquí la bicoca de más de 100 millones de dólares, algo que no es recíproco porque los venezolanos que viven en Colombia son tan pocos que se pueden contar con los dedos de la mano, y casi todos son prófugos de la justicia venezolana, encabezados por el dictador Carmona, protegidos por el gobierno Uribista.
Esto es lo que no responde ese gobierno, que en los últimos 8 años incrementó todos los índices de desplazados con su cuento de “seguridad democrática”, la cual solo existe en la complicidad de los medios de ese país, casi todos plegados a la voluntad del régimen y como casi todos los de aquí, lacayos del imperio que allá encontró terreno fértil para mantener en vilo la paz de la región, con sus amenazas permanentes que se traducen en los planes de invasión, a través de las siete bases militares que pretenden instalar.-
Esas preguntas, pues, se quedan sin respuesta, nosotros mismos que vivimos y padecemos sus consecuencias, si tenemos esas respuestas, están a la vista de todos.-
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