Hasta ahora, el país que se
abanderaba de ser dueño exclusivo de la libertad, los EE.UU.
ha fabricado falsos positivos cada vez que emprende una andanada militar,
esta deberá ser breve, Irán tiene bombas atómicas y para impedir
que se desarrolle esta amenaza, atacará a Irán con descargas nucleares,
Corea del Norte igual debe ser sometida, colateralmente se debe someter
a los países suramericanos. ¿Hasta donde acompañará la humanidad
e los Estados Unidos y a Obama en este holocausto?
Cuando Marx nos decía que
el capitalismo llevaba en si el germen de su propia destrucción quizá
no pudo imaginar que en su fase superior, el imperialismo, podría acarrear
la autodestrucción de la misma especie. El capitalismo estrena el siglo
XXI con su más terrible crisis y una depresión que aunque se maquille
y trate de disimular, implosiona cada vez más.
La característica fundamental de la sociedad capitalista es su insaciable
sed de plusvalía, de ganancia y su incapacidad de soportar límite
alguno que la regula. Las ansias por el enriquecimiento material ilimitadas
y lo que comenzamos a ver en nuestro siglo XXI es lo que abordó Carlos
Marx en el tomo III de El Capital donde escribe que “El verdadero
límite de la producción capitalista, es el mismo capital.”
Hoy el capitalismo, ya como imperio se encarna en formas de capitalismo
densas y concentradas: transnacionales, capitales de los estados y los
aparatos políticos y militares creados para defender sus intereses,
todo este cataclismo que sacude al sistema de capitales, las ambiciones
desbordadas, la rebatiña final conlleva a una realidad de barbarie
bajo múltiples formas.
Cuando el dinero es convertido en mercancía, títulos, bonos, préstamos e intereses, es decir dinero ficticio, amparado además por la impresión de dólares sin respaldo, cuando el carácter del capital como fuerza impersonal, volcada específicamente a su autoreproducción colapsa, la crisis es una pandemia irrefrenable.
Esta es la explicación de la estrategia militar de EE.UU. hacia Suramérica, además del conflicto ante los poderes políticos antagónicos al capitalismo, está signado por la desesperada necesidad de dominio sobre las fuentes de energía, de agua, de tierra virgen y en general de materias primas. Las bases gringas en Colombia no solo vienen por Chávez, vienen por petróleo, por agua, por coltan, por tierras donde sembrar, por materias primas. Hoy por hoy hablar de la realidad que palpamos y vivimos a diario no podemos verla tomando distancia. La autodestrucción profetizada por Carlos Marx no es sólo la destrucción de un modelo económico, así debería ser, esa es la meta primordial de los revolucionarios, pero la dramática relación del poder militar, las armas climáticas que desde Canadá y con la extensa red de antenas ya instaladas son capaces de crear tormentas y ciclones o sequías en nuestros territorios, más el daño ecológico que continúan produciendo sus fábricas, sumadas a la estrategia de guerra que cada día se desplaza más certeramente hacia nuestras reservas, todo dice que la autodestrucción podría ser planetaria. Fidel, no deja de advertirlo, de nada servirá cambiar un sistema que no nos dejará un planeta donde habitar. Por eso el concepto de paz se configura a diario con mayor contundencia.
Obama no podrá cegar la vida del planeta, !el socialismo vencerá!
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