¿Es Colombia algo más que lo expuesto en el título del presente conjunto de ideas? ¿Es Colombia algo más que la crisis social consecuencia de la guerra, los desplazados, los amenazados, los emigrados, los desempleados, los gamines, los pobres y los ricos? ¿Es Colombia un conjunto “sociedad-riquezas naturales-políticos-economía social” capaz de equilibrar la relación “crecimiento social-crecimiento económico” para alcanzar su propio “self”? ¿Es Colombia capaz de alcanzar la “buena-vecindad” tan necesaria para su propio beneficio? ¿Cuál es el problema real y, profundamente, objetivo que la mantiene en estado de “crisis continua”? ¿Existen “causas y consecuencias” externas en la actual realidad colombiana que inciden, tangiblemente, en su propia crisis histórica interna? Juan Manuel Santos no lo tiene “suave”.
En Colombia se presenta un escenario de tres (3) esquinas-conjuntos de un triángulo isósceles: “oligarquía-burguesía-política”; “sociedad-individuo”; “factores militares internos y externos”, cada uno de ellos con sus propias contradicciones internas y contradicciones entre ellos aunque siempre habrán acuerdos entre conjuntos según los momentos históricos objetivos en situaciones concretas; a título de ejemplo, el triunfo presidencial de Juan Manuel Santos se produjo cuando los subconjuntos “burguesía-política” apoyados por la oligarquía alcanzó un acuerdo subliminal con el conjunto “sociedad-voto individual” en detrimento de la política de “seguridad democrática” representada por el conjunto “factores militares” tanto en lo nacional como en su relación con el Pentágono-Casa Blanca-Departamento de Estado-4ta Flota.
En Colombia las contradicciones se están evidenciando a lo interno de sus realidades objetivas post-juramentación como Presidente de Juan Manuel Santos. Señalemos cuatro (4) momentos precisos: la decisión en discurso de “solucionar-restablecer” las relaciones (¿buenas?) diplomáticas con sus vecinos: Ecuador y Venezuela en forma “inmediata”; la reacción de estadista frente al “discurso violento” de las derechas colombianas post-carro-bomba; la visita oficial del Presidente del nuevo Congreso colombiano a Caracas en visita de “buena voluntad”; la decisión del Alto Tribunal colombiano de emitir opinión jurídica con relación a los “contenidos agregados” a un tratado alcanzado entre la República de Colombia y los EEUU de América de cooperación militar por razones de no haber sido consultado según la norma constitucional.
El escenario en cuatro actos descrito ha tenido sus lógicas consecuencias. Las relaciones diplomáticas se han desarrollado desde mayor acercamiento con Ecuador hasta el restablecimiento diplomático con Venezuela. En ese contexto, suscribimos la dualidad expresada por José Vicente Rangel de “prudencia-paciencia”. Juan Manuel Santos en sus decires sobre el suceso del carro-bomba fue categórico sin levantar la voz, manteniendo la serenidad y siendo enfático en lo que a comportamiento de su Gobierno corresponde. La visita del parlamentario colombiano a Caracas ha permitido “abrir puertas” legislativas con propuestas interesantes. Por último, la decisión del Alto Tribunal colombiano sobre el acuerdo alcanzado por don Álvaro Uribe Vélez con el Pentágono sobre la utilización de bases militares colombianas por tropas, formales y contratadas (paramilitares), norteamericanas extendiendo sus capacidades de acciones militares a todo el territorio nacional colombiano, es, en nuestro modesto criterio y limitado conocimiento, el escenario más importante y más grave que enfrentará tanto la Presidencia de Juan Manuel Santos como el Estado colombiano con todos sus poderes establecidos.
En ese orden, los contenidos suscritos requieren de un nuevo tratado entre ambas Repúblicas: Colombia y los EEUU de América de ahí la actual ruta a seguir por el Estado colombiano. Pero vayamos un poco más allá. En términos reales ¿Qué significa la decisión jurídica del Alto Tribunal colombiano en lo político? La división de Poderes permite decisiones que pueden ser “correctamente políticas” para el Gobierno, en este concreto caso que nos ocupa, de Colombia; por tanto, es de toda lógica reacciones aun sean no públicas de las partes involucradas: Gobierno colombiano y sus consecuentes, es decir, el sector militar colombiano y reacciones provenientes de Washington-Pentágono pasando por la Secretaría de Estado y de Defensa con “toques” en el Comando de la 4ta Flota y, por ende, en los factores norteamericanos presentes en suelo colombiano independientemente de las excusas que se argumenten de si es por la guerrilla, la producción-elaboración-empaque-distribución-exportación de estupefacientes vía, en su muy alta proporción, por el Pacífico y/o por los altos costos que representaría para el Pentágono el tener que retirar, tipo Iraq, a sus tropas de Colombia. En ese escenario estarán en juego varias variables, a saber: ¿Cómo incidirá tal decisión del Alto Tribunal colombiano en las reales relaciones colombo-norteamericanas? ¿Cómo queda en ese escenario la aprobación del TLC con Colombia por parte de los sectores más conservadores norteamericanos cuando en el “juego legislativo” norteamericano se unirían los republicanos ofendidos con los demócratas democráticos? ¿Cómo queda el presupuesto del Plan Colombia? ¿Cómo quedaría la llamada lucha contra el narco-terrorismo, la narco-guerrilla, el narco-lavado, la economía colombiana y, claro, la norteamericana? ¿Cómo afectará a la figura de Juan Manuel Santos ante la Casa Blanca vis a vis la de don Álvaro Uribe Vélez? ¿Se podría convertir Juan Manuel Santos en aquel general vietnamita católico, por cierto, regresando Colombia a situaciones no ya de derechas democráticas sino de derechas pinochetistas apoyadas por sectores católicos ultraconservadores? En la “viña del Señor” todo es posible en un continente que sigue siendo “joven y con futuro” como nos dijera en alguna ocasión un alto cuadro del PCCh.
Pero ¿la Historia nos podría enseñar situaciones similares que nos pudieran servir de referencia? El Partido Comunista Chino –PCCh- junto a diferentes sectores de la sociedad china de diferentes tendencias ideológicas pero nacionalistas denunciaron los Tratados y Acuerdos firmados bajo presión por los Gobiernos Qin y ss., con las Potencias Imperialistas europeas, japonesa y norteamericana que han sido recogidos en dos volúmenes publicados por la Carnegie Endowment for International Peace: “TREATIES AND AGREEMENTS WITH AND CONCERNING CHINA VOLUME I MANCHU PERIOD AND VOLUME II REPUBLICAN PERIOD”. Los denominados “Tratados Desiguales” fueron, permanentemente, denunciados por las fuerzas políticas y sociales chinas hasta lograr los objetivos propuestos. En la referencia bibliográfica se pueden conocer todos y todo tipo de acuerdos y tratados impuestos por las “14 Potencias Extranjeras” al pueblo chino con contenidos iguales y/o parecidos a los contenidos expuestos por el Alto Tribunal colombiano en reciente decisión judicial. Por ejemplo, la aceptación de “jueces naturales”, entre otros contenidos referidos por el tribunal. Pero el tema no queda en la decisión del Alto Tribunal colombiano sino que ahora se desarrollará todo un proceso político que será, por demás, muy interesante no solo para la sociedad colombiana sino para el resto de los países al sur del río Bravo por aquello de “cuando veas las barbas de tu vecino…” Permítasenos repetir lo que ya hemos mencionado en oportunidades pasadas: las tesis del Imperialismo del siglo XIX están llegando a las costas americanas de los países al sur del río Bravo con las mismas inquietudes imperialistas que se mostraron en aquellas circunstancias históricas.
Regresemos a las negociaciones políticas que el Presidente Juan Manuel Santos tendrá que lidiar. Juan Manuel Santos tiene frente a si dos (2) escenarios: el interno y el internacional. En ese orden, en el internacional, a su vez, tiene otros dos (2) escenarios: su negociación con el Poder (Müller Rojas dixit) y sus negociaciones con su “buena vecindad”. En lo interno, le sobran escenarios: enfrentar las tesis de don Álvaro Uribe Vélez; los sectores militares menos propensos a aceptar las nuevas realidades políticas, necesarias, en las cuales tiene que incursionar las nuevas realidades de un proyecto a futuro propuesto por Juan Manuel Santos en su discurso inaugural; tiene que buscar vías de realmente “pacificar” su país, Colombia; tiene que encontrar el apoyo de toda la sociedad colombiana para el proyecto de “crecimiento como potencia regional y la pacificación”; tiene que desarrollar y profundizar su política social porque allá estará su fuerza política. Pero Juan Manuel Santos tiene que aceptar que el simple hecho de la presencia de efectivos militares y paramilitares extranjeros en territorio colombiano implica que su decisión de no permitir interferencia en “la puerta y la llave” no es un sólido argumento y fácilmente rebatible. Así es la política, Presidente Santos.
Es tangible, demostrable,
evidente y aceptable que la política colombiana se convertirá
en referencia y estudio para el continente americano, por tanto, gracias
señores del Alto Tribunal de Colombia por la oportunidad. En ese escenario
propuesto consecuencialmente por el Alto Tribunal colombiano es una
importante oportunidad para las FARC dependiendo de la lectura objetiva
y dialéctica que le apliquen al escenario referido como es una oportunidad
de lujo para el Gobierno de Juan Manuel Santos y para todo el Estado
colombiano. Es una oportunidad importante para las Fuerzas Armadas de
Colombia y su Policía Nacional ante las nuevas realidades geopolíticas
internacionales: ningún país crece económicamente en guerra y, mucho
menos, supeditado a los decires de extraños a los objetivos nacionales.