La jerarquía eclesiástica es la misma cosa en todo el mundo y su desempeño no imvolucra al pueblo católico. No es que en Francia, Estados Unidos, México y en la propia sede del Estado del Vaticano hayan obispos y cardenales pedófilos con manías de violar a cuantos niños tengan en sus colegios o pasen por la iglesia. No son los cardenales de esos países la excepción de la regla. Aquí no hay excepciones; los cardenales son todos o casi todos miserias humanas, aunque suelen estar muy bien presentaditos pero la porquería y la miseria anda por dentro.

Usted que ha tenido la oportunidad de oír y  leer lo que ha dicho el Cardenal Urosa Savino y la conferencia episcopal venezolana a cada momento, tenga la absoluta seguridad, que ese “pensamiento” y acción que sigue a la opinión, expresa exactamente el pensamiento y acción de otros cardenales en otras partes del mundo. Sin hay dudas de esta afirmación, tómense un tiempo y visiten las páginas web de  la prensa mexicana o mejor dicho, visite la página Web de la Jornada México para entender a la jerarquía de la iglesia.

La máxima autoridad eclesiástica de México tiene por nombre Juan Sandoval Íñiguez. Por ahora no vamos ahondar en los refinados justos de este cardenal y su extenso prontuario de chantajes a políticos y a la política en México. En eso tiene todas las credenciales para ser Cardenal, pero uno debe preguntarse cómo es que una persona con estos antecedentes, sea visto y reconocido como cristiano.

Juan Sandoval Iñiguez, como todo miembro de la jerarquía de la iglesia católica tiene en común con “nuestro” Urosa Savino, una imagen perversa de la mujer. Claro, nuestra excelsa miseria no acostumbra tratar públicamente el tema de la mujer, pero eso es un asunto emblemático de la alta jerarquía. El pueblo católico tiene otro parecer y entender.

El domingo 15/08/2010 el cardenal irritado por el contenido de una ley que legaliza las uniones entre homosexuales, ofreció una declaración en la cual acuso al jefe del gobierno de la capital de México de “maicear a los ministros de la Suprema Corte de Justicia” de esa nación por haber avalado la respectiva ley”. No entremos en penumbroso proceso de chantaje en la cual se ha visto involucrado este jerarca, simplemente destaquemos que los jerarca de la iglesia actúan pensando que aún están en esa horrible sombra (la inquisición) que los identifica y los coloca muy lejos de Cristo.

Este enorme parecido le viene pos su interés en estar en la política, chantajear y aprovecharse de esa situación. Un jerarca de la iglesia y especialmente los cardenales y obispos, son seres miserables y profundamente hipócritas. Resulta que a este cardenal le irrita la unión entre personas de un mismo sexo, pero en nada le ha molestado los casos de pedofilia y violaciones que por montones se han sucedido en México y otros países. Frente a estos hechos se muestran sordos y ciegos, pero muy buenos en el uso de habilidad emblemática de la jerarquía de la iglesia: La doble Moral. Nada que envidiarle a “nuestro Urosa Savino”

El cardenal mexicano Juan Sandoval Iñiguez, entra en cólera cuando hay una voluntad política para remediar o erradicar la pobreza. Los pobres, según su concepción no son gentes y su pobreza se explica, porque perdieron su oportunidad y no merecen ni la solidaridad de las instituciones del Estado. Si logramos leer el famoso correo de “Nuestro” Urosa Savino, se entenderá perfectamente su pensamiento y acción, porque en ese correo tan famoso, Urosa Savino nos comunicó que los pobres son una especie de esclavos y su destino será obedecer a los ricos, únicos con derecho a ingresar a una universidad y desempeñarse en posiciones de poder.

Pero lo que extraordinariamente muestra ese parecido y las intenciones de los cardenales y obispos, no es lo que dicen y hacen en México y otras partes del mundo. Lo básico para entenderlos un poco, son las respuestas que ofrecieron autoridades mexicanas. Veamos las opiniones que ofrecieron las autoridades:

La asesora jurídica y de servicios legales del gobierno capitalino, Leticia Bonifaz Alfonzo[1] dijo: “El cardenal debe retractarse, pues una cosa es libertad de expresión y otra es un abuso como el que vimos, puntualizó.

El jefe del gobierno capitalino, Ebrard Casaubon sostuvo:

“Les recuerdo al cardenal, a los prelados y voceros que han estado denostando, desprestigiando, amenazando o injuriando sin fundamento alguno a las instituciones del Estado, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la jefatura de Gobierno del DF, que vivimos en un Estado laico y que en materia de actos civiles, desde las Leyes de Reforma –expedidas entre 1859 y 1860 por el entonces presidente Benito Juárez–, es decir, hace más de 140 años, se impuso en México la separación definitiva entre los asuntos religiosos y los civiles (…) ninguna iglesia tiene derecho a imponer su filosofía, su moral, al resto de la sociedad, sino que debe acatar y respetar las disposiciones legales. Señaló que el Estado laico es la garantía de las libertades de todas y de todos, empezando por las de la Iglesia. El Estado laico es un instrumento jurídico y político al servicio de las libertades en una sociedad plural y diversa como es la nuestra

El Diputado, Juventino Castro y Castro[2], presidente de la Comisión de puntos constitucionales cuestionó el llamado del Cardenal a no votar a favor del actual jefe de gobierno de la capital.

Además de esta especie de pensamiento único entre cardenales; la nota deja ver muy claramente que muy a pesar de la descomposición del sistema y de los políticos mexicanos, hay solvencia para entender que el Estado Laico es un avance en el desarrollo de la humanidad. En nuestro caso, y con toda la sapiencia y universalidad que dice tener la oposición venezolana, aún no son capaces de procesar que el estado laico es uno hecho trascendental en el devenir de la humanidad.

evaristomarcano@cantv.net