El Brasil de Lula

Entre lo deseable y lo posible.

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Prácticamente la mitad de los electores brasileños votaron por la candidata del Partido de los Trabajadores y por la continuación del estilo de gobierno de Lula, quien concluye ocho años de gobierno con una aprobación de más de 80%. Es una noticia grata en el mar de desgracias que nos agobian y vale la pena reflexionar al respecto:

1.- El mayor éxito de Lula se debe a que supo discernir entre lo deseable y lo posible, sin caer en el simple pragmatismo que coloca a lo deseable en una urna funeraria para simple referencia inútil. Lo posible lo hizo bien y debidamente orientado para acercarse a lo deseable. Con un diagnóstico acertado, Lula identificó que el mayor obstáculo para el progreso de su país era su pesada dependencia del exterior, particularmente de los Estados Unidos y de los organismos financieros internacionales a su servicio. En consecuencia, su segunda prioridad se enfocó a dotarse de grados de libertad (la primera fue, desde luego, afianzarse en el gobierno y evitar el tradicional golpe de estado) y no tuvo empacho en aprovechar la ventaja de contar con un poderoso empresariado nacionalista y aliarse con él, aún al costo de aplicar una intensidad menor en la búsqueda de las reivindicaciones sociales, el reparto de la tierra entre ellas, pero sin cancelarlas. Paulatinamente el comercio de Brasil con el mundo se fue diversificando y ampliando de manera efectiva, sin recurrir a la trampa de los tratados de libre comercio y de la globalización dependiente; se opuso al ALCA y contribuyó eficazmente al proceso integrador sudamericano. En paralelo y sin estridencias, fue reduciendo la intervención del FMI y se fue liberando de sus recetas suicidas. Hoy la distribución de su comercio exterior coloca a China como primer socio comercial, seguido por la Unión Europea y, sólo en un tercer lugar, a los Estados Unidos, en tanto que en su relación con el FMI pasó de ser deudor a convertirse en acreedor y, desde luego, a manejar su economía conforme al interés brasileño y de nadie más. Es a partir de esta fortaleza que pudo utilizar el gasto público para dinamizar la economía, muy al gusto del empresariado nacional, y proveer a la generación explosiva de empleos y a la mejor distribución de la riqueza, con lo que se acercó efectivamente a lo deseable. Hoy Brasil es menos injusto que hace ocho años, nada más, pero es más libre para buscar la justicia.

2.- Hay muchas otras lecciones importantes en la experiencia del Brasil de los últimos años, útiles para formar criterios sin caer en la tentación de la adopción de recetas. Me resulta muy atractiva la comparación en lo referente al tema de la competitividad: Lula fincó su proyecto de expansión comercial en el fortalecimiento del mercado interno, con el impulso de la elevación significativa de los salarios y las condiciones de trabajo, lo que no demeritó sino fortaleció la capacidad competitiva de las empresas. El éxito alcanzado contradice palmariamente la receta de alcanzar la capacidad de competir a base de sacrificar a los trabajadores y al erario. La experiencia aplica tanto para los efectos de la ampliación de exportaciones, como para la captación de inversiones. En efecto, liberarse de las recetas del FMI ofrece buenos resultados.

3.- Uno de los aspectos más rescatable de las declaraciones de Lula en la entrevista que concedió a Carmen Lira de La Jornada, es el que se refiere al proceso sudamericano de emancipación y a la diversidad de fórmulas de gobierno, destacando que en Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Venezuela se registran importantes progresos, aún en medio de la crisis financiera internacional, en virtud de haber adoptado fórmulas de política propias y ajenas a las consabidas recetas neoliberales. El mensaje va implícito: la dependencia respecto de los Estados Unidos es el obstáculo a vencer para progresar; la importancia del fortalecimiento de la Unión de Naciones Sudamericanas radica en la protección que ofrece a los proyectos autónomos.

4.- Lula se reivindica como un hombre de izquierda que ejerció un gobierno de corte socialista en una economía netamente capitalista. Su sabiduría radica en haber sabido emplear instrumentos del mercado para proveer al avance social y haber rechazado el ser instrumento del mercado para el avance del capital. En el afán nacionalista, colocado en la cima del proyecto de estado, Lula logró que se sumaran fuerzas antagónicas que, de alguna manera, ven satisfechas sus expectativas. La lucha de clases no se cancela ni se posterga, sólo que se practica en terreno fértil y sin barrancas.

Enhorabuena pues para los hermanos brasileños. Más pronto que tarde, los mexicanos nos sumaremos a su alegría.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx


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Gerardo Fernández Casanova


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