Trincheras de Ideas

¡Libia, levántate, une a tu pueblo, haz morder el polvo de la derrota al imperialismo yanqui que te quiere dividir!

Ni siquiera en los tiempos del sátrapa y criminal de guerra George Bush se había desatado una campaña tan falaz, mentirosa, cobarde, ruin como la desatada por el gobierno imperialista norteamericano y el complejo mundial mediático que controla, y los gobiernos de la UE contra un país y una nación como lo vienen haciendo desde hace unas tres semanas contra Libia y el presidente Gaddafi. Nada ha sido más burdo, ni siquiera el ansia ingerencista, colonialista de los gobernantes norteamericanos; cínicos hasta más no poder en sus ambiciones, hablan públicamente de sus contactos abiertos con una oposición monárquica, a quien aupan y apoyan de manera descarada, sin recato alguno.

El presidente Obama –casi clandestino en su gestión–, la cancillera Clinton –quién lleva la voz cantante del gris y opaco gobierno–, pero sobre todo el complejo militar industrial y las compañías petroleras se frotan las manos por el pingüe negocio que significaría meterle la mano al petróleo libio. Porque ese -¿a qué dudarlo? – es el objetivo de este divisionismo, de partir a Libia en por lo menos tres pedazos y repartirla para explotarla mejor.

Ya la insurrección popular en Túnez y Egipto, las revueltas en el Yemen o en otras naciones, reinados, emiratos, kalifatos dejaron de ser noticias para las agencias internacionales de noticias manejadas y controladas –y eso hay que remarcarlo y denunciarlo permanentemente– en primer lugar por el imperialismo norteamericano y sus secuaces europeos. La noticia fabricada, inventada; las matrices de opinión se refieren a masacres como la ocurrida en Trípoli ordenada por Gaddafi, masacre que nunca existió. O el un bombardeo en el barrio de Fascilum, de Trípoli, que nunca se produjo. O las fosas comunes con fotos trucadas, en Tadjoura, suburbio de Trípoli donde supuestamente se encontraba dicha fosa común. Allí lo que existe es en realidad un cementerio que siempre ha existido. Tampoco los rebeldes anti Gaddafi nunca conquistaron el aeropuerto militar de Mitigar.

¿Por qué esa campaña de mentiras y desinformación tan atroz e implacable?

Además de lo ya dicho de la ansiedad por poseer y controlar el petróleo libio, un decadente imperio que vive su peor e irreversible crisis económica, que ya no controla el mundo como antes, tiene su burguesía, sus transnacionales que borrar de la faz del mundo árabe el ejemplo que ha significado la revolución social en Libia donde se ha construido un poder popular. Ningún país del Norte de África puede exhibir los niveles de desarrollo alcanzados por el pueblo libio ni han alcanzado su estándar de vida.

Las razones de la insurrección del hambre y la pobreza en Túnez o Egipto difieren diametralmente de las de Libia. La problemática Libia es de otra naturaleza, de la complejidad de su conformación como nación. Los avances y las conquistas logradas por ese gran pueblo en 40 años de proceso revolucionario no pueden tirarse al cesto de la basura, ese es un error histórico imperdonable, un inadmisible retroceso, como lo es el pretender volver a la monarquía que murió hace cuatro décadas.

Corresponde al pueblo libio buscar las salidas, en paz, a su crisis interior, sin ingerencias, sin las provocaciones del extremismo, de la CIA, del Mosad, del imperialismo yanqui, del sionismo criminal, de los imperialistas europeos. La unidad de todo el pueblo libio –es elemental pensarlo– es la garantía de la victoria ante la adversidad, las agresiones internas y externas. Los asuntos internos de Libia sólo corresponde a los libios, a ese pueblo de guerreros, buscarle una solución armoniosa. El problema no es Gaddafi, él es sólo un símbolo, un gran líder que no es eterno, que ha cometido errores y se ha confiado demasiados en aquellas naciones imperiales que hoy quieren derrocarlo, el problema, lo repito, es la revolución, sus conquistas y avances. Si Libia cae las hienas van a querer destrozarlo, todo habrá fracasado y el esfuerzo de un pueblo se habrá perdido por siglos.

Ya el imperio yanqui asomó sus garras al mover sus naves de guerra a las costas de Libia. Como no puede acusar a Gaddafi de tener armas de destrucción masiva como pretexto para invadir Libia, utiliza las armas letales y destructivas de la desinformación, de la mentira en gran escala a nivel mundial para ablandar a la opinión pública del orbe, generar confusión y así poder agredir militarmente –con el apoyo incondicional del sionismo israelita– al país, proyecto largamente acariciado por los imperios de Europa y de Norteamérica.

Para eso, piensan los revolucionarios del mundo, se debe estar preparando Gaddfi, el gobierno y el pueblo. Una invasión militar es una carta de demasiado riesgo, eso también lo sabe el imperio, La estrategia sería desembarcar en aquellas zonas supuestamente en manos de la oposición monárquica para, a partir de allí, no sólo comenzar a controlar el flujo petrolero hacia Europa, sino utilizar ese escudo humano para avanzar sobre Trípoli y otras importantes ciudades leales a la revolución.

¿Qué va a pasar en la zona, con las naciones amigas de Libia, las que sufrirían los efectos devastadores de una guerra relámpago imperialista, sólo serán espectadores viendo ante sus ojos, esta vez sí, una descomunal masacre o defenderán a Libia?

Por supuesto, los precios del petróleo se dispararán por encima de los 200 dólares, precisamente por allí viene la maniobra inglesa cuando su ministro de relaciones exteriores, comenzando la crisis en Libia, lanzó la mentira de que Gaddafi iba rumbo a Venezuela en busca de asilo. El inglés sabía la mentira porque está metido en la conspiración y trataron de hacer un juego típico del capitalismo, crear una falsa crisis para que los precios del crudo se elevaran porque, en el marco de su aguda crisis económica, eso le convenía el alza del crudo Brent del Norte, como le conviene toda esa crisis creada en Libia. No nos extrañe que si al final el ejército norteamericano se lanza por el despeñadero de una invasión a Libia, cuente con el apoyo solícito y sumiso de los gobernantes ingleses, como lo tuvo en la invasión a Irak o a Afganistán.

Jamás imaginamos al pueblo libio rendido, dándole loas a los invasores, permitiendo la partición del sagrado suelo de la patria en tres o más pedazos, volver al colonialismo, a una monarquía de cartón y a un sector de la población apoyando aquella barbaridad, burdas marionetas de los criminales ejércitos imperiales para guardar las apariencias. Imaginamos, sí, a un pueblo bravío, dando la batalla, haciendo morder el polvo de la derrota a los invasores, peleando por cada metro del país, no cediendo ni un ápice de dignidad.

Que se remoce el nacionalismo y el socialismo árabe, el ideario nasserista de los años 50, el ideario del poder popular. Las masas árabes ya se han rebelado, ni los tunecinos, ni los egipcios, ni los yenemitas van a dejar solo al pueblo libio ante la agresión yanqui/europea/sionista. Los vientos soplan a favor de las mayorías árabes, de la justicia, de la libertad, de los derechos conculcados a pueblos sedientos de participación, como una vez dijo la II Declaración de La Habana, ese pueblo ya ha echado a andar y su marcha de gigantes no se detendrá hasta alcanzar su verdadera y definitiva independencia.

¡Viva el pueblo libio! ¡Viva la nación Libia, unida y sin divisiones imperialistas! ¡Viva la revolución y las conquistas del socialismo libio!


(humbertocaracola@gmail.com)


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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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