Colombeia

El Imperio está desnudo

El Imperio está  desnudo y nadie se atreve a decírselo. “Nadie” excepto algunos enfants terribles de la política periférica como Hugo Chávez, Evo Morales o Mahmud Ahmdineyad. Si Ud. tiene el peor concepto posible de estos personajes tome en cuenta que quien se atreve a decir en voz alta que el Imperio está desnudo es acusado de dictador, terrorista o loco. O todas las anteriores. 

Dicen que wikileaks mostró las costuras del Imperio y sacó sus trapitos al aire. Pero ya no exhibe trapos ni costuras porque está desnudo. Paradójicamente, si Ud. enciende el televisor encontrará agencias como CNN, Fox o sus antenas repetidoras (RCN, Globovisión…) negando la realidad. Se deshacen en alabanzas hacia el traje nuevo del Imperio. Un modelo diseñado a la medida del consenso planetario por los sastres de la Organización de las Naciones Unidas. Confeccionado en fino damasco “humanitario” destinado a salvar vidas de civiles inocentes.    

El Imperio juega en un tablero de ajedrez que en lugar de enfrentar a dos bandos similares, genera contiendas de gigantes contra peones. Claro, siempre que tengan petróleo u otros botines no menos apetecibles. Este ajedrez mundial está formado por un Rey negro con cuatro reinas a su servicio que, junto a una corte de diez caballos, torres y alfiles serviles, conforman el “Consejo de Inseguridad” de la ONU. Las 177 piezas restantes son peones que hablan y votan en asamblea pero no deciden.  

Hay reinas azules y reinas rojas, pero todas se arrodillan ante el dios negro del petróleo y el dios verde del dólar. Las reinas votan o se abstienen pero no vetan. Cada una tiene historia imperial pero hoy son apenas las patas y las pezuñas del Imperio desnudo. Constituyen, para decirlo en criollo, la “cúpula podrida” del planeta. 

Resulta evidente que este ajedrez planetario no sólo es antidemocrático sino medieval. Con la aprobación de la resolución 1973 se disolvió de un plumazo la utopía del mundo multipolar. Los puntos cardinales desaparecieron y de pronto todos los caminos conducen a la guerra recolonialista de todos contra uno. Por ser súbditos de tercera categoría nadie escucha la opinión de los peones.  

Pero el Imperio no sólo está desnudo, es en realidad una marioneta. Un puñado de criminales fanáticos manipula sus hilos desde la sombra. Habitan en una “tierra prometida” que se extiende desde EE.UU a Israel.  

proleander@gmail.com



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Manuel Bazó


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