Los panistas se rasgan las vestiduras para negar a la mujer el derecho a decidir sobre sus cuerpos, protegiendo el derecho a la vida desde la concepción, pero negándolo a partir del parto. En su oscurantismo pretenden instaurar y perpetuar el Valle de Lágrimas de este mundo y remitir el anhelo a la felicidad para ser cumplido después de la muerte. Se niega el derecho a la vida cuando se condena a la pobreza y al hambre. Se niega el derecho a la vida cuando se impone la violencia como instrumento de combate a la violencia. Se niega el derecho a la vida cuando se coloca a los jóvenes en condición desesperada sin oportunidades de educación y de empleo. El que es criminal por antonomasia, que le roba a la gente la facultad de decidir sobre su destino, está inhabilitado para convocar a la paz. Ya es hora de que Calderón y los panistas se retiren a sus monasterios a nadar entre sus lágrimas para que no tengan que hacer nuevos fraudes en su otra vida.
Cuánta ignominia hace falta para que, de una vez por todas, nos decidamos a salir a la calle para exigir paz y seguridad. Parece que ya no mucha, al grado que los señores de la radio y la televisión optaron por bajarle el perfil informativo a la violencia cotidiana. Les fue funcional el amarillismo en tanto que provocó el pánico en la población; ahora que el pánico amenaza con convertirse en protesta generalizada, optan por el silencio. La manipulación informativa siempre al servicio de los poderosos.
Le quedan veinte meses de vida al régimen espurio e insiste en mantener el mismo esquema de estupidez que lo ha caracterizado. No sólo no se atiende a la demanda popular de cambio de política sino que se agudiza el empecinamiento. Más recursos para la violencia y más afectaciones al bienestar: carestía, destrucción, violación a los derechos humanos, reforma laboral hambreadora, corrupción sin límite y, en resumen, mayor sufrimiento en la población. ¡No puede ser, carajo!
Me duele reconocer que este maravilloso pueblo mexicano, que ha sido capaz de romper las cadenas de la opresión, esté hoy tan influido por la manipulación mediática. Que no hayamos sido capaces de hacer respetar la voluntad mayoritaria y que tengamos que realizar una labor titánica para vencer a la mentira de la propaganda gubernamental. Que todavía haya muchos que optan por la resignación en vez de esforzarse por la transformación; esta es la realidad y con ella tendremos que funcionar para transformarla. Me entusiasma el hecho de que la convocatoria para la regeneración del país va ganando adeptos y anotándose triunfos, aún en las peores condiciones de la traición y la claudicación de los que medran con las expectativas de la gente.
En el Estado de México se está gestando un ariete del cambio afirmativo. En la entidad más poblada del país se vislumbra un primer triunfo de la coherencia personificada en Andrés Manuel López Obrador, con la propuesta política del Nuevo Proyecto de Nación y la candidatura unificadora de Alejandro Encinas, en contienda electoral contra el escogido por el Opus Dei y contra el dilecto del Yunque, bajo las sotanas de Onésimo Cepeda, el del PRI, y de Sandoval Iñiguez, el del PAN. Los pusilánimes aliancistas, inspirados en las frustraciones de Calderón y en las delicias del erario a su disposición, se quedaron colgados de la brocha. La lucha será de la izquierda unida contra la derecha dividida. Llevamos las de ganar.
Que no quede en vacío la pena de familiares y amigos de las víctimas del crimen. Que el asesinato de Sicilia nos alimente del coraje necesario para actuar para que todos recuperemos los espacios que nos están robando impunemente. Que los jóvenes sumen su energía creadora a la tarea de garantizar su futuro en paz y bienestar. Hoy por hoy la opción está en la política digna y honesta, ejerzámosla con decisión.
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