¿Hay diferencias entre Fukushima y Libia?

La pregunta parece fuera de contexto ¿Qué relación puede haber entre el terremoto de Fukushima y la agresión imperialista contra Libia? Son dos hechos aparentemente distintos, ocurridos a miles de kilómetros de distancia, uno del otro, pero, con un denominador común: la contaminación por radiación atómica. En ambos hechos hay daños del ambiente y en ambos hechos son terribles las secuelas en la vida de los seres vivos. Veamos esas similitudes:

PRIMERA SIMILITUD.

Los hechos desatados por causa del terremoto en Japón. Terremoto y tsunami que provocaron fallas en el sistema de enfriamiento propio de los reactores atómicos. Fallas que causaron el deterioro y posterior destrucción de la infraestructura que protege o que impide la radiación atómica. En forma creciente, desde hace un mes, la radiación contamina el ambiente sin que, hasta ahora, haya sido posible controlarla.

Para la protección de la población, primero, se demarcó un área restrictiva de veinte kilómetros a la redonda, luego de treinta, y ahora el área señalada abarca los cincuenta kilómetros.

En las inmediaciones de la planta se produjo la contaminación del océano Pacifico (agua, fauna y flora marinas), por causa de las miles de toneladas de agua vertidas desde helicópteros y camiones cisterna sobre los cuatro reactores para enfriarlos. A lo anterior hay que agregar la contaminación de la atmósfera por explosiones habidas en los reactores, Todo, absolutamente todo está ahora amenazado por la radiación nuclear.

Lo ocurrido en Fukushima pone sobre la mesa de discusión, una vez más, de los peligros que envuelven las plantas nucleares, sea cual fuere su propósito: militar, industrial, de salud, u otros fines, por cuanto todas dejan residuos radioactivos que luego no hay un sitio en el planeta donde guardarlos, por cuanto son indestructibles. Radioactividad que perdura en el tiempo, por años y años. Los beneficios de las plantas nucleares son como la existencia de dios que todos lo invocan en todo, por todo, para todo y al final olvida todo (dañan todo). Son de esas mentiras que se repiten y se repiten y aparentan ser verdades.

Lo que está ocurriendo en Fukushima trae el recuerdo de la tragedia de Chernóbil que, sin este trágico suceso, se hundiría más en el olvido. Chernóbil fue el primer aviso, Fukushima el segundo. ¿Dónde será el tercero?

Ante la mirada absorta de los pueblos del mundo, ahí está ahora Fukushima, con su inmensa tragedia, para decirle a la humanidad entera que el hombre no puede continuar la carrera desarrollista para el consumismo de cosas superfluas, sino, apostar al desarrollo planificado para la satisfacción de necesidades elementales de las mayorías, en lugar de producción para la acumulación de riqueza por parte de la minoría ahíta. Ya el poeta lo expresó con elocuencia:

Sabedlo soberanos y vasallos,

próceres y mendigos,

nadie tiene derecho a lo superfluo,

mientras alguien carezca de los estricto.

El otro hecho, ocurrió en Libia. Tiene características similares a Fukushima: contaminación causada por el bombardeo imperialista del territorio libio con misiles que llevan uranio “empobrecido”. En Libia como en Fukushima también se decretó un área restrictiva, pero de vuelos aéreos.

¿Qué diferencia hay entre la contaminación por radiación atómica proveniente de una planta nuclear en Fukushima o en Chernóbil; y la contaminación por la diseminación de uranio “empobrecido” sobre Yugoslavia, Afganistán, Irak, Pakistán y ahora Libia, proveniente del bombardeo con misiles de fabricación imperialista? Los pretextos alegados para la agresión contra estos países, constituyen los “falsos positivos” del imperialismo, que en Colombia encontró al muy aventajado alumno, Juan Manuel Santos, y los aplicó con tal éxito, que fue catapultado a la presidencia de la República.

Las secuelas en Fukushima o en Libia son exactamente las mismas. Por años, décadas y milenios, los suelos, las aguas, el ambiente todo, estará contaminado por la radiación atómica que daña la vida de los seres vivos.

SEGUNDA SIMILITUD.

Hay otra similitud entre los dos hechos, el de Fukushima y el bombardeo a Libia. En ambos los fines son “humanitaristas”. El fin humanitario de Fukushima promueve el desarrollo, la industria, el bienestar que trae consigo la electricidad a los hogares y al quehacer cotidiano de las personas. Es el “humanitarismo” capitalista del desarrollo y el progreso de minorías ahítas. No importa que, tras de esa falsa fachada, se oculte la muerte por radiación atómica. ¿De que sirve el aparente bienestar, progreso y desarrollo, si tras ese disfraz se oculta la amenaza de muerte que en cualquier momento se desata, como ocurrió en Fukushima?

Ahora veamos la similitud con Libia, no por el terremoto, sino, por la actitud miserable de quienes se consideran líderes del mudo en representación de grupos y camarillas oligárquicas ¿Qué son en verdad las Naciones Unidas: la Asamblea General o el Consejo de Seguridad? Pues bien, estos señores inventan que ellos tienen la prerrogativa, la potestad de destruir países con fines “humanitarios”, para proteger la vida de las personas que libran luchas políticas que sólo a ellas incumben. Luchas que tienen idénticas características en Wisconsin, con la multitudinaria manifestación de empleados públicos en defensa al derecho de organización sindical y son reprimidos con garrotes y gases lacrimógenos, con saldo de personas heridas, detenidas, por el delito de reclamar sus derechos. Lucha que ocurre en Bolivia cuando los obreros reclaman aumento de salario, y termina en diálogo y entendimiento. O en Francia y Grecia, donde muchedumbres enardecidas rechazan las medidas empobrecedoras impuestas por el gobierno y ordenadas por el FMI y son reprimidas con odio brutal. O el enfrentamiento, con ríos de sangre, que desde hace sesenta años ocurre en Colombia y cosa rara, no han sido todavía bombardeados con uranio “empobrecido”, con fines humanitarios”, para proteger la vida de los colombianos masacrados, enterrados en fosas comunes, descuartizados con moto sierras, llevados a crematorios o lanzados a los caimanes para desaparecerlos. ¿Por qué el imperialismo discrimina de esa manera a Colombia o a Honduras y no les aplica una buena dosis de uranio “empobrecido” para proteger la población civil masacrada por el gobierno de la oligarquía? Manifestaciones y protestas están ocurriendo en los países árabes del Medio Oriente, con saldo de muertes, en Túnez, Egipto (800 muertos), Yemen, Bahréin, Siria, Jordania, Arabia Saudita ,sin que Estados Unidos ni la OTAN ni Inglaterra y Francia decreten la protección de la población civil fumigándola con uranio “empobrecido”. Sólo en Libia, según la campaña mediática, los enfrentamientos políticos causan masacres de la población civil, que debe ser protegida con bombardeos “humanitarios” de uranio “empobrecido”. Protección que sólo vale para la población civil “rebelde”, que reclama el regreso de la monarquía y enarbola la bandera monárquica, por cuanto la población partidaria del gobierno de la Jamairiya Socialista, no es población civil y no entra en la protección de los bombardeos “humanitarios”. Al imperialismo, con las patochadas e imbecilidades que declaran sus líderes ¡miserables asesinos! hay que cantarle la canción, “usted lo que quiere es que coma el tigre”

TERCERA SIMILITUD.

Hay otra similitud entre lo ocurrido en Fukushima y lo que ocurre en Libia. En una y otra circunstancia, se impone la mentira, el ocultamiento de la verdad.

En el caso del gobierno japonés, tiene un mes tratando de ocultar la gravedad del daño sufrido por los reactores nucleares de la planta de Fukushima. Da la impresión que las autoridades del gobierno japonés se han esforzado más en ocultar la gravedad de los hechos, que en informar sobre la realidad de la tragedia.

De igual manera en Libia, los gobiernos imperialistas, con mentiras, con falsos pretextos, con “falsos positivos”, como ocurrió con la invasión y destrucción de Yugoslavia, Afganistán, Irak, Pakistán, inventan - en el caso de Libia - la protección de la población civil, y para ello, comandos ingleses y franceses invaden el territorio libio, veinte días antes de la miserable votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas - con la complicidad silente de China y Rusia - que autorizo el bombardeo con uranio “empobrecido” de la población libia, de las ciudades, hospitales, escuelas, universidades, puertos, aeropuertos, carreteras, avenidas, zonas agrícolas. Bombardeos “humanitarios” contra la población libia “no rebelde”, por cuanto la población que apoya la Jamiriya Socialista, no es población civil. A diario, el parte de guerra imperialista dice que el dictador Kadaffi continúa con la masacre de civiles, pero, en ningún momento la campaña mediática ha mostrado tales hechos. En consecuencia, para proteger a esos civiles, hay que lanzarles más bombas con uranio “empobrecido”, pero “enriquecido” de monstruosidad, horror, sarcasmo, cinismo, odio al hombre como especie animal.

El colmo del sarcasmo de estos miserables líderes imperialistas alcanza el clímax, con el llamado a enviar ayudas humanitarias, compradas con el dinero obtenido de la venta del petróleo robado al pueblo libio. Ayudas humanitarias para las víctimas causadas por ellos mismos, por los bombardeos. Es la misma actitud hipócrita, falsa, de controlar emisiones de gases de efecto invernadero, con el continuo aumento de la extracción de combustibles fósiles. Más cinismo no cabe en las mentes retorcidas de miseria moral de estos imbéciles que nos consideran, al resto de la humanidad, cretinos ¡Odio y más odio de los pueblos, es lo que cosechan en todo el mundo!

leonmoraria@gmail.com



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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