Nuestra América es tierra santa apetecida por los proxenetas, toda mi ira de estos últimos días la estrellaré en su cara.
Volver a escribir es obligación. La ofuscación y la rabia se deben guardar en la mochila, hay una imperiosa obligación histórica: es la revolución.
Muchos compañeros han expresado la inconformidad y la ira que nos produjo ver el nivel de manipulación política que obligó a la entrega del camarada Joaquín al imberbe de Juan Manuel Santos. Palabras como las que escribió Marcelo Colussi, expresarán mejor que yo ciertos apuntes a esta infeliz situación, los artículos de Eduardo Rhote ni decir.
Un duelo vivimos, los principios revolucionarios están heridos. A quienes seguimos poniendo el interés último, que no es otro que la creación de la nueva sociedad, nos hacen pensar en perdonar un grave error a un ser humano. En finales de cuentas importante es que no se pierda la fuerza tremenda y hermosa que acomete ante la historia pidiendo la justicia social tantos años reclamada.
Juan Manuel Santos, el “nuevo amigo”, Piñera, el maldito imperialista chileno y Calderón, el traidor de México, hoy hicieron su tienda juntos en Perú. Reunidos con estos dos posibles presidentes que ponen en riesgo ese país execrado de la revolución, el cáncer y el sida, como dijo Vargas Lloza, se fueron a negociar, a interponerse ante la posibilidad terrible de que Humala o la Keiko, tuvieran la infeliz idea de acercarse a Chávez, o de pensar en socialismo.
Esta ira debe ser el inicio de la revuelta popular, ya basta.
Isa Condes, en su artículo excelente, habla sobre reformas o revolución. Las revoluciones armadas, como el dice, similares a la de Cuba, son aquellas en donde se quiebra el modelo económico. Se quebraba, eso hoy es imposible ante el poderío militar de los Estados Unidos, lamentablemente. Nada más extrañado por los revolucionarios que el poner fin a la explotación con un golpe feroz del poder popular. Bastara que fuéramos capaces de romper el “orden democrático” para ser invadidos y sometidos con todo un menú de armas sofisticadas, con todas las flotas, con todas las bombas. Entonces, este camino que se abre por medio de la democracia ¿no es el camino?, es el camino que queda y en el que andamos, en el que hay que persistir para no fenecer, para poder triunfar. La democracia se convirtió en el bumerang que hoy asfixia a quienes nos han sometido por decenios con el engaño electoral. Hoy el pueblo descubrió que podía votar por el mismo, y hoy descubriremos que debemos ir más allá.
Ni es reformismo, ni deja de ser revolución. Aun no se rompan los modelos económicos, es la única vía para desarmar la gran trampa. La famosa democracia de votos se torno en contra de quienes la usaban para someter por medio del engaño, a mi parecer es el único camino revolucionario para el cambio de sociedad. Más allá, entonces, estas democracias revolucionarias que hoy detentan el poder político en varias de nuestras patrias, tienen que dar un salto cuántico y apropiarse del destino de nuestros pueblos. Los líderes son necesarios para impulsar movimientos, pero estos movimientos deben responder con posiciones y alternativas posibles. Esta urticaria que pica en nuestra piel, ante lo sucedido con Joaquín debe ser el llamado a asaltar más poder, a asumir más revolución.
Esta tríada de imberbes lacayos en Perú, son la muestra fehaciente de que el imperio, por boca de sus lacayos, pretende solo prevalecer ante la vorágine popular. Ya llegará la hora en que Juan Manuel Santos, el santanderista de mierda, saque sus garras burguesas en contra de Chávez, ese día se acabarán las historias de amor. Pero somos los pueblos y no los hombres quienes debemos entonces asumir que la revolución es una decisión de todos y no el capricho de alguien, que la revolución nos pertenece y que, entonces, debemos asumir con compromiso, la capacidad de trascender estas malditas historias de entregas, es nuestro deber asumir la lucha y saber que la lucha es nuestra como pueblo, que quizá suena la hora de no perdernos en denuncias sino sumirnos en compromisos para que no se pierda lo que nos pertenece a todos. El error de un momento en la historia, no podrá ser el error de todos de no sentirnos responsables por garantizar a la revolución, en su contexto de reformas, en su camino lento impuesto por la desproporción militar, de crear la conciencia popular que derrote al verdadero enemigo: los burgueses, los lacayos, el imperio capitalista.
Gloria a la Cuba socialista, a esa juventud rebelde que se levanta ante la historia para asumir la fundación de la verdadera sociedad socialista. Aprendamos de los errores y avancemos. Necesario es vencer.
Seguiremos avanzando y venciendo, no se puede perder la república.
Venceremos.
brachoraul@gmail.com