¿Por qué
a los primeros pobladores de América se los llama “indios”? En 1492 los
europeos no buscaban América, cuya existencia desconocían: su codicia
buscaba la India, y confundió al Nuevo Mundo con ésta. Cada pueblo es
distinto, cada país es irrepetible, pero en la Historia hay tramas que
parecen replicarse. La Conquista de América a partir de 1492 completa en
aproximadamente un siglo la mayor operación de coloniaje de todos los
tiempos: se extiende sobre un continente, se cumple utilizando algunos
de los pueblos originarios contra otros, las riquezas saqueadas
financian la hegemonía de España sobre Europa durante dos siglos y la de
Europa sobre el mundo durante cuatro. El proceso se libra mediante una
inconcebible destrucción de riqueza material y cultural, pero los
conquistadores imponen, por lo menos en América Latina, una sola
religión y dos lenguas romances, que devendrán instrumentos de
comunicación entre los conquistados. También les instruyen en algunos
rudimentos de la cultura Occidental, que, desarrollados con un estilo
propio, les permitirán iniciar el camino hacia la Independencia y la
descolonización.
Instrumentos imperiales de unidad
La
Conquista y colonización de América encauza la voracidad de España,
Francia, Holanda e Inglaterra hacia el Nuevo Mundo y posiblemente
retrasa la ya iniciada colonización de África y de Asia. La
Independencia de América en la divisoria de los siglos XVIII y XIX
intensifica los procesos de las potencias europeas para la colonización
de África y de Asia. Entre ambos hitos ocurren procesos de dominación y
explotación que presentan fascinantes semejanzas y diferencias. La
Conquista y Colonización de América, si bien tutelada y apoyada por las
coronas de España, de Portugal, de Francia y de Inglaterra y por el
Consejo de los Señores de Holanda, es fundamentalmente privada: cada
conquistador reúne su tropa y costea su expedición. Sin embargo, como su
legitimación consiste en el proyecto de dominación ecuménica de la
Cristiandad, procede a la sistemática y metódica destrucción de las
culturas y lenguajes originarios, y a la implantación obligatoria del
idioma y la religión de los invasores. En este proceso, España y
Portugal agregan en dos inmensas unidades políticas los territorios que
estaban poblados por infinidad de comunidades y etnias distintas y a
veces antagónicas. Tras las independencias de ambos conglomerados a
principios del siglo XIX, los dominios portugueses permanecen unidos
políticamente en el inmenso conjunto de Brasil, que abarca la mitad de
América del Sur, pero los antiguos dominios españoles se disgregan
políticamente en una veintena de pequeñas repúblicas. En ambos entes,
sin embargo, permanecen como herramientas de unidad los rasgos
culturales implantados por la Conquista: la religión cristiana en su
versión católica; las lenguas romances hermanas del español y el
portugués, y algunos principios de cultura técnica Occidental que
permiten iniciar el camino hacia la modernidad.
El capital conquistador
Paralelismos
y diferencias fascinantes se advierten entre la Conquista y
Colonización de América y la de Asia, en la cual nos centraremos en el
caso de la inmensa unión de pueblos, religiones y culturas que
actualmente denominamos India. Más todavía que la de América, la
Conquista de India es una empresa privada. A partir del Descubrimiento
en 1492, el Atlántico y el Caribe, así como son las vías navales del
saqueo europeo, devienen uno de los centros de una economía mundial. Las
potencias manejan este dilatado dominio mediante una peculiar figura,
las Compañías de las Indias Orientales y Occidentales. Estas empresas
privadas, que se constituyen en Inglaterra, Holanda y Francia, no sólo
tienen flotas y ejércitos propios y desarrollan empresas de conquista,
sino que en algunos casos, como sucedió en Holanda, acuñan moneda y
deciden la guerra o la paz. Hasta la decadente España adopta este
recurso, al entregar el monopolio del comercio y el corso americano a
entes como la Compañía Guipuzcoana entre 1728 y 1795. Las compañías
imperialesEn el caso de India, el 31 de diciembre de 1600 la reina
Isabel I de Inglaterra otorga a la “Governors & Company of Merchants
of London Trading to the Eas-Indies”, más conocida como Compañía
Británica de las Indias Orientales, el monopolio del comercio con las
llamadas Indias Orientales, privilegio por 15 años que el rey Jacobo I
prorroga en 1609 por tiempo indefinido. La Compañía se abre paso en dura
competencia, a veces armada, contra holandeses y portugueses, a los
cuales derrota en 1612 en la batalla de Swayi, lo cual le atrae el favor
del Gran Mogul, quien le otorga licencia para comerciar en todos sus
puertos a partir de 1615, y desde 1632, con Bengala. Siguiendo el modelo
ya instaurado por las Compañías Holandesas desde su fundación en 1602,
Carlos II le confiere en 1670 las potestades soberanas de declarar la
guerra y constituir alianzas, formar ejércitos y ejercer la jurisdicción
civil y criminal en sus dominios, potestades que la van convirtiendo
hacia 1689 en una suerte de “Estado dentro del Estado”, que gobierna con
autonomía las regiones de Bengala, Bombay y Madrás. Sólo después de la
rebelión de los cipayos en 1856 la India es colocada bajo la dependencia
directa de la corona británica. De tal forma, una empresa privada se
convierte en instancia soberana que gobierna de manera despótica sobre
centenares de millones de seres. Lo cual lleva a Carlos Marx a afirmar
que:
No
cabe duda, sin embargo, de que la miseria ocasionada en el Indostán por
la dominación británica ha sido de naturaleza muy distinta e
infinitamente más intensa que todas las calamidades experimentadas hasta
entonces por el país. No aludo aquí al despotismo europeo cultivado
sobre el terreno del despotismo asiático por la Compañía inglesa de las
Indias Orientales; combinación mucho más monstruosa que cualquiera de
esos monstruos sagrados que nos infunden pavor en un templo de Salseta.
Éste no es un rasgo distintivo del dominio colonial inglés, sino
simplemente una imitación del sistema holandés (…) (Marx, Carlos: “La dominación británica en la India”; New York Daily, N° 3804, 25 de junio de 1853; http://www.ucm.es/info/es/marx-engels/es/mnsoe//112htm).
Integración política e idioma como instrumentos de descolonización
Así, al
igual que en América, la irrupción colonial en lo que luego será llamado
India es esencialmente una empresa privada apoyada por el Estado.
También allí se vale de la diversidad de pueblos, culturas y gobiernos
locales para oponerlos unos contra otros e imponer una dominación que no
hubiera logrado contra esos pueblos unidos. En todas las campañas de
Lord Clive, el número de sus soldados Sepoy supera ampliamente el de los
ingleses (Thomas Macaulay: Lord Clive; Aguilar, Madrid, 1945,
62-93). Al igual que españoles y portugueses en América, franceses e
ingleses se comportan con extraordinaria crueldad, pero no emprenden el
exterminio sistemático de los colonizados porque éstos son muy numerosos
y porque la explotación de su trabajo será el sustento de la empresa
colonial. A diferencia de españoles y portugueses, realizan intentos
evangelizadores, pero no pueden imponer el cristianismo sobre la inmensa
diversidad y complejidad de las religiones y culturas originarias. Sin
embargo, reúnen una multitud de estados, naciones y pueblos bajo una
administración colonial centralizada y para hacerla funcionar imponen el
idioma inglés y transmiten algunos elementos de la modernidad. Después
de que los ingleses son obligados a retirarse, esta unión política y
territorial y este idioma de enlace servirán a los pueblos
descolonizados para continuar y consolidar su unión y emprender el
camino propio hacia el desarrollo.
Emancipación violenta o no violenta
América
Latina e India divergen parcialmente en los procesos emancipatorios. En
América española se combate por las independencias con una
extraordinaria violencia que cuesta la vida a casi un tercio de la
población. En América portuguesa la emancipación se logra mediante
incruenta maniobra diplomática: las oligarquías brasileñas proclaman
Emperador de Brasil a Dom Pedro de Braganza, el pequeño Portugal no
tiene flotas ni ejércitos para impedirlo y reconoce el hecho cumplido,
que consagra la previa sujeción de ambos países al dominio naval y
comercial inglés. La vía de la India hacia su libertad es compleja y une
las insurrecciones armadas, tales como la de 1857, con un largo proceso
esencialmente pacífico de resistencia cultural, social y política que
culmina en 1947. Los instrumentos de la opresión son confiscados por los
liberados, quienes aprovechan la unidad política instaurada por los
ingleses para constituir sobre ella el territorio de la República
federal y constitucional de la India, que junta 28 estados y siete
territorios, aunque no pueden evitar la separación de Pakistán. El
idioma inglés, impuesto para permitir la administración colonial, es
declarado lengua oficial para facilitar la comunicación entre pueblos
que hablan una pluralidad de lenguas y dialectos.Emancipación,
dependencia y neocoloniajeAunque América Latina se independiza casi
siglo y medio antes que la India, a partir de allí ambos pueblos
enfrentan problemas similares. La emancipación política no disuelve por
sí sola los lazos de dependencia económica y cultural. Las potencias
hegemónicas imponen relaciones de falsa reciprocidad comercial, reducen a
los países descolonizados a la exportación de materias primas o
productos con escaso valor agregado, les imponen tratados de libre
comercio que sientan una falsa reciprocidad entre naciones que no pueden
proteger sus actividades económicas y sus mercancías y metrópolis que
de hecho protegen las suyas, e intentan forzar una política bipolar de
bloques.
Integración y No Alineación entre descolonizados
Son
desafíos que exigen respuestas. India encuentra uno de sus más poderosos
instrumentos en la voluntad de continuar formando un solo cuerpo
político con los diversos pueblos y estados que los ingleses integraron
en un imperio. América Latina surge a la vida independiente dividida en
una veintena de países, pero todos los próceres de la Independencia
abrigaron proyectos de unidad continental que se manifestaron en la Gran
Colombia en 1824, en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, en la
integración comercial del Mercosur desde 1991, en la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR) y en la de la Alternativa Bolivariana para
América (ALBA), ambas desde 2004. Por su parte, India define un camino
autónomo en lo internacional con su firme apoyo al Movimiento de los
Países no Alineados. Muchos países latinoamericanos, sujetos a la
hegemonía de Estados Unidos, en principio ignoran al MNOAL, pero luego
se integran progresivamente, al extremo de que la Cumbre de 2006 del
MNOAL se celebra en La Habana, y en la actualidad son miembros de dicho
Movimiento los siguientes países latinoamericanos y caribeños: Antigua y
Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba,
Dominica, Ecuador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica,
Nicaragua, Panamá, Perú, República, Dominicana, San Vicente y las
Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y
Tobago, Uruguay y Venezuela.
Originalidad de los modelos de descolonización
Pero en
los procesos de descolonización no es sólo fundamental la máxima
integración y unidad de propósitos entre los pueblos antes sometidos. Es
preciso que éstos encuentren un estilo propio de desarrollo y de
gestión económica que no sea mera copia del de las metrópolis que los
oprimieron. Mathama Ghandi predicó el rechazo cultural al consumo de las
mercancías de las industrias británica y al estilo de vida que éstas
implican. La Constitución de la India sancionada el 26 de enero de 1950,
la proclama como una República soberana, democrática, secular y
socialista. Este último rasgo ha sufrido numerosas modificaciones y
reinterpretaciones, pero no cabe duda de que India tiene un estilo
propio de desarrollo, que la coloca en los últimos años como la 11°
economía del mundo y la cuarta en capacidad de consumo. En América
Latina diversos países, integrados en bloques como el Mercosur, el ALBA o
el CARICOM han intentado experiencias socialistas y buscan asimismo su
propio estilo de desarrollo civilizatorio ante la triple crisis
ecológica, social, económica y militar desatada por los países del G-7. Culturas y descolonización
Esta
mirada exageradamente sintética sugiere algunas conclusiones. En los
procesos de colonización y descolonización podemos advertir interesantes
similitudes y divergencias. Desde el arranque de la llamada época
Moderna en el siglo XVI, las potencias hegemónicas avasallan territorios
de la talla de continentes, como América, o subcontinentes como India.
La falta de unión de los pobladores originarios y sus divergencias
internas a veces facilitan estas empresas imperiales. A pesar de que
aparecen ante todo como procesos de invasión militar, de hecho la
empresa privada es el motor de parte de ellos, y las vastedades
colonizadas quedan bajo el dominio de compañías monopólicas que las
explotan en forma inmisericorde. Los imperialistas tratan de imponer su
religión, su idioma y algunos elementos de la modernidad como
instrumentos de dominación. Los pueblos sometidos logran la
descolonización mediante luchas que pueden incluir desde la violencia
insurreccional hasta la maniobra diplomática o la resistencia pacífica
social y cultural. Una vez conquistada la independencia, pueden utilizar
los instrumentos de la dominación impuesta, tales como el idioma, la
unidad política y los avances técnicos para consolidar grandes bloques
geopolíticos. Para la definición, fortalecimiento y consolidación de
éstos es fundamental la especificidad cultural que permite establecer la
diferencia con respecto al colonizador y enfatizar la similitud o por
lo menos la comunicabilidad entre los antes colonizados. A la larga, la
integración en movimientos mundiales de los pueblos independizados les
ayuda a mantenerse independientes de la política de alineación en
bloques de las potencias hegemónicas y a definir sus propios proyectos.
Ello es decisivo si se considera que los pueblos que alguna vez fueron
colonizados o amenazados de colonización integran la mayoría de los
habitantes del planeta, tienen la mayor fuerza de trabajo y los mayores
recursos naturales de éste, y que su rica diversidad cultural es la
precondición del proceso de fusión, mutua polinización e hibridación de
signos mediante el cual avanzan y se desarrollan las civilizaciones del
planeta y podrían encontrar soluciones a la crisis planetaria actual.
luisbritto@cantv.net