Error tras error

“Que el fraude electoral jamás se olvide.

                                                                        Ni tampoco los miles de muertos inocentes”

       ´No voy a abundar en el tema de la detención y posterior liberación de Jorge Hank Rohn; suficiente escarnio han hecho del pobrecito Calderón plumas y voces más autorizadas que la mía. Pero es tan absurdo el error que, aún con ánimo de hacerlo, casi no lo puedo creer. Me pregunto si alguien que llegó a ocupar la presidencia de mi querido país (haiga sido como haiga sido) es capaz de exhibir tan ramplona estupidez. Me temo que, en alguna sesión etílica, el estratega y comandante supremo pudo haber diseñado una jugada a varias bandas de múltiples resultados: exhibir a un personaje emblemático del PRI para golpear al indefendible Peña Nieto; exhibir al poder judicial como causante de la impunidad; mostrarse a sí mismo como aguerrido persecutor del delito y, así, repartir el costo del desprestigio causado por su fracasada guerra contra la delincuencia organizada.  En tal caso ya no hablaría de ramplona estupidez, sino de una severa condición de demencia, dado que ninguno de los efectos buscados logró realizarse; antes al contrario, el resultado fortaleció a Hank y al PRI, lavó la cara de los jueces e hizo evidente el manejo imprudente del aparato judicial para efectos electorales. Aunque, insistiendo en la benevolencia, me vuelvo a preguntar si no sería esa la intención del desaguisado. Cualquiera que sea la alternativa escogida, la realidad es que México no se merece tan aberrante irresponsabilidad. Ahí se los dejo.

       Toda especulación aparte y haciendo a un lado posiciones políticas, el tema de la violencia generalizada amerita un análisis científico, que ofrezca explicaciones y formule propuestas de solución. Con este criterio Eduardo Guerrero Gutiérrez publicó un muy completo e interesante ensayo, La Raíz de la Violencia (Nexos 01/06/2011), producto de una acuciosa investigación que muestra el error de diseño de la acción emprendida por el gobierno actual para combatir al narcotráfico y a los delitos derivados. Eduardo Guerrero demuestra cómo la estrategia punitiva, orientada a la detención o eliminación de los miembros de las organizaciones delictivas, sólo ha logrado la dispersión geográfica de la violencia, la aparición de un mayor número de pequeñas organizaciones y la incorporación de nuevas conductas delictivas al amparo de grupos con mayor capacidad de combate. Guerrero postula cambiar la estrategia punitiva por una de disuasión del delito que, sin renunciar a la finalidad de hacer plenamente vigente el estado de derecho,   concentre sus esfuerzos en eliminar los crímenes que más lastiman a la sociedad. El documento es un referente obligado para todos los que estamos interesados en acabar con esta fracasada guerra y que aspiramos a un México en paz, con dignidad y justicia.

       Ya de mi cosecha agrego, con toda la intencionalidad política del caso, que atrás de la errónea estrategia adoptada existen intereses superiores que pretenden mantener el estado de violencia, de manera de justificar la militarización del país y, de paso, apretar el nudo de la intervención gringa para convertirnos en un simple protectorado. Miedo mata movilización; militarización mata civilidad.

       Es importante tener claridad sobre este asunto. Los intereses a que me refiero son los que pondrán toda la carne en el asador para impedir la implantación del Proyecto Alternativo de Nación. Ya el Consejo Coordinador Empresarial enfocó sus baterías y lanzó los primeros misiles, apostando por el mantenimiento del modelo vigente, no obstante su más que comprobado fracaso, tanto en México como en el mundo entero.

       Desde luego que la televisión cumple cabalmente con la tarea de la desinformación y la enajenación de las conciencias. Un botón de muestra fue la cobertura noticiosa del debate realizado la semana pasada entre los candidatos a la gubernatura del Estado de México, en la que todo se redujo a reproducir los ataques de los candidatos del PRI y del PAN contra Alejandro Encinas, de la coalición entre el PRD, el PT y Convergencia. Quienes tuvimos la oportunidad de ver el debate no tenemos la menor duda de que hubo mucho más sustancia noticiosa, incluso de los otros candidatos, pero sólo se apuntaron a desprestigiar a Encinas. En paralelo, las encuestas a modo marcan una desmesurada ventaja del candidato de Peña Nieto, con más del 50% de las preferencias, contra 20% de Encinas y 12% de  Bravo Mena. Si tal fuera la realidad, la pregunta es por qué gastan la pólvora en atacar al candidato de la izquierda que aparece tan lejos del puntero. La verdad es que anticipan un fraude superlativo, escondido en las encuestas y la cobertura televisiva. No pasarán.

       Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx 



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Gerardo Fernández Casanova


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