La exigencia del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al presidente de Siria para que termine "ahora mismo" con el "baño de sangre" que vive su país, ignora adrede que Estados Unidos y sus aliados de Europa han creado una situación de desestabilización generalizada en todo lo que comprende la región del Medio Oriente con la finalidad de ejercer un control directo de las grandes reservas de gas y petróleo existentes en dicha región. Además, es la muestra de un servilismo cínico y exagerado respecto a la política imperialista de estos gobiernos, por lo que su “preocupación” y, con él, la del Consejo de Seguridad, no hacen más que avalar los intereses geopolíticos estadounidenses, franceses, ingleses y alemanes, combinados en una cruzada contra el mundo entero, sin ningún respeto por la cultura ni la soberanía de las demás naciones, como se ha demostrado en todo momento durante los últimos diez años, especialmente cuando un “premio Nobel de la paz” es quien dirige el mayor contingente de tropas contra ejércitos de menor tecnología y armamento.
Esta situación representa un grave peligro para la autodeterminación de los pueblos y la vigencia del derecho internacional contemplado en la Carta Fundamental de las Naciones Unidas, tal como ya se logró con las invasiones a Afganistán e Iraq, y actualmente en Libia, buscando darle una configuración más adecuada a la hegemonía de Estados Unidos, según la visión estratégica que le asigna a este país el control territorial de los recursos naturales a escala mundial, constituyéndose en consecuencia en un gendarme planetario para quien la vida y la cultura independiente del resto de los pueblos es algo completamente secundario o nulo ante los intereses económicos que defiende.
Por este motivo, sería necio negar que los planes militaristas de Estados Unidos y sus aliados de Europa no configuren la puesta en marcha de megaproyectos en manos de los principales interesados en suscitar este tipo de conflictos internos que son las corporaciones transnacionales, desconociendo el plan expansionista, desarrollado bajo el mandato de George W. Bush, que destina el siglo XXI a este país. En todo esto juega un papel importante la legitimación de la ONU, a pesar de conocerse que todo es parte de un plan conspirativo de grandes magnitudes, siendo secundado por la OTAN, su brazo ejecutor.
Todo esto no es ajeno al territorio de nuestra América, sobre la cual pesa una serie de planes militares que abarcan desde México hasta Argentina, anticipando que cada una de sus regiones pueda ser intervenida militarmente, alegando combatir el narcotráfico y el terrorismo internacional, cuestión que se viene adelantando por medio de adiestramientos y ejercicios en la mayoría de sus naciones, el comercio de armamento, la instalación de sistemas de vigilancia y espionaje, incluida la instalación de bases militares en medio continente, siendo las de Costa Rica las más recientes de todas. Dichos planes debieran prevenirnos de estas intenciones imperialistas a todos los latinoamericanos, sobre todo, a los venezolanos, puesto que el gobierno de Barack Obama nunca ha dado muestras de establecer una convivencia pacífica con sus vecinos del sur, si éstos persisten en mantener una posición de independencia, como ha sido el caso nuestro.
Por otra parte, el hecho que se mencione que las revueltas que sacudieron este año al Medio Oriente han causado a los países más afectados pérdidas por más de 55.000 millones de dólares, pero que, al mismo tiempo, las alzas resultantes del precio del petróleo han reforzado a otros países productores, nos advierte que sus baterías serán enfiladas ahora contra aquellos cuyos gobiernos considera Estados Unidos una amenaza contra su seguridad nacional, en este caso, Irán y Venezuela, dados los estrechos lazos de amistad y comercio establecidos entre ambos en la última década. Una cuestión que no podemos soslayar en ningún momento.-
*Maestro ambulante.
mandingacaribe@yahoo.es