AMLO es el mejor posicionado

“Que el fraude electoral jamás se olvide.

Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”

 El martes pasado, en conferencia de prensa conjunta, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard comunicaron el resultado de las encuestas para determinar quién es el mejor posicionado para ser el candidato de la izquierda para las elecciones presidenciales del 2012, las que confirmaron la preferencia de los encuestados por el primero. Independientemente de la precariedad del instrumento para la toma de decisiones, la realidad imperante en los partidos, particularmente en el de la Revolución Democrática, lo convirtió en el medio idóneo para la definición más difícil a que se enfrenta cualquier partido, la candidatura presidencial. El instrumento se convalidó por el acuerdo entre ambos precandidatos y el respeto a sus resultados. Enhorabuena.

     En paralelo, los tres partidos de la izquierda y el Movimiento para la Regeneración Nacional (MORENA) confirmaron el acuerdo para ir en alianza a la elección con candidatos de unidad, con lo que las expectativas de éxito en la contienda aumentan considerablemente para las fuerzas progresistas. Hay proyecto, hay candidato de unidad y hay pueblo organizado para evitar el fraude electoral lo que, todo junto, representa un importante capital político.

     Aún hay mucha tarea por realizar ante el apabullante predominio del dinero y del poder mediático sobre la mentalidad de los electores, por una parte, y ante las mezquindades que suelen aflorar en una alianza tan endeble de las izquierdas, por la otra. Son retos mayúsculos los que habrá que afrontar. Es necesario lograr que el ejemplo de honestidad política mostrado por Andrés Manuel y por Marcelo caracterice el comportamiento de las estructuras intermedias; sólo unidos podremos remontar la adversidad de los poderes reales.

     No obstante, soy optimista. Lo que está en juego no es una simple repartición de puestos ni un campeonato de futbol. En esta elección se estará decidiendo la viabilidad de México como nación independiente. En México aún prevalece un importante grado de patriotismo, a veces limitado al futbol o a las festividades septembrinas, pero que constituye la veta a privilegiar: arribar a la convicción común de que la salvación de cada uno pasa necesariamente por la salvación de la patria. Para eso es el Nuevo Proyecto de Nación.

     También es importante calar hondo en la exposición de la viabilidad del proyecto, que no es la utopía de unos cuantos intelectuales y políticos honestos, sino que se ubica en la realidad nacional y se apoya en la experiencia que se vive a nivel internacional. Se es claro en optar por lo posible antes que por lo deseable. Se pretende implantar la justicia y la solidaridad como formas de la sana convivencia, mediante la vigencia de un estado comprometido en garantizarlas para la mayoría de la población, sumando a todos los sectores de la vida nacional a un nuevo gran pacto en que todos ganen: la gente por acceder a mejores niveles de vida por la vía del trabajo decente, los que con su inversión y esfuerzo producen los bienes que ahora se demanden en mayor medida, los jóvenes que se reencuentren con una expectativa de inclusión eficaz, los campesinos que perciban la correcta respuesta a su trabajo que alimenta al país, los artistas que se vean incluidos como aportadores de la riqueza espiritual de la sociedad y muchos otros sectores que, eliminados los egoísmos y los privilegios, podrán progresar en la medida del progreso de todos.

     El mundo nos está enseñando que, en tanto prevalezca el régimen de la avaricia de los mercados, los platos rotos los paga el pueblo a quien, incluso se le niega la oportunidad de expresarse. En tanto que quienes han podido erradicarlo o, por lo menos, regularlo están logrando avances significativos en la procuración del bienestar social. La globalización es una realidad, hasta ahora perversa, pero tenemos todo para convertirla en virtuosa y es perfectamente viable.

     Es hora pues, de convocarnos los que somos la inmensa mayoría para hacernos del poder a través de llevar a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador, entendiéndolo no como un candidato entre otros, sino como un producto propiedad del pueblo organizado. Nosotros no somos la gente de Andrés Manuel; él es nuestra gente.

gerdez999@yahoo.com.mx



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Gerardo Fernández Casanova


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