Fin de año: EEUU, AMLO, Chávez, Correa, Humala y demás gobiernos progresistas


1. A López Obrador -por segunda vez candidato presidencial, por el despojo del que fue víctima en 2006- lo atosigan desde entonces por empresarios y políticos de ultraderecha con la acusación de ser “agente del chavismo”, aunque nunca haya saludado a Hugo Chávez. Lo mismo nos sucedió a los que éramos activistas de izquierda hace 50 años que fuimos bautizados como “castristas”. La diferencia es que nosotros nunca negamos que simpatizábamos con el socialismo, el comunismo y que luchábamos por hacer una revolución parecida a la cubana; López Obrador, por el contrario –en vez de estudiar bien lo que Chávez ha realizado en Venezuela y defender lo que ese gobierno ha hecho por su pueblo- ha preferido salirse por la tangente o negar cualquier relación para que lo dejen de joder. ¿Y qué ha hecho Chávez? Reducir la pobreza, expropiar medios informativos y empresas, elevar el gasto social y permitir que la gente se organice desde abajo.

2. La realidad es que si los gobiernos yanquis de Clinton, Bush y Obama no hubiesen girado órdenes desde 1999 hasta estos días de combatir al gobierno venezolano de Hugo Chávez por “socialista”, “populista” y “enemigo de los empresarios”; si TV, radio y prensa no hubiesen desarrollado una inmensa campaña de desprestigio contra Chávez ordenada por los yanquis, su gobierno sólo sería una experiencia interesante. Lo mismo sucedió desde 1959 contra Fidel Castro en Cuba, calificado por los yanquis de comunista por el hecho de haber tomado medidas expropiatorias contra propiedades yanquis y poderosos empresarios cubanos. Pero los problemas se han agigantado porque los yanquis en Cuba 1961 y en Venezuela 2002 buscaron frenar esos procesos derrocando a esos gobiernos y asesinarlos después. En los hechos son los yanquis y los medios informativos a su servicio, quienes han agrandado la imagen de Fidel Castro y Hugo Chávez.

3.. ¿Qué pasaría si López Obrador dijera ante el pueblo mexicano que personalmente no conoce a Chávez pero que mucho de lo que ha hecho ha beneficiado a su pueblo y que además tres elecciones, consultas públicas y referéndum con vigilancia internacional, han ratificado su gobierno? Sería suficiente para que los medios, la TV en particular, calificaran a AMLO de comunista y enemigo jurado de los empresarios. ¿Y, cómo quitarse el montón de mentiras y sandeces que propagarían a los cuatro vientos los medios de información si el pueblo no cuenta con canales efectivos para desbaratar la campaña? El problema es que a AMLO lo arrinconan con acusaciones de “chapista”, de “enemigo de los empresarios”, de no ser religioso, de “mandar al diablo a las instituciones”, de imponer sus ideas y, él, sin dar explicaciones o defender su ideología, prefiere negar todo y lo siguen acorralando con preguntas y cuestionamientos para que deje de pensar.

4. Rafael Correa de Ecuador y Ollanta Humala de Perú, que llegaron al gobierno con el apoyo de la izquierda y manejando un discurso progresista esperanzador para los pobres, por sus acciones políticas parecen ahora haber cambiado de bandera. Desde 2009 Correa –con mucho empuje en el liderazgo latinoamericano- comenzó a tomar medidas privatizadoras y a condenar y amenazar luchas populares. Lo mismo está haciendo Humala -que tuvo que enfrentar a la derecha y a los corruptos fujimoristas- a los pocos meses de ascender al gobierno. Mientras la izquierda trabajó años, décadas entre los trabajadores para enseñarlos a defender sus derechos, la burguesía en unos cuantos días acaba con lo logrado y absorbe presidentes. ¿Qué pasó con Lula en Brasil y con el ex guerrillero tupamaro uruguayo José Mujica? En México PRI y PAN son partidos burgueses de derecha, pero López Obrador es una esperanza que puede perderse.

5. Mi amiga América Millán de Radio Nacional de Venezuela me ha pedido que, como colaborador semanario de ese medio de información y análisis, grabe un saludo para los venezolanos con motivo a Navidad y Año Nuevo. La realidad es que me fue casi imposible manifestar mis deseos, mis esperanzas (ideales) de que todos pasen bien sus fiestas navideñas y que el próximo año sea de “de dicha y felicidad”; preferí hacer una reflexión y un llamado a organizarse y luchar por sus derechos, que al parecer es lo que cabe. La realidad es que las batallas que el pueblo debe librar en Venezuela son diferentes a las que en México tenemos que dar. En aquel país el pueblo debe presionar, obligar a Hugo Chávez a construir -como ha dicho varias veces- el socialismo libertario; en cambio en México tenemos que organizarnos para luchar con el fin de que no se siga asesinando al pueblo, contra toda la injusticia y desigualdad que impone el capitalismo.

6. Como puede verse en todos los países el pueblo tiene que batallar: en México por lograr sacudirse de la explotación y el hambre; en Venezuela por empujar a su gobierno a expropiar a los empresarios más déspotas y agresivos y construir políticas en beneficio directo de los trabajadores. Como podrá verse no todos los gobiernos son iguales, aunque sí como principio para mis compañeros anarquistas partidarios del autogobierno, la autogestión o el gobierno directo de los trabajadores. La bronca es cómo llegar a esas organizaciones colectivas, igualitarias, sin jerarquías y horizontales en un mundo capitalista que desde la familia, educación, la religión, impone una sociedad jerárquica como si fuera una cosa natural. “El mejor gobierno es el que no existe”, ¿pero cómo carajos llegamos a ese colectivo igualitario si en el capitalismo lleva más de 500 años imponiendo costumbres y formas de vida?

7. Por ello pienso en este fin de año que los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia y otros más cercanos a la izquierda, aunque en determinados momento apliquen políticas “populistas” o hagan “clientelismo” y “asistencialismo”, son los menos malos aunque estén llenos de errores o incoherencias. Mientras esperamos otros 50 años para que se presenten condiciones especiales para hacer una revolución junto a los trabajadores, digo que no puede estar mal subsidiarlos con dinero, con descuentos, con inversiones sociales, desayunos escolares, comedores públicos, diversiones gratuitas, transporte barato, medicina gratuita, a los sectores mayoritarios de la población. Luchemos por reformas necesarias mientras preparamos condiciones revolucionarias; vigilemos que esas políticas no desvíen el pensamiento ni retracen las batallas. Pero en lugar de buenos deseos de fin de año, hagamos llamados a la reflexión, la organización y la lucha. No hay de otra.

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Pedro Echeverría V


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