La rabia zapatista cumplió 18 años de polémica lucha nacida en pleno
momento del desencanto y confrontación producto del quiebre final del
modelo soviético, con la caída del muro de Berlín y la revuelta del
Caracazo, que trajo el “Por ahora” de Chávez. Pero estos gestos
constituyen un nuevo imaginario revolucionario producto de la
emergencia del marxismo crítico. En todo caso, allí están, con una
práctica que dice y desdice. Escuchemos a Marcos:
“El mundo que vale, el real, es el de los medios. Es ahí donde se
forma el político profesional. ¿Para qué principios, memoria,
honestidad? No son necesarias plataformas políticas o programas de
acción, sino un programa de imagen publicitaria y una plataforma de
cosméticos. Es en los medios donde aparecen esas miradas a través de
las cuales se inventa una realidad desde donde nos asomamos a la
América Latina. Y ahí encontramos miradas que clasifican, juzgan y
condenan, y miradas que tratan de entender. Miradas suplantadoras y
miradas representativas de la ‘beatiful people’, que pierde la
ecuanimidad y equilibrio facial, si se plantean las siguientes
preguntas: ¿Cómo se lucha contra la explotación y la pobreza sin
redistribuir la riqueza? ¿Cómo se recuperan las riquezas básicas, en
manos de las multinacionales? ¿Qué pasa si se realizan reformas
agrarias para limitar el poder de las oligarquías terratenientes y se
potencia la organización popular de los trabajadores campesinos?.
Entonces, buscando respuesta nos hallamos esta frase requisitoria del
Manifiesto Comunista que acompaña aún las insurrecciones
latinoamericanas: “Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad
privada. Pero en vuestra sociedad actual, la propiedad privada está
abolida para las nueve décimas partes de sus miembros, existe
precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes. Nos
reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede
existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea
privada de propiedad. En una palabra, nos acusáis de querer abolir
vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que queremos”. Y es
precisamente ese ímpetu que se salta el cómodo legalismo burgués el
que ha hecho posibles las verdaderas revoluciones.
juanbarretoc@gmail.com