aún recuerdo las largas jornadas de reflexión,
sobre el Paraguay profundo.
El 2 y 3 de febrero del año 1989, a través de una asonada militar, comandada por el Gral. Andrés Rodríguez, se pone fin a los 34 años de dictadura de Alfredo Strossner. Se abre el camino hacia la transición democrática, la cual ha sido una difícil travesía determinada por encuentros y desencuentros, rupturas y continuidades con el stronismo. Proceso que ha vivido varias crisis, de diverso origen y de diverso signo, entre las cuales debe destacarse la que se produjo en 1996, con el intento de golpe de estado comandado por el Gral. Lino César Oviedo, con el cual se puso de manifiesto la fragilidad del naciente sistema democrático. Las secuelas de la misma aun se mantienen vivas, a pesar del tiempo transcurrido.
En el marco de ella debe ubicarse la que se vivió con el asesinato del Vicepresidente Luis María Argaña, ocurrida el 23 de marzo de 1999 y la insurrección popular conocida como el marzo paraguayo, ocurrida entre el 23 y el 28 de ese mismo mes, hecho que determinó la dimisión del Presidente Raúl Cubas Grau, quien había sido electo en 1998. Dimisión que condujo a la designación de Luis González Macchi, Presidente del Senado, como nuevo Presidente de la República (Colorado) y a Julio César “Yoyito” Franco (Liberal), como Vicepresidente. A partir de entonces se estructuró lo que dio en llamarse como gobierno de Unidad Nacional. Experimento unitario que, en enero del año 2000, vivió su primera crisis con la salida de la coalición del Partido Liberal Radical Auténtico, aun cuando siguió conservando la Vicepresidencia. A partir de la misma, la democracia paraguaya comenzó a transitar un proceso de acomodo y reacomodo de sus instituciones, con la finalidad de darle perdurabilidad al sistema democrático.
De tal manera que, el Gobierno del Presidente Luis González Macchi, se caracterizó por su permanente inestabilidad. Situación que tiene su explicación en diversas razones, entre las cuales pueden destacarse las siguientes: fue un gobierno que nació en medio de una situación determinada por la incertidumbre, el caos generado con la muerte del Vicepresidente Argaña, los jóvenes muertos en los sucesos del marzo paraguayo, la renuncia del Presidente Cubas Grau, la carencia de un proyecto político.
Al Presidente González Macchi le sucedió, Nicanor Duarte Frutos, quien se había erigido en máximo líder de la Asociación Nacional Republicana (ANR-Partido Colorado) y, cuyo ejercicio de gobierno (2003-2008), habría de transcurrir en el marco de una aparente estabilidad dado su poder político, la pérdida de fuerza política del Partido Liberal Radical Autentico (Partido Liberal) y de la debilidad de las movimientos progresistas.
La muerte de Argaña
Con la muerte del Vicepresidente Argaña se dijo, que los principales beneficiados eran el ex-presidente Carlos Wasmosy y el Gral. Lino Oviedo, ambos competidores de éste por el liderazgo de la Asociación Nacional Republicana (ANR-Partido Colorado). El enfrentamiento entre Wasmosy y Argaña se inició y profundizó, por la oposición del último a la forma como ejerció el gobierno Wasmosy. A quien se acusó de haberse alejado de la dirección de la ANR, de corrupto e incapaz. Mientras que, el enfrentamiento con Oviedo tuvo otras características. Oviedo, era un líder carismático, dinámico, audaz, pragmático, sin escrúpulo para lograr los objetivos que se proponía alcanzar; en fin, era un competidor fuerte al cual había que sacar del juego, para lograr hacerse del control del partido y por ende del gobierno. He allí la razón por la cual se acusó -con tanta insistencia- al Gral. Oviedo, como el autor de la muerte del vicepresidente Luis María Argaña. Muerte, cuyos responsables aun siguen sin ser “identificados”, aunque en todo el Paraguay se hablé de quienes fueron sus asesinos.
Los sucesos de la plaza del Congreso
Al decir de una parte importante de los analistas políticos de Paraguay, la mayor manifestación popular que haya vivido esta nación, a lo largo de su historia, han sido los sucesos de la Plaza del Congreso, que se produjeron entre el 23 y el 28 de marzo de 1999. Estos, tienen que ser colocados como una clara manifestación popular en la defensa de la libertad, de los avances hacia la transición democrática que se habían alcanzado desde 1989.
El asesinato del Vicepresidente de la nación, Luis María Argaña, fue la “mecha que encendió la pradera” y motivó el descontento popular contra el gobierno de Cubas. Si nos detenemos a revisar lo que se produjo durante aquella gesta nos encontramos con que se:
Convocó, movilizó y concentró la atención de toda la población. Nadie pudo permanecer indiferente a lo que estaba sucediendo.
Permitió creer en el poder de la resistencia ciudadana, capaz de oponerse y vencer al poder más oscuro y a las armas más poderosas.
Devolvió la esperanza de la posibilidad de luchar por construir un Paraguay mejor.
Contribuyó a entender el real sentido de la palabra democracia.
Despertó en los jóvenes y en los niños el interés y el amor por la patria.
Devolvió el orgullo de ser paraguayos.
Revalorizó el sentido del Estado de Derecho y de las instituciones de la República.
Introdujo una nueva concepción acerca de la figura de los héroes de la nacionalidad. Ya no se trataba solamente de las figuras del mundo militar, de los caudillos mesiánicos, de personalidades esculpidas en mármol o en bronce, sino de personas comunes, creadoras de un tiempo presente, padres de familia, jóvenes iguales que cualquiera, capaces de dar la vida por un ideal.
Así lo afirman Rivarola, Cardozo, Rodríguez y Colmán, en la presentación de su libro titulado: El Marzo Paraguayo: una lección de democracia.
La renuncia de Cubas
La renuncia del Presidente Raúl Cubas fue el resultado de la carencia de un proyecto político, que le diera sustentación al largo período de transición democrática que se vivía desde 1989. Si alguna conclusión puede extraerse de la renuncia del Presidente Raúl Cubas es que por primera vez -en más de medio siglo- la ANR no ostentará el poder en forma hegemónica. Los sucesos del Marzo Paraguayo así lo determinarían.
El curso de estos hechos nos dice que, el movimiento que se genera para destituirlo adquiere su mayor fuerza el 23 de marzo con el asesinato del Vicepresidente Argaña. Los principales partidos de oposición, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el Partido Encuentro Nacional, junto con los partidarios de Argaña en la ANR, culparon del magnicidio a Cubas y Oviedo. Ante esta situación, la Cámara de Diputados decidió celebrar una sesión extraordinaria un día después (el 24) y, con la aprobación de 49 de los 73 legisladores, se decidió la destitución del Presidente Cubas Grau. El día siguiente (el 25), el Senado le concedió un plazo de 48 para que se defendiera de las acusaciones imputadas. Y, un día después (el 26), el Movimiento Jóvenes por la Democracia realizó una manifestación frente al Congreso, a esta se le unieron diversos sectores sociales que clamaban por el cumplimiento de sus reivindicaciones, ello fue la chispa que encendió la pradera, el resultado seis jóvenes manifestantes muertos, un Presidente destituido y un General lanzado al exilio.
Sin proyecto político
Incertidumbre y expectativa, son dos categorías que habrán de determinar los primeros pasos de la salida a la crisis. Incertidumbre, porque como ocurre frente a cualquier crisis no conocemos a priori su desenlace, máxime en este caso en donde la dirigencia paraguaya carecía de un proyecto de país. Como dato importante puede señalarse que, para entonces, ya habían transcurrido diez años del derrocamiento de Strossner y, sin embargo, el aparato institucional del Estado y la sociedad paraguaya toda seguía (y sigue) funcionando a la vieja usanza stronista. Expectativa, porque el pueblo esperaba que se produjeran cambios en el funcionamiento de la sociedad paraguaya. Cambios que no se alcanzaron por carecer, todos los partidos y sectores dirigentes de la sociedad, de un proyecto o de un plan de acción para la transformación del país. La prueba más evidente de ello habrá de constituirlo el hecho de que el establecimiento del nuevo gobierno, la Unidad Nacional, no fue más que un reparto burocrático de las instancias del poder a través de cuotas, según su presencia, para los distintos partidos. Ello nos permite afirmar que, en Paraguay, la transición democrática había sido más un slogan que una realidad.
El juicio político al Presidente González Macchi
El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) presentó el 24 de mayo del 2001, ante la Cámara de Diputados, la solicitud de abrirle un juicio político al Presidente de la República Ángel González Macchi. Las razones en que sustentaron la referida solicitud fueron las siguientes:
1.- Por el desvío de dieciséis millones de dólares del banco Central del Paraguay, se acusó al Presidente de ser el “cabecilla, artífice y promotor principal de los negocios de alto rendimiento que se realizaron. Operación para la cual el Presidente González Macchi habría designado al señor Julio González Ugarte, miembro del directorio del Banco Central, para que colocara los fondos, bonos y bienes de la República en dichos negocios de alto rendimiento”.
2.- Se le acusó, asimismo, de la compra fraudulenta de un auto BMW, aseguran que: “el Presidente está comprometido en los delitos de reducción, estafa, lesión de confianza y otros por la compra del BMW. Además, el primer mandatario al informarse de la grave denuncia presentada por el caso del auto, en vez de sancionar, denunciar o destituir a los responsables de haber adquirido dicho automóvil robado en Brasil, se burló de toda la ciudadanía, de la justicia y de los afectados, respondiendo en forma patética que el caso es sonseraiterei (sin importancia)”.
3.- Por la compra de dólares en ANDE (empresa de energía eléctrica del Estado), al Presidente de la referida empresa, señor Mario Orué, se le acusó de utilizar fondos de la empresa en “negocios financieros”, manteniéndolo en el cargo en abierta violación del artículo 42 de la Ley 1.626, De La Función Pública, que establece que: “cuando un funcionario público fuera imputado de hechos tipificados como punibles, será suspendido del cargo por el tiempo que dure el proceso”.
Ahora bien, para que el enjuiciamiento político del Presidente prosperara se requería de su aprobación por las dos terceras partes de los Diputados (44 votos), lo cual no fue posible lograr ya que la fracción mayoritaria de la Asociación Nacional Republicana (ANR-Partido Colorado), del cual es militante el Presidente, logró unificar sus distintos grupos, siendo el ala oviedista la única que estaba de acuerdo con el juicio.
Sin embargo, el oviedismo colocó su decisión en el marco de un acuerdo con el grupo que dirigía Nicanor Duarte Frutos, quien había sido electo Presidente de la Junta de Gobierno de la ANR, para lograr la primera Vicepresidencia de la Junta de Gobierno de dicho partido, la reincorporación de tres Senadores de esa corriente que fueron desincorporados de la Cámara por haber sido acusados de participar en el intento de golpe de mayo del año pasado y el cese de la persecución y hostigamiento, al que había sido sometido el oviedismo en los últimos años.
La ANR sería, entonces, el principal sostén del Presidente. Quien contaría, asimismo, con el apoyo del Partido Encuentro Nacional (PEN), quienes compartían funciones de gobierno e incluso con algunas disidencias del Partido Liberal. Como puede verse no resultaba nada fácil aprobar en la Cámara de Diputados el juicio político; y sí ello hubiera ocurrido, la solicitud de destitución del Presidente tenía que ser aprobada por el Senado, en donde el Presidente tenía un apoyo mayoritario.
¿Qué razones políticas explicaron esta conducta? La primera tiene que ver con el hecho de que la ANR no le entregaría la Presidencia de la Nación a un Liberal, como ocurriría siguiendo lo establecido en la Constitución; cargo que entonces pasaría a desempeñar el Vicepresidente Julio Cesar Franco, militante de ese partido. La segunda, era que el Vicepresidente no gozaba de credibilidad y normalmente se le acusaba de corrupto, de flojo, de no haber cumplido con las funciones de tan importante cargo; es más su oposición al Presidente era reciente, se consideraba que no estaba capacitado para ocupar el cargo de primer mandatario. Muchos paraguayos consideraban que aprobar la destitución del Presidente y la designación de “Yoyito” Franco sería un salto al vacío. La tercera razón, es que se consideró que ello afectaría a la nación, ante la opinión internacional y, generaría un mayor clima de inestabilidad política y económica.
No había duda de que la imagen del Presidente González Macchi estaba muy disminuida, su salida del gobierno se había convertido casi en un clamor nacional. Al principio se acusaba a algunos funcionarios públicos, del entorno más cercano al presidente, de ser los responsables de los actos de corrupción. Acusación que fue extendiéndose a algunos de sus familiares.
De manera sorpresiva, a partir del 28 de noviembre del año 2001, representantes del clero paraguayo iniciaron un conjunto de predicas en sus homilías criticando al gobierno, entre las cuales cabe destacar las de:
Mons. Juan Gavilán, quien señaló: "Yo creo que en la forma actual hoy estamos sosteniendo un gobierno muy débil. He visto que el Presidente invita al Partido Encuentro Nacional a retirarse del gobierno. Yo le invitaría a él a que se retire y que dé un paso al costado en este momento".
Mons. Ignacio Gorgoza, Obispo del Alto Paraná, señaló: "Poderosos compran a jueces".
Monseñor Jorge Livieres Banks, Presidente de la Conferencia Episcopal, en su homilía señaló que: "el País vive dramática realidad. Una realidad cargada de pobreza, miseria e injusticias".
Mons. Mario Melanio Medina, Obispo del departamento de Misiones y Ñeembucú, declaro: "Hay que salir a las calles". Ante la actual crisis y la inacción del gobierno”, dijo que la gente "salga a la calle para pedirle al gobierno que haga algo, que ataque al menos los problemas más urgentes".
Mons. Fernando Lugo, Obispo de San Pedro de Ycuamandyyú, dijo que: "las autoridades no se esfuerzan por hacer un país honesto. Que la Iglesia no descartó que el Presidente debía renunciar. Que el método para cambiar es una gran movilización".
Ante este conjunto de declaraciones de tan importantes representantes de la Iglesia Católica Paraguaya, el Nuncio Apostólico, Mons. Antonio Lucibello, declaró que las insinuaciones de cambio hechas por algunos Obispos "son posturas individuales".
Al mismo tiempo que dejaban oír sus opiniones los representantes de la Iglesia, Joan Prats, consultor de las Naciones Unidas, presentó su informe sobre Paraguay. En el mismo se señalaba que: "que por la debilidad de las instituciones políticas, Paraguay corre el riesgo de ser manejado por las mafias o desde afuera… Paraguay se encamina hacia un proceso acelerado de deterioro social y de influencia creciente de redes mafiosas. Si no hallamos solución internamente corremos el peligro de ser manejados desde afuera".
El referido informe, elaborado por el experto del PNUD, fue titulado por la mayor parte de los diarios de esta nación con el siguiente titular: EN PARAGUAY NO EXISTE ESTADO DE DERCHO. Entre sus principales conclusiones se encuentran las siguientes:
"1.- Solo existe un Estado de Derecho muy parcial. El Estado de Derecho no
existe.
2.- No existe legalidad administrativa. El principio de legalidad ni siquiera esta
consagrado en la Constitución Nacional.
3.- Excesivas elecciones. Falta de elecciones directas en los partidos.
4.- El fraccionalismo partidario fragmenta la política del Ejecutivo.
5.- No existe disciplina partidaria en el Congreso Nacional.
6.- Paraguay no está inserto en la sociedad de informaciones.
7.- Sin reforma, el país necesitaría de héroes, sabios y santos para que funcione".
El referido informe, por sus fuertes criticas, recibió el "rechazo" del ejecutivo nacional. No obstante, en algunos sectores políticos, económicos y académicos, el mismo ha sido considerado como descriptivo de la realidad nacional y que, en vez, de rechazarlo, apriorísticamente, el Gobierno Nacional debe tenerlo presente, para producir los cambios necesarios.
Sin embargo, ante esta crisis, vasto que el Embajador de los EEUU, David Greenle, declarara a los medios de comunicación pronunciándose sobre la situación interna del Paraguay, señalando que “el gobierno paraguayo debería llegar hasta el final de su mandato (2003) y que deberían cesar las fricciones internas”, para que el tema del juicio al Presidente González Macchi, fuese engavetado.
Como lo señalamos al comienzo de este ensayo, el origen de la situación política vivida en Paraguay es el resultado de la manera como se produjo el transito a la democracia en el año 89, ésta era más formal que real, es un sistema profundamente representativista, el pueblo está totalmente ausente de la toma de decisiones, la mejor corroboración de estas afirmaciones es que todas, absolutamente todas, las instituciones siguen funcionando como en el pasado stronista. Para decirlo, con una frase muy común la “revolución” del 89 fue un cambio gatopardiano; a lo cual hay que agregar la crisis de credibilidad que vivían los Partidos Políticos.
En el año 2002, el sociólogo paraguayo Carlos Martínez nos entrego un ensayo suyo titulado: Paraguay Hoy, reflexiones que a nuestro modo de ver sintetizan la situación sociopolítica del Paraguay de aquellos años, la cual muy poco ha cambiado, a pesar del tiempo transcurrido. Decía el autor citado:
“Una síntesis del Paraguay de hoy puede ser la de un modelo democrático oligárquico-electoral, bajo un Estado de Derecho de muy baja intensidad con escasa vigencia de la ley, elevada impunidad, en el contexto de una sociedad acentuadamente fragmentada, desigual y con incremento de los niveles de violencia social”.
Modelo de democracia que para muchos paraguayos era menos eficiente y eficaz que la propia dictadura, el paraguayo asociaba la democracia con la falsedad. Modelo de democracia que como nos lo dice Carlos Martínez, había permitido que se estructurara un
“divorcio triple entre una democracia electoral, un Estado de Derecho de alcance muy limitado y un escenario social de disgregación/fragmentación/fractura creciente con desempleo, subempleo y empobrecimiento llevan a concluir que el sistema político paraguayo está, en el mejor de los casos, bajo una democracia oligárquico electoral”; la cual se sostenía, a partir de “la construcción de lealtades desde el acceso al aparato del Estado”, lo que venía a ser “otra de las herencias no modificadas en la transición”, al igual que, la “continuidad de canales comunicantes entre el Partido Colorado y las FF.AA., durante gran parte de la década del noventa, fue un factor favorable de inestabilidad política”, variables que hicieron posible “la persistencia del modelo patrimonialista clientelista”, el cual fue “un obstáculo a la modernización estatal”. El Partido-Estado, propio del régimen stronista siguió –y sigue- funcionando en Paraguay, como modelo de estructuració0n sociopolítica de la sociedad.
Pues bien, si queremos aproximarnos a establecer una reflexión de carácter sociopolítico, que nos permita ubicar las dificultades presentes en la transición democrática del Paraguay, podemos decir que: a pesar de la crisis de gobernabilidad existente, a pesar de la pérdida de credibilidad de los partidos políticos, a pesar de la llegada a Paraguay del Gral. Lino César Oviedo, el orden institucional no se rompería. Y ello no ocurrió porque, más allá de la debilidad de las fuerzas opositoras, Colorados y Liberales coincidían plenamente en el mantenimiento del orden político, el cual ellos habían construido y el que les permitía ser usufructuarios -a sus anchas- del poder y la riqueza nacional.
La elección del Pa`y Lugo
Pero, apareció un nuevo líder en Paraguay. Fernando Lugo, el Pa`y Lugo, Obispo del Departamento de San Pedro, una de las regiones más pobres y de mayor conflictividad social y política del Paraguay. Región en la cual se dedico a dar cumplimiento a su apostolado cristiano, guiado por los más nobles sentimientos de amor al prójimo, a los más necesitados, a los excluidos, a los marginados, a aquellos a quienes el capitalismo y una sociedad patriarcal, como la paraguaya, les ha negado sus derechos humanos.
En el año 2006, el Pa`y Lugo, encabezo una de las mayores protestas populares que se han realizado en Paraguay, desde los tiempos del marzo paraguayo no se producía una manifestación que congregase a tantos paraguayos. Protesta que habría de catapultarlo como un líder político y social de nuevo tipo, sin ninguna rémora que lo identificara con el viejo liderazgo: frescura, talento, dignidad y un enorme compromiso con las luchas de los más necesitados, lo identificaban como luchador social emergente.
Su pasión por edificar un Paraguay de iguales, lo llevo a colgar sus hábitos religiosos y presentarse como candidato presidencial para el proceso electoral del año 2008. Decisión difícil, cuesta arriba, de grandes riesgos, sacar del poder al Partido Colorado, no era cualquier cosa, durante seis décadas venían gobernando a la nación Guaraní.
Lo logro. Aunque para lograrlo tuvo que aliarse con el Partido Liberal Radical Autentico, allí estuvo su acierto y su error ya que, si bien estos le sumarían los votos necesarios para obtener la victoria, la historia de dicho partido y de sus principales líderes, está llena de conductas perversas, de traiciones, de negociaciones mal habidas, cuya mejor prueba de esta afirmación está en la conducta del Vicepresidente, Federico Franco, uno de los más conspicuos dirigentes del mismo y, como si ello no bastara, desde el punto de vista ideológico, el PLRA, representa en Paraguay lo más oscuro del pensamiento neoliberal.
No hay lugar a duda, el Pa`y Lugo se convirtió en un quebrantador del orden establecido. Su prédica y su lucha a favor de los menos favorecidos y de los sin tierra, en un país eminentemente agrario; su cuestionamiento profundo, radical, a la manera como se había otorgado la tenencia de la tierra, lo llevo a enfrentarse con los sectores latifundistas; la manera decidida como enfrentó la corrupción en la administración pública, golpeando a los sectores colorados y liberales enquistados en las instituciones del Estado, le generaron un permanente enfrentamiento con dichos sectores, ante los cuales no se amilano.
Soñador, heredero de Lambaré, creyó que podría transformar al Paraguay clientelar y patrimonialista. Creyó que podría edificar un Paraguay en donde hubiese un funcionamiento mínimo del Estado de Derecho. Creyó que podría otorgarle al Estado paraguayo el funcionamiento de sus instituciones. Creyó que podría redimirle a los más necesitados mejores condiciones de vida. Creyó que podría enfrentar el poder de los latifundistas, estancieros cuyo origen de las tierras poseídas es el despojo a la población indígena, al campesino desposeído. Se proponía construir un Paraguay distinto al heredado del stronismo. No lo dejaron.
El juicio político
No hay que ser un doctor en Ciencias y Técnicas Jurídicas como para no darse cuenta que, lo ocurrido en el Senado Paraguayo el viernes 22 de junio de 2012, no fue -en estricto sentido- un Juicio Político. A nadie se le ocurre enjuiciar a alguien, menos a un Presidente de la República, sin respetar el debido proceso, violando todas las normas de procedimiento jurídico, en 24 horas, sin derecho a una defensa real, verdadera, con unas imputaciones o alegatos falsos, carentes de sentido jurídico como lo demostraron los abogados defensores del Presidente Fernando Lugo.
Dicha conjura estuvo dirigida por dos de los más nefastos dirigentes políticos del Paraguay: Juan Carlos “Cale” Galaverna, colorado y Abdón “Tito” Saguier, liberal. A ambos los conocí durante mi estancia en Paraguay. Negociantes de la política, “coimeros” profesionales, de pensamiento de extrema derecha, profundamente antidemocráticos, negadores de los derechos del pueblo; recuerdo que en cada acto que se aparecía David Greenle, el Embajador de Estados Unidos, eran los primeros que corrían a adularlo. Allí, en esa fiesta dantesca, estaba Julio César “Yoyito” Franco, ex Vicepresidente en los tiempos de González Macchi, quien más se contento porque a éste no lo enjuiciaran, por el temor de asumir la Presidencia. Allí estaba Lino César 0viedo, golpista, implicado en la matanza del Marzo Paraguayo y de Luis María Argaña. Allí estaban, colorados y liberales, celebrando la victoria obtenida de impedir que Paraguay avance en la búsqueda de nuevos horizontes, que se abra camino hacia una verdadera democracia, hacia la justicia social; que pueda relacionarse como igual, con los demás países del hemisferio y del mundo. Con euforia desbordada gritaban: Viva Paraguay, regresamos al stronismo.
npinedaprada@gmail.com
(*) Ex Embajador en Paraguay