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Durante la Feria Internacional del Libro de Lima participamos en una mesa redonda en el Instituto del Magisterio, en la cual Atilio Borón insistió en que América Latina y el Caribe son decisivos para Estados Unidos. Así lo demuestran la elevación hasta 46 del número de sus bases en la región, la injerencia en los golpes de Estado de Honduras y Paraguay, su abierta desestabilización de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Cada uno de nuestros países deviene objetivo estratégico o bien objetivo táctico para emplearlo en un plan mayor. Estados Unidos intenta apoderarse de una América Latina que se le escapa mediante el llamado Eje del Pacífico, que comprende a México, Panamá, Colombia, Chile y Perú.
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En el IX Encontro Internacional de Artistas e Intelectuais em Defensa da Humanidade en Rio de Janeiro escuchamos a la peruana Mónica Brockman señalar que entre 2003 y 2011 ingresaron a su país con autorización del Congreso 96.450 militares estadounidenses, cuya operación allí supera el millón y medio de horas hombre. Me afirmó que estos contingentes usan normalmente las bases aéreas de su país, al igual que las de Colombia. Tanta presencia militar busca usar a la población del Perú y sus recursos contra el Mercosur, Unasur, la Celac y el ALBA.
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Esta estrategia temeraria significaría incontables riesgos para Perú a cambio de nimias compensaciones. De un total de $ 44.382 millones en exportaciones para 2011, un 18,16% va a la Unión Europea, un 12,46% a Estados Unidos, un 15,33% a China, un 14,87% a Unasur. A pesar del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, las exportaciones hacia ese país están estancadas desde 2006, mientras que las importaciones desde el país norteño se han quintuplicado, configurando una balanza comercial marcadamente desfavorable (Fuente: CAN) ¿Vale la pena subordinarse al riesgoso plan estratégico continental con un país que ni siquiera es su primer socio comercial? Además, su incómodo aliado en el Eje del Pacífico sería Chile, con el cual Perú arrastra enconados diferendos fronterizos. Mejor mirar hacia otros lados: en 2011 las exportaciones hacia Mercosur crecieron 31%, hacia Corea del Sur 80% y hacia Venezuela, 77%.
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El fiel de esta compleja balanza es Ollanta Humala, a quien la derecha a través de sus omnipotentes medios ataca con casi tanta acrimonia como la propia izquierda. A través del Presidente cada sector del país espera realizar sus proyectos, y si ello no es posible, lo adversan. Humala hereda de mandatarios anteriores un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, infinidad de acuerdos con las transnacionales y las aspiraciones de una de las oligarquías más inflexibles del mundo. El pueblo clama por la reforma de los Fondos Aseguradores de Pensiones, y algunos movimientos étnicos adversan el proyecto minero de Conga. Para manejar estas irreconciliabilidades sólo cuenta con una mayoría electoral de tres puntos y un beneficio, el de la duda.
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Cenamos en casa de Linda Lema Tucker con el veterano periodista Carlos Lévano y con Isaac Ollanta y su señora Helena Tasso, los padres de Ollanta. Lévano comenta que la Historia del Perú es una acumulación de catástrofes: tras los quechuas llegan los incas; tras éstos los españoles; tras estos los independentistas. El padre de Humala es un viejo abogado sindicalista y comunista, quien refiere que los godos de Lima aceptaron a San Martín porque más que a él le temían a los indígenas rebeldes que cercaban Lima y cuyas milicias informales habrían terminado decidiendo Junín y Ayacucho. Protagonistas siempre silenciados.
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Quien en definitiva inclinará el fiel de la balanza es el pueblo peruano. En trabajo anterior señalamos que para 2009 el 34,8% es pobre; que su índice de Gini de 49,6 refleja gran desigualdad; que el 10% menos favorecido sólo accede al 1,5% del ingreso nacional mientras que el 10% privilegiado acapara el 37.9%, que su gasto educativo es apenas de 2.7% del PIB. La presión popular decide la reforma de la Ley de los abusivos Fondos Aseguradores de Pensiones, clama por la nacionalización de la telefónica y protesta ante el proyecto minero de Conga. En el mensaje de su primer año de gobierno, Humala avanza que convertirá el agua en un derecho constitucional inalienable. Ojala el pueblo peruano sepa y pueda decidir bien, y sin cataclismo.
(FOTOS/TEXTO: LUIS BRITTO)
luis britto garcía ADJETIVOS EN LUGAR DE OBJETIVOS
Conviene desmenuzar los programas de los políticos antes de que ellos nos desmenucen a nosotros. El análisis de los roles actanciales de Julien Algirdas Greimas postula que en todo texto aparecen los siguiente protagonistas o actantes: El Sujeto Deseante, el Objeto del Deseo, el Ayudante, el Oponente, el Destinador, el Destinatario. Observemos cómo figuran en el “Programa de gobierno” de Henrique Capriles Radonsky.
SUJETO DESEANTE INDEFINIDO
¿Quién desea? El Sujeto es el centro que define la narrativa. Especificarlo es definir el plan de acción; desdibujarlo es formular un programa indefinido. Mencionar clases sociales, proletariado, obreros, excluidos, movimientos sociales, organizaciones, es hablar claro. En el Programa de la oposición no se identifica un solo actor social preciso. Apenas se habla de “nosotros”, “las personas”, “todos” y “los venezolanos”, menciones que sugieren que quieren lo mismo un jornalero que el presidente de Fedecámaras, un conuquero que un estafador bancario. Un programa sin actores es un programa sin acciones.
OBJETO DEL DESEO INDETERMINADO
Lo que queremos nos define. El Programa de la oposición enuncia una lista de Objetos del Deseo (“Educación, Salud, Seguridad, Vivienda y Empleo”), pero no precisa ninguno. Nunca detalla cuántas escuelas, hospitales, módulos policiales, viviendas o plazas de trabajo creará ni de qué tipo ni a cuál costo. En el programa de la oposición sólo hay adjetivos en lugar de objetivos. Por ejemplo: las condiciones de desarrollo han de ser “óptimas”, los niños nacerán en un ambiente “apto”, se velará por la alimentación con políticas “específicas”, la vivienda será “de calidad”, los ambientes “seguros”, el acceso a los servicios públicos “confiable” el transporte público “eficiente, moderno, cómodo y seguro”. Tampoco nos ilustra con detalles sobre la Educación: menciona que las escuelas serán “de calidad” y “muchas”, con maestros “buenos” para que “nos ayude a ser mejores personas”. Puestos ya a especificar, afirman que el presupuesto universitario será “justo” y los programas culturales “variados, interesantes”. Tampoco se escatima exactitud para el deporte, cuya presencia será “activa”, para el empleo, del cual se nos permiten saber es que será “de calidad”, ni para la vida, la cual se explica que será “mejor”. Acerca de la economía no debemos preocuparnos: se nos asegura que sera “fuerte”, y que también será “fuerte” nuestra producción. La única escasez que debemos temer será la de adjetivos, pues los servicios médicos también serán, oh sorpresa, “de calidad”. Pero no faltarán redundancias, pues se nos garantiza “la igualdad de todos por igual ante la Ley”. Y abundarán incoherencias, círculos viciosos y faltas gramaticales, pues “Por eso el ciclo de la vida se convierte en un vehículo para que las personas puedan ver cómo todos podemos progresar según la etapa en la que se encuentren”. El Programa asegura que para cultivar estas perlas “hemos contado con la participación de expertos en todas las áreas para desarrollar una propuesta”. Mas bien parece que compraron una quincalla de adjetivos, y los usaron como expresión simbólica de cada problema que no saben cómo resolver.
SE DESCONOCE EL PARADERO DEL DADOR
Si en el Programa de la oposición hay tal ausencia flagrante de Qués, no es menor la deserción de Cómos. Ni en un solo caso se explica cuáles medios, recursos, fondos o estrategias se adoptarán para regalar tal aguacero de indefiniciones “de calidad”. Menos se revela Quién las dará. Apenas en el primer párrafo afirma que “Nosotros tenemos un plan”. Ese “Nosotros” no tiene nombre ni apellido. La omisión de precisiones sobre un actante siempre revela un problema ¿Por qué no nombrar a los partidos de oposición unidos en la MUD? Nadie confía en ellos ¿Por qué no mencionar a Fedecámaras? Nadie se identifica con ella ¿Por qué no mencionar a la Cuarta República? Si en cincuenta años nunca cumplió lo ofrecido, tampoco lo cumplirá ahora ¿Por qué no mencionar al candidato? Dígalo ahí.
AYUDANTE DESAPARECIDO
Así como no se identifica al Dador Desconocido, tampoco se dan pistas sobre quiénes lo ayudarán a donar las Dádivas Imprecisables. Se asegura que hubo “participación de expertos”, pero expertos en ocultar justamente lo que debían declarar.
OPONENTE INNOMBRABLE
Todo programa político define al Oponente a quien pretende vencer. Derrotarlo ofreciendo que se seguirán las políticas que el Oponente ya ha puesto en práctica con éxito no parece convincente. Lex Luthor pierde credibilidad en cuanto anuncia que destruirá a Superman ¿Por qué el Programa de Oposición no nombra al Oponente que pretende derrotar? Dígalo ahí, o mejor dígalo por qué no lo dice.
DESTINATARIO CLARO
Un programa en el cual no están claros ni Sujeto ni Objeto del Deseo ni Ayudante ni Oponente ni Dador debe bastar para poner claro al Destinatario. Como el profesor en el examen oral ante el estudiante que no hace más que divagar, el Destinatario tiene que decir: “Mucha generalidad… Múúúcha generalidad…”
brittoluis@gmail.com