Por razones obvias, Cuba es para nosotros, venezolanas y venezolanos, el mejor ejemplo revolucionario. La misma sangre, la misma lengua, la misma historia, el mismo enemigo común y la misma lucha de liberación, somos dos pueblos llamados a construir conjuntamente el futuro socialista.
Resulta verdaderamente prodigioso el hecho de que Cuba, a noventa millas del imperio más poderoso de la historia, permanezca incólume en la construcción de un régimen en transición al socialismo. Se trata de un caso que amerita el estudio con mucha atención por todos los pueblos del mundo, especialmente los del Tercer Mundo y en particular los de América Latina y El Caribe.
Es inevitable la pregunta acerca de cuál es la razón de que el imperialismo yanky, que invade a países que se encuentran a miles de kilómetros de su territorio, no se atreva a hacerlo contra la pequeña isla que tiene al frente.
Siempre se dijo que Cuba se sostenía por el apoyo de una potencia como la URSS y, sin embargo, el hundimiento de ésta y Europa del Este, con las cuales llevaba el 85% de sus relaciones, no significó el derrumbe del sistema cubano, como esperaban el imperialismo y sus aliados.
La capacidad de resistencia de un pueblo que no dispone de los recursos naturales que tiene por ejemplo Venezuela, sólo se explica por una elevada conciencia. La confrontación de Cuba y el imperialismo yanky es la confrontación de una elevada moral contra las armas sofisticadas y los recursos materiales. El imperialismo ha quedado en ridículo ante el mundo por su incapacidad de doblegar a un pequeño pueblo del mundo subdesarrollado.
Se ha dicho también que ahora Cuba se sostiene por el apoyo del gobierno de Hugo Chávez, pero ocurre que entre el hundimiento de la URSS y el acceso de Chávez a la Presidencia de la República transcurrió más de una década en que Cuba contaba con la solidaridad moral de la humanidad progresista pero sola ante su terrible y poderoso enemigo.
La base de la unidad del pueblo cubano, secreto de su capacidad de resistencia, reside en la unidad de la clase obrera, muy anterior a la propia Revolución Cubana y que fue preservada a través de todas las intrigas y maniobras del imperialismo y sus aliados. Ese ha sido un factor fundamental para enfrentar el bloqueo imperialista, un acto de guerra que se ha llevado a cabo durante más de 50 años.
En los últimos tiempos Cuba ha estado implementando lo que consideramos el equivalente a la Nueva Política Económica de Lenin y mientras asistimos a la amarga experiencia del derrumbe de la URSS sin que el pueblo, especialmente la clase obrera, saliera a defender su sistema, hemos presenciado con admiración la extraordinaria firmeza del pueblo cubano. No hay otra explicación que la elevada moral de combate que sostiene la lucha del pueblo cubano.
Son estos hechos concretos los que demuestran que en Cuba tenemos el mejor ejemplo en nuestra lucha. La brillante dirección política encabezada por Fidel ha sabido preservar la unidad de la clase obrera y el pueblo.
La operación “Unitas” que el imperialismo realiza anualmente con la armada de otros países del Caribe, incluyendo a Venezuela hasta que llegó Chávez al gobierno, pretendió llevar a cabo por el lapso de un mes con el propósito de estimular un alzamiento contra el gobierno revolucionario al hundirse la URSS, fue rechazada con una contraoperación cubana que demostraba su capacidad de librar la guerra en el propio territorio yanky, tomarle dos bases nucleares y dirigirlas contra Washington. El imperio retiró su operación y no ha vuelto a intentarla. Esta es una demostración de la fortaleza política de la Revolución Cubana.
El revolucionario Hugo Chávez ha entendido esta necesidad histórica: “Creo tener moral para exigirles la unidad de la clase obrera”
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