No puedo esperar más tiempo aunque, casi desde que nací, un año y algo, supe que era tarde. Pero me levanté esta mañana, 56 años después y presentí que tendría que afrontar este momento. Te lo tengo que decir: Te amo Frida Kahlo, te he amado siempre.
Jamás podrá mujer alguna sentirse más dueña de mi, que lo que lo has sido tu, desde la primera noche en que me encontré tu retrato, por allá en mi juventud en cualquier galería. Yo leía a Bretón, entonces., jugaba a surrealista, juego que no olvidaré, ni dejaré de jugar nunca. Como tú dijiste: “Nada quisiera más que hacer lo que me da la gana, detrás de la cortina de la locura”. Se me ha pasado la vida como un circo fabuloso, pero aún sabiendo que no te encontraría. Te fuiste de este mundo o te quedaste, un par de años después que yo nací, y siempre te apareces en cada recodo, ese entrecejo en tu perfil, tu cuello de gacela, tus largas manos y piernas, tu olor a mujer madura, tus cajas de colores y tus pinceles trazando sueños en los lienzos. Tus dos pezones, gruesos y oscuros, imagino, amamantándome con la leche más pura del universo. Tu mano acariciando el cuello de un venado y tus ojos navegando por el Cena y yo esperando por nacer a ver si te atrapaba, Frida K, casi reinvento la dureza de tus muslos y la disipada ternura de tu mirada fija en mis pupilas, casi destrozo los edredones de mi adolescencia quitándote lentamente los anillos de tus dedos, cada collar de tu cuello y el corpiño, para volver a amarte.
Quizá será un requisito para poderme morir con más entrega a la muerte de la que ya me he acostumbrado, vivir sin ti ha sido tenerte siempre presente, casi nací viudo y no me importa un carajo, porque ya no estabas en este mundo y por más que anduve ciudades nunca apareciste, nunca.. Compré pinceles y lienzos y me robe los sueños más deseados y los pinté, pinté mujeres a ver si te invocaba, que carajo, tu tan impuntual como de costumbre. Me gustará morirme entonces a ver si es que hay otras vidas y allá te pueda robar un beso.
Vivir sin ti será lo mismo que fue para ti vivir sin mi, te lo aseguro, solo que tu no viste mis cuadros ni yo los pinté, ni mis fotos, nadie las publicó, no me importa, pero eso si, te amé tan grande como tu me amas a mi cada vez que tus ojos almendrados se duermen dulcitos entre mis dedos que te acarician. Cada vez que alzo la vista a ver las garzas rayando el cielo con sus vuelos y graznidos, cada vez que un tono violeta me recuerda aquel traje con luces que estrenaste aquella noche que cenamos en París ¿te acuerdas? Terminamos borrachos en un banco de Saint Germán, dibujando con tizas sobre los adoquines y escribiéndonos poemas. Soy de los pocos que guardo el secreto de tu sonrisa, donde se derraman cascadas de silenciosos minutos ante todas las estrellas. La revolución te viste de amores, mujer de la anarquía, de soledades. Vivo en el aire me decías, ¿Qué puedo hacer? La única razón para vivir, la tuya y la mía: ayudar a la revolución, a hacer la revolución de los pueblos y empolvarse un poquito nuestra propia vida.
Las ruedas del carro que empujamos cada vez nos acercan más, tu amor le da sentido al camino, la muerte es el regreso al punto donde te extravié, viví la vida respirando tus perfumes y a la salida, por la chingada que iré a por ti, amada Frida. Las páginas y las pupilas de todos los que me lean que sepan mi gran secreto, que eres la arcilla con las que mis manos modelaron quijotes, que eres la mirada severa que me exigió compostura y las caderas que me volvieron loco bajando por tu cintura, Frida, amada, yo se que tu me miras cuando yo te miro, ni que explicárselo a nadie, que carajo importa, para ellos el tiempo es tan solo una línea que comienza y que termina, yo de calcar tus dibujos ya aprendí el secreto de la otra vida.
Creo que andamos pronto a Luna llena, siempre te extraño en estos días, ni falta que me hace asomarme a la ventana, por fin, ya lo hice público, seguiré lo que me resta de camino haciéndome guerrero de la luz, como ordenaste: hijo de tu vientre eterno. Te inventaré, cada noche, recostada en el marco de la puerta de mi cuarto pateando las aves de mis sueños, con tus carcajadas y tus piernas largas que levantan tu falda blanca llena de encajes… Te levantas inmortal desde Oaxaca, con tus brazos abiertos con el cielo de fondo y haces una cruz que bendice a todos los revolucionarios de esta tierra, yo te me quedo mirando allá en las nubes, mujer pájaro, mujer pájaro, mujer pájaro. Y te me vas volando al otro mundo. Pero esta vez te lo dije y lo dejé escrito para siempre Frida Kahlo: ¡te amo! No importa que de nuevo te traguen las alas del silencio.
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