Colombia o el elogio a la traición

No es nada nuevo ni extraño para cualquiera con algo de información de procesos históricos latinoamericanos este reciente comportamiento de genuflexión del gobierno colombiano ante intereses económicos y políticos de los estadounidenses. El gobierno colombiano, como expresión de la oligarquía de esa misma nación, ha sido siempre pródigo en el cumplimiento de tareas cuyo propósito sea desmembrar la unidad latinoamericana.

La inefable Colombia no se ruboriza en lo más mínimo al permitir el funcionamiento de varias bases militares estadounidenses en su territorio y vale decir que tales asentamientos están absolutamente al margen de la legislación colombiana en el sentido de que cualquier tipo de delito que cometa un estadounidense que esté en esos enclaves no será juzgado en el país latinoamericano sino en Estados Unidos, lo cual evidencia la vergonzosa genuflexión de ese gobierno de lacayos tan permisivo con los gringos pero tan cruel e intolerante con la disidencia de sus nacionales.

La oligarquía latinoamericana permanentemente postrada ante los diferentes amos históricos que ha reconocido, está consciente del peligro que corre ante el avance continental de las ideas liberadoras que el chavismo ha insuflado en los pueblos del continente y por ello esta oligarquía se ha activado y mueve sus piezas, peones y representantes para tratar de dar al traste con la esperanza de los pobres de Latinoamérica.

No es de extrañar entonces la intensa movilización de Capriles y la activación de Juan Manuel Santos en este viejo plan de dominación oligárquico en el cual Colombia siempre ha tenido un papel estelar.

En el pasado, Colombia traicionó las ideas del libertador, luego mancilló el vientre de América al permitir el establecimiento de bases militares gringas cuyo único propósito es agredir a los países progresistas y revolucionarios de América y ahora Santos traiciona nuevamente a Venezuela al inmiscuirse en el proceso político interno venezolano y dar al candidato perdedor en las elecciones pasadas un papel y un trato que no corresponde a un sujeto involucrado en el asesinato de 12 venezolanos y en un proceso de desconocimiento de la institucionalidad nacional.

Ahora el inefable que dirige al país vecino, en una nueva evidencia de traición a la causa latinoamericana, manifestó su intención de ser parte de la OTAN en una ridícula expresión de desubicación geopolítica y en una dramática oda al servilismo y a la desvergüenza política.
Hasta la misma OTAN ha rechazado la solicitud del gobierno colombiano y con ello ha crecido el ridículo y el anti histórico papel de los traidores colombianos.

Algo ha quedado claro, Colombia está en la disposición de prestarse para que cualquier país de Latinoamérica sea agredido por los gringos y por tanto Venezuela debe fijar posición clara y firme ante un vecino gobierno cínico y agazapado que se beneficia de manera extraordinaria de la vecindad con nosotros pero que siempre está deseoso de formar parte de los círculos íntimos de los enemigos de Venezuela.


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Miguel Mendoza Barreto


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