Se llama “ley del servicio civil” la ley que firmo Ollanta Humala y que fue aprobada por los legisladores del congreso con una celeridad impresionante. Dicha ley prevé y contempla una serie de condiciones que la población peruana ha tildado de excluyentes y denigrantes. Y no es de dudar cuando cientos de trabajadores públicos y estudiantes se han lanzado a las calles a protestarla, además de otras iniciativas del gobierno de un hombre que en su campaña prometió mucho a los sectores populares pero que luego de dos años de gobierno dista mucho de poder cumplir.
Las calles de varias ciudades han sido escenarios de fuertes enfrentamientos entre trabajadores y estudiantes con la policía. Siendo los mas grandes los que se han producido en Lima, donde los uniformados con métodos tradicionales represivos y gases lacrimógenos, impidieron que la gente llegara hasta el congreso. Mientras tanto Humala dice que las recientes reformas promoverán “la meritocracia” como una iniciativa para mejorar la calidad de los servicios públicos.
No se parece tanto este Humala de hoy a aquel que en su compaña electoral prometió atender las demandas y exigencias de la gente, de tipo populares y progresivas. Esto por supuesto no ha escapado sobre todo a los trabajadores públicos que ahora ven en riesgo sus puestos de trabajo. Como tampoco a grandes sectores estudiantiles que se han sumado a las protestas, entendiendo también los grandes riesgos que se avecinan ante la inminente aprobación de una ley universitaria que no contempla para nada los propósitos ni intereses del estudiantado, sobre todo para los de menos recursos
Pero es un detonante apenas estas leyes. Pues hay mucho más, son muchísimas más razones y motivos de la gente para ir a la calle a protestar. Se manifiesta un hastío total de tanta corrupción e inseguridad. Como igual la poca afinidad e identificación con el gobernante y la mayoría de sus funcionarios. Son en el fondo unas protestas contra la democracia representativa y todo cuanto se deriva de ella.
Es propicio resaltar el papel destacado de una juventud que cada vez más se suma con fervor a las calles para exigir lo que consideran sus derechos y evidencian un afán de no seguir siendo simples obedientes. Como propicio también seria poder entrelazar disposiciones tanto de los trabajadores como de esos estudiantes rebeldes y la juventud en general. Unir propósitos y esfuerzos, enriqueciendo las movilizaciones tanto en lo cuantitativo como cualitativamente, proyectando sus luchas, en aras de hacer historia.