Mis queridos lectores, me aventuro a hacer un análisis de las razones por las cuales Michelle Bachelet ganó en Chile las elecciones y con un margen tan abrumador que ha dejado consternada y fracturada a la derecha chilena. Un análisis hecho desde la distancia, una reflexión de un chileno que vive fuera del país desde hace mucho, y que por lo tanto, este podría ser un argumento para descalificar mis opiniones, pero como a los chilenos que vivimos lejos no se nos permite votar en el extranjero, nadie nos puede limitar nuestra desfachatez de opinar sobre nuestra patria de origen.
Debo decir que tengo muchos amigos de la infancia y la adolescencia que están en el espectro de la derecha chilena, y durante todos estos años los he escuchado hablar sobre las maravillas del gobierno de Sebastián Piñera, el mejor gobierno desde que volvió la democracia en Chile. Obviamente, surge la pregunta de cómo un gobierno tan espléndido puede perder las elecciones de una manera tan abrumadora. Ya han salido connotados voceros de la derecha como Allamand y Larraín a señalar sin ambages que toda la culpa recae en el personalismo de Piñera y su falta de talento político. Creo que estas acusaciones tienen algo de correcto, algo de verdad, pero no toda la verdad. Siempre he dicho que hay dos tipos de personas que nunca deberían acceder a la presidencia de un país, los militares activos o retirados y los empresarios, Piñera pertenece a este último grupo. Tanto, los militares como los empresarios creen que gobernar un país, es algo así como manejar un cuartel o una empresa, nada más lejano de la realidad, porque estas son instituciones no democráticas en donde las órdenes provienen desde arriba y no se discuten. Un país no se comporta igual, las decisiones de los líderes son confrontadas y adversadas, y estos tienen que hacer esfuerzos denodados para persuadir y convencer a los diversos sectores que conforman la sociedad. Los militares como los empresarios desdeñan la figura de los políticos pero esta es una profesión con su know how que no cualquiera puede dominar, y además, puede verse hasta como un arte.
Ahora bien, este argumento de echar todas las culpas sobre Piñera no dice toda la verdad. A mi modo de ver, lo hecho por Piñera estuvo bien, dentro del marco ideológico de la derecha a la cual pertenece, creo que no podía hacer algo sustancialmente distinto, además, quienes lo critican fueron partícipes de su gobierno.
El problema de fondo radica a mi modo de ver, en primer lugar, no entender que Piñera triunfó en Chile debido a que Eduardo Frei hijo era un candidato muy malo, y fue un presidente muy gris. Haciendo un poco de política ficción, creo que Piñera no hubiera ganado si su contendor hubiera sido Ricardo Lagos. También lo ayudó el cansancio de la población respecto de la Concertación, aparentemente, cambiar el nombre a Nueva Mayoría fue algo muy efectivo para Bachelet. Por otro lado, está el hecho de que las demandas de la población chilena en estos momentos no están en sintonía con la visión ideológica de la derecha. La visión de la derecha es muy clara y no permite muchos acomodos, destacándose la defensa a ultranza de la propiedad privada, la menor injerencia posible del Estado en materia económica, la creencia que la fortuna personal depende del empeño y la voluntad del individuo por sobre todas las cosas, que lo fundamental es la inversión privada como motor de la economía, que la inversión permite el crecimiento económico y por ende, el crecimiento del empleo, por lo tanto, se produce un efecto de goteo desde las clases económicamente pudientes hacia las de menores recursos, lo que implica que a largo plazo habrá una mejora en la distribución del ingreso, la defensa de unas tasas impositivas bajas como mecanismo para estimular la inversión y garantizar un buen nivel de ganancias, y la defensa de la educación universitaria privada lo que restringe el acceso a una élite que conformará los equipos directivos de las empresas que dispondrán de una masa de asalariados con una educación básica y media gratuita (la mayor concesión que la derecha quiere hacer al respecto).
No podemos olvidar que Chile es hoy el resultado de una dictadura que duró 16 años, que recién ahora se están castigando los crímenes cometidos como la infausta caravana de la muerte, que fue en dictadura que se perdió la gratuidad de la educación universitaria (yo estudié gratuitamente ingeniería comercial en la Universidad de Chile), que fue en dictadura que se dio un fenómeno de concentración del capital por la vía de eliminar a los sindicatos (recuerdo a Pinochet diciendo que a él le gustaban los ricos), lo que dio paso a que Chile tenga la distribución del ingreso más regresiva de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), llegando a más de 30% para el 1% más rico, 17% para el 0,1% más rico y más de 10% para el 0,01% más rico en promedio durante el periodo 2004-2010 según un estudio de la Universidad de Chile.
Con la vuelta a la democracia en Chile toda esa herencia de la dictadura no fue inmediatamente desmontada por miedo a los militares que tutelaban la democracia incipiente, pero en la medida que han pasado los años la sociedad chilena al parecer quiere cambios profundos. Las víctimas de la dictadura siguen clamando justicia por la violación de los derechos humanos, y aún hay muchos criminales sueltos como los que asesinaron a Victor Jara, los sindicatos vuelven a retomar lo que debe ser su función principal, mejorar la calidad de vida de los trabajadores, ahora sin miedo de ser asesinados como en tiempos de la dictadura (o como dicen mis amigos de derecha, el gobierno militar). Los estudiantes quieren volver a gozar de lo que era normal en mis tiempos mozos, y fue arrebatado a punta de bayonetas, educación universitaria gratuita y de calidad (yo puedo decir que mientras estudié en la Universidad de Chile en la década de los setenta sentí que recibí una educación de calidad), y no como ahora educación privada con universidades piratas y de pésima calidad.
Por último, es lógico que la población chilena exija una redistribución del ingreso más justa, esto es algo que corresponde al espíritu humano, la lucha contra la injusticia y la desigualdad. La derecha como el circunspecto Hermógenes Pérez de Arce chillará que esto es comunismo, que Bachelet nos lleva por el camino de Venezuela. Sin embargo, no es una posición marxista o comunista porque es lo que postulan muchos economistas a nivel mundial, y uno de ellos, es el premio nobel Stiglitz en su último libro “El precio de la desigualdad”. Para Stiglitz la desigualdad extrema, un 1% muy rico y un 99% no rico conduce a que el sistema capitalista no funcione bien, según el autor, la década de 1950 en Estados Unidos es recordada como de las más prósperas con un crecimiento económico sólido y una distribución del ingreso más pareja entre la población norteamericana. En cambio, la década del 2000 es otra historia, con una distribución mucho más desigual del ingreso, el 1% de la población se lleva un poco más del 20% del ingreso total, con el consiguiente aumento del porcentaje de pobres, y todos sabemos que la economía norteamericana ha ido de crisis en crisis, y aún no sale de la última. La derecha chilena y mundial no quiere saber nada de redistribuir la riqueza, por la vía impositiva por ejemplo, argumentando que esto provocará la caída de la inversión. Ya se han escuchado voces de la derecha advirtiendo que la reforma tributaria de Bachelet va a derrumbar la inversión en Chile, más que una advertencia a mí me suena como una amenaza.
Aquí tenemos que argumentar en contra de la idea de la derecha de que la inversión es el motor de la economía, en realidad, el motor de la economía capitalista o de mercado parece ser el consumo y no la inversión. Yo no he conocido un empresario que invierta un peso en producir alguna mercancía para la cual no haya consumidores, de hecho el estudio más importante en la factibilidad de proyectos es el estudio de mercado, si no hay factibilidad de mercado podemos olvidarnos de todo el proyecto.
Ahora bien, el economista Keynes nos habló de algo llamado propensión al consumo y su inversa proporción al ahorro de acuerdo al nivel de ingreso. Los pobres tienen una alta propensión al consumo, ganan poco y todo lo gastan en bienes y servicios. Si una reforma tributaria obtiene ingresos para la educación gratuita, las familias pobres y de clase media no deberán sacrificar parte de su ingreso para educación y lo gastarán consumiendo más carne, más ropa, más zapatos, etc. Por lo tanto, el mercado se ampliará y habrá más oportunidades para la inversión. Los ricos tienen una gran propensión al ahorro, y un consumo elevado pero limitado, por más rico que yo sea hay un límite físico para la cantidad de comida que pueda consumir. Debido a que los ricos son pocos, por más elevado que sea su nivel de consumo, será insignificante su participación en el mercado, los ricos fabrican productos para los pobres.
¿Entonces, qué pueden hacer los ricos con el dinero ahorrado? Si el mercado no está en expansión o no se compadece con el nivel de ahorro, no queda más alternativa que la especulación bursátil, comprar y vender acciones, es decir, ganar dinero a través de la compra y venta de papeles y no a través de una actividad productiva. Todos sabemos los desastres que han ocurrido en este sentido, basta recordar la burbuja de la vivienda en Estados Unidos por la avaricia y la falta de escrúpulos de los banqueros. Un hijo mío compró un apartamento en Miami, en algo así como US$ 260.000, después que reventó la burbuja el apartamento lo puede vender en US$ 140.000, pero está endeudado por la cifra original, la gente trabajadora y honesta ha pagado los platos rotos.
Como podemos ver, mejorar la distribución del ingreso es sentido común económico en una economía de mercado y no es comunismo, es keynesianismo, señor Hermógenes Pérez de Arce.
Ahora no es descartable que al gobierno de Bachelet no le vaya tan bien económicamente hablando, pero esto, debido a lo que está sucediendo a nivel mundial. Si China deja de crecer tan rápidamente como en el pasado, habrá una caída en el precio de las materias primas incluido el cobre, lo que puede bajar el crecimiento económico de Chile, aumentar el desempleo y frenar la inversión. Sin embargo, la derecha se lo achacará seguramente a la reforma tributaria.
En resumen, mi tesis es que la derecha perdió las elecciones en Chile fundamentalmente porque su visión ideológica no coincide con el momento histórico que vive el país, no coincide con lo que la mayoría del país desea, y que es deslastrarse definitivamente del modelo económico y social de la dictadura pinochetista (una nueva Constitución sería algo emblemático), que la distancia entre ricos y pobres no sea tan abismal, pero la posición ideológica de la derecha no permite adaptarse a los nuevos tiempos porque quedaría desfigurada, y con la derecha funciona eso de genio y figura hasta la sepultura. Por supuesto, hay que agregar el carisma de Bachelet (usando la jerga chilensis, es tan dije, tan amorosa la chiquilla), el acierto de cambiarle el nombre a la Concertación por el de Nueva Mayoría, el sintonizar el programa de gobierno con lo que la gente pide, la mercadotecnia de la campaña que me pareció superior a la de la derecha, hablar de una nueva Constitución como emblema de la refundación del país.
Sin embargo, es bueno destacar que la apuesta de Bachelet es bien alta, y por lo tanto, el riesgo de no cumplir lo prometido también lo es, agreguémosle una situación económica futura no del todo clara por los imponderables que puedan ocurrir a nivel mundial, y que golpeen adversamente la economía de Chile, tampoco podemos olvidar la posibilidad que la derecha en su faceta económica baje el nivel de inversión por motivos políticos más que económicos, o que se produzca una fuga de capitales, y en el ámbito político, podemos esperar que la derecha use todos los medios a su alcance para crear retrasos en la aprobación de las reformas prometidas.
Entre la derecha y la población de Chile, en estos momentos, hay un diálogo de sordos, lo que me recuerda una discusión con una expareja, en la cual yo hablaba y hablaba de las cosas buenas que hacía por ella, hasta que me dijo que nada de eso era importante para ella, lo único importante era tener un hijo, algo que yo no quería darle. La derecha le habla al pueblo de las maravillas del gobierno de Piñera, y el pueblo le contesta irreverentemente, pero eso no es lo que yo quiero, yo quiero educación gratuita, salud gratuita, mejores salarios, y en ese momento, se cae la llamada.
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