Sin duda alguna, independiente de su nivel de sinceridad o de su posición ideológica, ningún Papa ha causado tanto revuelo, tanta admiración –por la mayoría - y seguro tanto odio –por la minoría- que Francisco I. En tan poco tiempo, a pesar de su anticomunismo, ha dicho tantas verdades como ningún otro Papa de esos que han gobernado la Iglesia durante años continuados. Pienso, sólo pienso, que los comunistas en la actualidad no deben encontrarse en ese lado que detesta los discursos del Papa Francisco I. En estos días escuché que lo asemejan al extinto Papa Juan XXIII, ese Papa que admiró a la Revolución Cubana hasta su muerte.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas y nadie explica correctamente de cuál unidad se trata), se abroga la potestad de decir que su misión es luchar por la paz y la justicia de este mundo marcado de contradicciones antagónicas, de conflictos entre Estados, de conflictos entre clases sociales, de conflictos entre etnias, de conflictos entre religiones, de conflictos entre partidos políticos, de conflictos entre mafias, de conflictos –incluso- entre familias de una misma clase social; en fin, de conflictos de toda naturaleza. Por eso, camaradas, el marxismo nos aconseja y nos guía a que cuando hagamos un análisis de una sociedad tenemos –de forma obligatoria- que partir de la definición de clase social y no olvidar, tampoco, que los factores secundarios y terciarios que van alrededor del análisis deben ser tomados en consideración. Por eso, en este mundo, no es verdad, no es cierto lo que se atribuye como misión la ONU. Más, no en pocos casos se presta para que los Estados más poderosos e imperialistas les caigan en cayapa a países que no están en condiciones de enfrentamientos bélicos con posibilidades de éxitos inmediatos cuando son invadidos por los mandamases de la ONU.
En la medida en que depauperación vive el capitalismo más degeneración sufre la ONU. Ya ésta ni siquiera cumple algún papel relevante salvo aquel que negativamente se presta para que poquísimos Estados se beneficien de los conflictos bélicos que se producen en este mundo cuyo fondo principal es lo económico. Muchas voces se han alzado solicitando la creación de una nueva Institución Internacional que realmente vele por políticas que produzcan mejores condiciones de existencia para el género humano y contribuya en la defensa del planeta que, de paso, está siendo destruido por los hacedores de guerras y de armas de exterminio masivo.
Es ilusorio, es utopía que en este tiempo llegue a crearse una Institución Internacional que realmente luche contra el capitalismo y por la creación de un nuevo modelo de sociedad. El imperialismo y sus acólitos no lo permitirán. Pretender que se cree sería como declarar una nueva Guerra Mundial de donde podría surgir un mundo socialista si no se concilian los principios del devenir histórico con el conservadurismo del pasado. Pero no, dejemos eso para otra oportunidad. Aunque valdría la pena crear una Internacional Comunista pero más de hechos que de palabras y que las cargas se enderecen en el camino.
Como la ONU seguirá existiendo y allí seguirán cinco voces teniendo derecho a voto y los demás continuarán –a pesar de las críticas- siendo convidados de piedra, propongo que el Papa Francisco I sea su Secretario General. Por lo menos, podemos estar seguros, que nos dirá verdades crudas sobre el capitalismo -aunque jamás nos proponga el comunismo como solución-, que servirán para que el proletariado y sus organizaciones políticas las tomen en consideración para sus análisis y luchas. No olvide esta humanidad –por lo menos su inmensa mayoría- y que vive bajo los crueles rigores y estragos del capitalismo salvaje que el sacerdote Camilo Torres Restrepo nos dijo: “El deber de todo cristiano es hacer la Revolución” y ese es el mismo deber de todo comunista pero, esencialmente, del proletariado. Por eso, no existe contradicción entre el cristiano y el comunista que tratan de hacer valer su deber haciendo la revolución. Más nada.
Creo que no es una locura proponer al Papa Francisco I como Secretario General de la ONU. Trastorno mental sería si uno propusiese a cualquier gobernante de un país imperialista para que le otorguen el Premio Nobel de la Paz. Ni el Diablo estaría de acuerdo con eso. Por eso, Obama está destinado a aclarar cómo fue el sucio juego para que le dieran un Nobel de la Paz.
¿Serán capaces los embajadores de los países llamados del Tercer Mundo o subdesarrollados o en vías de desarrollo proponer al Papa Francisco I como Secretario General de la ONU? ¿Será que se arrechen los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China y borren, de un solo bombazo, al resto de naciones del mapa?