FIDEL CASTRO: HURACÁN REVOLUCIONARIO DE AMÉRICA. BIOGRAFÍA
CAPÍTULO XVI
LA PERSECUCIÓN DEL ESTADO COLOMBIANO
CONTRA FIDEL CASTRO DURANTE 10 AÑOS
No podía el imperialismo desaprovechar aquella oportunidad que se le presentaba para impulsar su cruzada anticomunista que se hacía en presunta defensa del mundo libre, del occidente cristiano y democrático; se refrendaba, con las evidencias del alzamiento popular en Bogotá y el resto de Colombia, la guerra fría, la entente mundial contra el temido Telón de Acero, la Cortina de Hierro y todas las monsergas publicitarias mediáticas conque denominaron el entonces campo socialista naciente de la post guerra.
El comunismo internacional, vaga expresión que decía mucho y poco, que deliberadamente no precisaba, no concreta sino que sugería, era el pretexto para invocar una nuevo credo, un nuevo dogma en nada diferente del que, pocos años atrás, había esgrimido Hitler para justificar el expansionismo alemán, sus crímenes, sus aberraciones y monstruosidades que costaron 55 millones de vidas perdidas durante la II Guerra Mundial.
Ese comunismo era el instigador presuntamente de la muerte de Gaitán, pretexto que supuestamente utilizaron los rojos, junto a sus aliados gaitanistas, para lanzar una ofensiva para la toma del poder con las masas en la calle en Colombia, presentes los cancilleres de América en la IX Conferencia Panamericana, quienes serían testigos de excepción de aquella gesta. Al propio Gaitán, ya muerto, caliente aún su cuerpo, se le denostaba, se le injuriaba, se le ofendía, se le vejaba. Inventaban componendas con las URSS, de ser agente soviético y recibir apoyo financiero para su movimiento sedicioso. Para justificar la truculencia de aquella aberrante historia se decía que habían surgido contradicciones antagónicas entre Gaitán y los comunistas, que éstos lo habían asesinado por no cumplir los acuerdos secretos pactados de antemano. La moderna inquisición en su apogeo, con sus burdas tesis y especulaciones que no resisten la más elemental argumentación que las desmonte, eso poco les importa; ¿si hay contradicciones, exageraciones y éstas son constatadas por la gente? ¡Mala suerte!, lo fundamental es convertir la mentira en verdad repitiéndola un millón de veces ¿no hizo eso Hitler en Europa, no era eso parte fundamental de la estrategia publicitaria y propagandística del fascismo? ¿Por qué no repetirla en defensa del occidente cristiano y democrático?
Un insigne, honesto y recto colombiano, el escritor y militante revolucionario, Arturo Alape, expresará su criterio en torno a aquella cacería de brujas que iniciaba la oligarquía criminal de su país, conjuntamente con los imperialistas norteamericanos.
Así, bajo el espectro dramático de una ciudad en ruinas, con sus cientos de fosas comunes abiertas al sol, se da comienzo a la persecución de las ideas y de los hombres que las profesaban, porque, ineludiblemente, había que encontrar, a como diera lugar, a un culpable o cientos de culpables. Los liberales, al rasgarse como siempre las vestiduras, dijeron que ellos no habían sido los incitadores de los disturbios, y apoyados en el acuerdo que habían firmado en Palacio, en la madrugada del 10 de abril, ansiosos esperaban que se pudiera comprobar la participación del comunismo en los hechos, para quedar en santa paz con su espíritu legalista y republicano. Los conservadores, los gananciosos políticos, señalaron con acierto, según ellos, el origen político de los acontecimientos: el comunismo. Para los unos y los otros, de lo que se trataba ni más ni menos era de lavarse las manos en casa, buscar los supuestos culpables fuera de la frontera, para evitar así -mentes sagaces- que posteriormente la historia los juzgara. Estaban escribiendo a su manera la reciente historia oficial del país.
Entonces se montó la más grande campaña anticomunista de que se tenga memoria: el liberalismo se convirtió a secas en sinónimo de comunismo, evidencia para ser perseguido; la IX Conferencia Panamericana aprobó en medio del desastre, la moción anti comunista impuesta por el general Marshall, nefasta conclusión que condujo al continente a los años de las dictaduras civiles y militares; la Unión Panamericana cambió de nombre para conocerse como la OEA y surgió, en definitiva, la Junta Interamericana de Defensa. Desde luego que aceitaron los mecanismos acusatorios, aprovechando la tensa atmósfera de temor y miedo colectivo de la población. Los escribientes de la ignominia publicaron con afán sus abarrotadas páginas. Para eso medran y sueñan, de eso viven y vivirán para siempre.1
Los sicarios tarifados, mercenarios cagatintas esperaban sólo el turno para entrar en acción dentro de la componenda, de la orquestada maniobra; así un venezolano, Vicente Papper, al servicio del sátrapa Trujillo, de Santo Domingo, escribe una carta apócrifa que está firmada nada más y nada menos que por el Secretario General del Partido Socialista Popular comunistas cubanos Blas Roca, donde presuntamente se expone el plan insurreccional. Dicho texto, fechado en La Habana el 4 de abril de 1948, está dirigido al poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, diplomático de su nación en Colombia.
El primer periódico en publicarla, en un asqueroso despliegue de amarillismo, fue El Colombiano, cuya edición de ese día se agotó. Le seguiría el antiliberal y anticomunista periódico El Siglo. La mentira se vende con amarillismo, dirá Arturo Alape, refiriéndose a esa publicación. Ya estaba en marcha la cruzada inquisitorial contra los movimientos populares, contra las izquierdas, liberales, demócratas, comunistas, luchadores sociales de tendencia progresistas, todos cabían en un mismo saco.
La referida carta no era más que un compendio de mentiras, intrigas, maniobras que rozaban no sólo lo estrictamente lo por acaecer en Bogotá con el alzamiento popular, sino que mezcla deliberadamente al movimiento comunista colombiano, al socialismo cubano, a la social democracia venezolana, siendo como era, Rómulo Betancourt el mayor exponentes del anticomunismo en Venezuela. ¿En verdad, qué había detrás de aquello?
La larga mano del imperialismo norteamericano que venía tejiendo en Venezuela una conspiración para derrocar al presidente Rómulo Gallegos. Chapita Trujillo participaba activamente en esa campaña, no sólo por ser parte interesada, sino aprovechando para pasarle factura a Betancourt quien fue uno de los impulsores, en 1947, junto a Grau San Martín de Cuba, Figueres, de Costa Rica, Arévalo, de Guatemala, y otros líderes socialdemócratas, de la expedición que se preparó en cayo Confites, donde participara también Fidel Castro.
Pero tradicionalmente la oligarquía colombiana -que no el pueblo hermano de Colombia- ha tenido un visceral enfrentamiento con Venezuela y ha apetecido secularmente su territorio, sobre todo el que se refiere al Golfo de Venezuela. Ya se habían adueñado de la Guajira y de una extensa franja territorial fronteriza en una insólita donación hecha por el presidente Eleazar López Contreras en 1941. En pleno fragor de los combates en Bogotá, cuando aún no se sabía la suerte que correría el gobierno de Ospina Pérez, así se evidencia del diálogo que sostuviera en Palacio el presidente Ospina Pérez con el general Gustavo Matamoros el 9 de abril de 1948, donde afirma que desde Venezuela se fomenta y apoya la revuelta.
(Los minutos murieron sin la agonía necesaria, cuando al despacho de la secretaría general, donde estaba el presidente impaciente, aparecieron el general Gustavo Matamoros y el teniente reservista Jaime Fonseca, avanzaron hasta el presidente, presentándole los saludos de rigor.)
GENERAL MATAMOROS
Señor Presidente, acabo de descender de uno de los tanques, después de pasar la más azarosa de las situaciones posibles. La parte céntrica se halla en poder de la chusma. Difícilmente he podido llegar hasta aquí. Al entrar a Palacio uno de los asaltantes me arrojó un machete por la espalda que pude esquivar. Considero el estado de cosas demasiado grave y es mi deber manifestárselo así, su Excelencia.
OSPINA PÉREZ
Está bien, bien, señor general, le agradezco mucho su informe. Creo que atravesamos un momento difícil. Pero nuestro deber es resistir hasta el final.
GENERAL MATAMOROS
¿Qué ordena entonces, Excelencia?
OSPINA PÉREZ
Que vuelva usted a Cúcuta donde también tenemos problemas muy graves. Uno de los mayores peligros se encuentra en la frontera con Venezuela donde, según anuncian los radios, desde ese país ayudan a los revoltosos y se prepara una invasión en masa para auxiliarla. Ésta es una hora de sacrificio en que todos necesitamos ocupar un sitio de honor.2
¿Se tiene una idea de la afirmación del presidente colombiano, que llevándose por noticias radiales, saca de un Bogotá a punto de caer, con gobierno y todo, en manos insurrectas, a un general de aquella talla? Obviamente lo dicho por el presidente oligarca y conservador no podía ser cierto, no pasaba de ser una hipérbole. ¿Tanto era su odio hacia nuestro país, que en un momento postrero de su vida política da como cierta aquella falsedad, debilita estratégicamente la defensa de la ciudad sacando a un importante estratega de la escena como lo era el general Matamoros, con el pretexto de una presunta invasión desde Venezuela? ¿No sería, más bien, Venezuela el pretexto, el chivo expiatorio para mover fichas de un ajedrez político, pues teme que el general Matamoros pudiera volteársele, derrocarlo en aquellos momentos donde estaban dadas las condiciones para ello? ¿Si se produce una invasión desde Venezuela en apoyo a la insurrección, no termina de derrumbarse el tambaleante gobierno fascista de Ospina Pérez?
Pero volvamos a la carta apócrifa que José Vicente Pepper elaborara en los laboratorios de guerra sucia de las agencias de inteligencia norteamericanas y en donde intervienen los gobiernos dominicanos y colombiano, los mercenarios, los conservadores y todo bicho de uña que busca la revancha por la insolencia del pueblo colombiano de pretender un mundo mejor.
Leamos fragmentos de la misma.
Apreciado camarada: hoy se inicia el mes de probar el poderío de nuestras consignas. Al gringo Marshall y al negro Gaitán hay que andarles rápido, antes que tome calor la llamada Conferencia de Bogotá y es tomada en cuenta; todas nuestras concesiones están listas para el lunes 12 (de abril) para vernos orgullosos de nuestros esfuerzos ya realizados, ondear nuestra rábana el 1° de Mayo. Como te digo, nuestra rábana arderá en todos los países orgullosa de su triunfo. De inmediato a no dejar de Bogotá una teja donde alojarse un canario. Ya nuestro orgullo, el camarada Betancourt, debe haber introducido a ésa la gente necesaria y entrenada para tal fin... El decrépito de Ospina Pérez no hará resistencia de media hora, pero de todas maneras hay que destruir a Bogotá para que nos imiten los demás países, a la vez el incendio se pondría de moda. El mundo civilizado verá cómo se reconstruye una ciudad moderna en estos tiempos sin la ayuda de los déspotas del norte... Saludos y abrazas a los demás camaradas y buena suerte y mucho ojo, que los gángsteres de Wall Street tienen un policía especial al gringo Marshall. Uff. (Fdo) Blas.3
La carta apócrifa no sólo hace referencia al venezolano Betancourt, sino al también expresidente Raúl Leoni. El Calvito (Leoni) había enviado buenas hortalizas (dinero) que necesitábamos... para un regalito para Chapita (tirano militar que gobernaba la república Dominicana).
La presunta carta del dirigente comunista cubano Blas Roca, por lo demás pésimamente mal redactada, truculenta, carente en absoluto de seriedad parecía hecha para esa prensa conservadora, venal y amarillista de Bogotá que, junto a la policía y el gobierno, venían fabricando culpables. Como señalamos, el primer periódico que la imprimió como prueba del complot rojo, a finales de junio, en primera plana fue El Colombiano, vocero del conservadurismo que sacó una edición extraordinaria, la que se agotó. Al día siguiente, con igual despliegue de sensacionalismo, manipulación, mala fe y amarillismo, El Siglo, también vocero de los conservadores, la publicaría también en primera plana. Una prueba más del intervencionismo del comunismo internacional.
Aquello era echarle carne cebada a los leones. El escándalo era mayúsculo, se tocaba gobiernos amigos y personajes influyentes en ellos como Betancourt. Como era de esperar las partes señaladas dieron respuesta en torno a lo que consideraban una agresión, el primero en hacerlo fue el Embajador de Venezuela en Colombia, el reputado intelectual Mariano Picón Salas. En tono airado señaló: Es una lástima que se acojan vulgaridades semejantes... El documento huele a cierto tipo de propaganda burda que se elabora en cierto país antillano (Santo Domingo). Quien elabora esos documentos, es un conocido chantajista, traficante de estupefacientes y de calumnias (se refiere a José Vicente Pepper, el que posteriormente con esa carta y otros documentos del mismo tenor escribiera un libro donde acusaba a Rómulo Betancourt de haber introducido clandestinamente armas a Colombia para incitar el levantamiento del 9 de abril). La amistad entre Venezuela y Colombia, no puede alterarse por ese tejido de falsedades. 4
Como era de esperar Betancourt reaccionó de manera indignada por los gravísimos señalamientos que le hacían en la carta, ampliamente desplegada por la prensa ultra conservadora colombiana.
No pasa de ser una cosa imbécil. Los liberales y los conservadores saben que en Colombia, cumpliendo instrucciones del gobierno de Venezuela, fui quien sostuvo decididamente y con más firmeza que nadie, que debía continuar en Bogotá la conferencia a pesar de los sucesos que allí ocurrieron. Ésta es mi reacción ante un documento que desconozco.5
Ya para esa fecha no hay la menor duda del anticomunismo doctrinario y político de Rómulo Betancourt, incluso así lo expresó en su intervención en la IX Conferencia Panamericana, cuyo fragmento incluimos cuando hablamos de la Conferencia. ¿Por qué querer mezclarlo dentro de esa política anticomunista que impulsaba el gobierno norteamericano, el propio gobierno colombiano de Ospina Pérez, que le da beligerancia incluso al criminal Rafael Leonidas Trujillo?
La respuesta estaría dada cinco meses después cuando el presidente Gallegos fue derrocado por los militares y desatada en Venezuela una implacable cacería de brujas, persecución tenaz contra los social demócratas de Acción Democrática (el partido de Betancourt), contra los militantes del Partido Comunista y todos los sectores progresistas.
El poeta Andrés Eloy Blanco, canciller de Venezuela, interrogado por la agencia de prensa norteamericana United Press International, sobre las acusaciones de participación venezolana en El Bogotazo, que se desprende de la presunta carta de Blas Roca, dirá: Es un crimen atribuir a Venezuela, y aún más a los venezolanos que han convivido como hermanos en la tierra colombiana, acción o pensamiento contrario a la paz de aquella tierra.6
Calificará Andrés Eloy Blanco como monstruosa la campaña de la prensa conservadora colombiana, interesada en alterar las relaciones entre las dos naciones y pueblos.
Por su parte los comunistas colombianos no se quedaron de brazos cruzados. El secretario general del Partido Comunista de Colombia, Gilberto Vieira, publica por la prensa liberal de Bogotá el facsímil de una dedicatoria para Vieira, de Blas Roca en uno de sus libros; buscaba establecer la diferencia de las letras entre la firma verdadera de Blas Roca y la aparecida en la presunta carta suya que publicara la prensa conservadora; a simple vista se apreciaba la abismal diferencia, la burda falsificación de Pepper comparada con la firma auténtica.
Un inesperado apoyo recibió el movimiento popular colombiano, cuando el encargado de negocios de Cuba en Colombia, Mario Núñez de Villavicencio declaró de manera categórica e inapelable: Tengo la absoluta y fija certeza de que ella (la carta aparecida en la prensa) no fue redactada por un ciudadano de mi país.7
Pero no para allí la refutación al amarillismo, a las insidias e intrigas anti comunistas y anti populares de los laboratorios de guerra sucia de Washington-Ciudad Trujillo-Bogotá. Desde La Habana, el prestigioso líder comunista Blas Roca envió una carta esta vez sí, auténtica, verdadera, donde señalaba: El cotejo de mi firma, la comparación del estilo y el lenguaje mío son pruebas objetivas de la notoria falsedad de la carta... Con ser grosera y burda la falsificación de mi firma, estilo y lenguaje, lo es menos que la de los conceptos... Los comunistas se oponen, por principio, a los métodos de terror individual y de conspiración de golpes de Estado y de putch; defienden, como fundamento de su acción, la unidad y la movilización revolucionaria del pueblo, la lucha organizada de masas; aun en la lucha contra el tirano Machado, rechazamos y combatimos el método de las bombas y los atentados. Aunque la propaganda imperialista y reaccionaria quiso culpar a los comunistas del asesinato de Gaitán, la opinión democrática del continente rechazó la especie y comprendió claramente que su muerte era obra de los que creen ahogar con el terror las ansias de libertad de los pueblos.
Gaitán, por su posición progresista, fue acusado de comunista, al servicio de Moscú. Es un truco político de actualidad... Los comunistas de Colombia o de cualquier país considerarían a Gaitán con la simpatía de quienes lo veíamos como un posible aliado en la lucha por salvar la independencia y el régimen de libertades en nuestros países. ¿No es evidentemente absurdo que se pretenda hacer ver que los comunistas puedan haber estado a favor de su asesinato?8
Blas Roca, con esa dignidad que lo caracterizó, da un paso valiente y se manifiesta en su carta dispuesto a declarar ante las autoridades colombianas, aportar pruebas que precisen los tribunales para cooperar a destruir la monstruosa provocación con que se quiere salvar a los asesinos de Gaitán y de la libertad. Señalará que es un género tonto de hacer pasar una carta como mía y poner en ella un insulto a un pueblo, el de Colombia, que como todos los pueblos merece mi respeto y cariño.
Las cosas, con respecto al líder comunista cubano, a nivel de la prensa quedaron allí, pero no para el Estado colombiano que decidió incluir el recorte de prensa del mendaz documento del venezolano Pepper como parte del expediente del llamado Proceso Gaitán.
Pero Fidel seguía en la mira de la oligarquía colombiana. Un siniestro personaje, torvo, fascista, señalado como propulsor de aquel genocidio que cometió el gobierno conservador de Ospina Pérez contra el pueblo colombiano durante su sangriento mandato, y a quien se señala como uno de los autores intelectuales del asesinato de Gaitán, Laureano Gómez; el mismo que de manera contumaz inventara cuanta infamia se le ocurría para atacar y destruir a Jorge Eliécer Gaitán impulsaría la cacería de brujas contra el comunismo y, particularmente, contra Fidel Castro, ya de manera personal, a través de su hijo Alvaro Gómez Hurtado y su pasquín El Siglo, o a través de los hilos de la diplomacia cuando ya era presidente de Colombia y desató una implacable carnicería contra el pueblo.
De él dirá su compatriota Arturo Alape: ... reaparece el hombre fuerte de la derecha, el cavernario por naturaleza y principio, el implacable fiscal de la política colombiana, el inventor del millón ochocientas mil cédulas falsas, el defensor del falangismo y del eje fascista, el impulsor de la acción intrépida y el atentado personal, el hombre de la amenaza con la violencia como método de hacer política, método que abrió cauce a la guerra civil no declarada de la década del cincuenta.9
Esta vez el maestro de la intriga y la mentira, de regreso de su autoexilio en España escribirá que lo ocurrido el 9 de abril es un típico golpe comunista, revela un terrible descubrimiento, fundamental para el esclarecimiento de los hechos, que Fidel Castro, el 11 de abril pretendió quedarse en la pensión donde estaban hospedados los también cubanos Alfredo Guevara y Enrique Ovares, según le escribe el dueño de la pensión, Indalecio Rodríguez, por requerimiento del propio Laureano Gómez, en carta fechada en Bogotá el 18 de agosto de 1949, es decir, año y cinco meses desde que Fidel estuvo unos momentos en la pensión que regentaba y de la cual, en cruel y despiadada actitud, los botó al peligro de una calle con un inminente toque de queda donde, de ser encontrado en ella por la soldadesca ahíta de sangre, era una muerte segura, tan sólo porque un joven cubano defendiera al pueblo colombiano.
Por haber estado y estar aún impedido por enfermedad, no he podido ir personalmente a saludarlo con toda la efusión de mi alma por su regreso a la patria, ni había podido darle los datos que me pidió por conducto de mi hijo Alejandro, en relación con los cubanos en la revolución del 9 de abril de 1948.
Después de esa presentación, donde se evidencia que Laureano Gómez está en la búsqueda de cualquier tipo de información que le permitiera demostrar la participación en el proceso insurreccional, entra a detallar los gravísimos hechos que protagonizó Fidel en la pensión aquella tarde del 11 de abril, que demuestran su culpabilidad.
En cuanto estalló el terrible motín del 9 fue mi primer cuidado cerrar por dentro con candado el portón de la pensión para que nadie entrara ni saliera, y así cuando mis huéspedes extranjeros quisieron salirse, no pudieron. En los días siguientes ya se permitió entrar y salir a algunas personas y entonces aparecieron en busca de sus compañeros los cubanos Fidel Castro y Rafael del Pino, quienes se alojaban en el hotel Claridge y querían pasarse a la pensión. Como yo les negase los servicios porque ese personal me daba cierto aspecto de sospechoso en presencia de los hechos que ocurrieron, de facto y sin consentimiento resultaron metidos en la casa a dormir con sus compañeros. Después supe que el (hotel) Claridge, que era allí donde habían descubierto en el papel que estaban desempeñando.10
O sea, que el ciudadano Indalecio Rodríguez, ante los graves motines que estaban acaeciendo en Bogotá lo que se le ocurre es poner presos a sus huéspedes, encerrarlos por la fuerza en aquella vivienda, no dejarlos salir sin prever un incendio, una toma violenta, el abaleamiento, explosiones, etc. Disminuida la insurrección, entregada por los dirigentes liberales que pactan de manera infame con el presidente Ospina, el dueño de la pensión abre las puertas y permite que los huéspedes salgan, por lo menos que estiren las piernas después del largo y forzado encierro, igualmente, casi a año y medio después de ocurridos los hechos, dice que Fidel y del Pino le parecieron sospechosos ¿sospechosos de qué? Aquí comienzan las mentiras del individuo que ya forma parte de la componenda anticomunista, de la campaña antiliberal y quiere forzar la culpa de Fidel, la responsabilidad de Fidel en aquellos sucesos. Veamos qué dice Fidel cuando habla con Alape.
Salimos a la calle, estuvimos viendo como se producían algunos combates de francotiradores contra el ejército y fuimos para la casa donde estaba Ovares, que era presidente de la FEU, y Guevara. Vamos allí, ellos habían permanecido en la casa de huéspedes. Nos reciben bien los dueños de la casa y nos prometen albergarnos allí, porque a la seis de la tarde era el toque de queda.11
Es decir, sí los recibieron, los recibieron bien; en ningún momento el dueño los paró, les negó acceso a la casa, les dijo nada, hasta ese momento todo era normal. Si les parecieron sospechosos de haber estado en la insurrección, no lo dijo, al menos no en ese momento, cuando ya estaban adentro e incluso estaban comiendo. Pero continuemos leyendo la carta de Indalecio Rodríguez a Laureano Gómez y que luego es incorporada como prueba al expediente.
... En medio de esta lucha los intentos de Fidel de hablar por teléfono con la Embajada de Cuba hablaban conmigo y fue entonces cuando Fidel Castro me dijo que él ya se había convencido de que el asesinato del doctor Gaitán no era sino uno de tantos que estaban ejecutando los conservadores. Eso, dicho por un extranjero, que yo le reconviniese con dignidad a tal punto que acabé por considerarlo como persona muy atrevida en sus apreciaciones y por lo mismo persona no grata en casa, en la cual, le dije ni siquiera era huésped. En vista de mi actitud quiso darme algunas explicaciones con el interés de que lo aceptara como pensionado mientras regresaba a Cuba. Y como yo le dijese que yo lo que sentía era vergüenza de que ellos hubieran venido a ver los hechos salvajes que exhibía a Colombia como un país de bárbaros, me dijo: Esto no desdice de la cultura de Bogotá; esto no es sino una manifestación popular de las que están sucediendo en toda la América; cabalmente dentro de dos meses estaremos en lo mismo en Cuba.12
Ante esas gravísimas aseveraciones de Fidel Castro, aquel patriota consumado que es Indalecio Rodríguez, concluye la carta a su paisano Laureano Gómez con la afirmación terrible y la denuncia de que Fidel Castro piensa realizar una revolución en Cuba dentro de dos meses, es decir, en junio de 1948. Se equivocó por 10 años.
Naturalmente, yo le di a esta declaración toda la importancia del caso, y días después, cuando vino un cronista de El Tiempo a tomarme un reportaje, consigné en él tal anuncio de la revolución en Cuba....13
Este documento, clave para llegar a la verdad de la injerencia comunista en todo el proceso, para esclarecer la muerte de Gaitán y como prueba irrefutable de la participación de Fidel Castro en El Bogotazo, lo reproducirá el hijo de Laureano Gómez, Alvaro Gómez Hurtado, en su pasquín El Siglo. Con esa publicación comenzaría la más tenaz e infame campaña de infamias y mentiras por ese medio contra Fidel Castro durante 40 largos años, siendo siempre el señalamiento de que Fidel fue el instigador del bogotazo.
Pero lo que tenía más fuerza en aquella campaña contra Fidel, armada meticulosamente por el Estado colombiano y la oligarquía, tejida durante varios años, con la participación de policías, agentes diplomáticos, soplones era el Informe que, a escasos diez días del Bogotazo, elevara el Detective 106, Santiago Camargo, el mismo que detuviera a Fidel y a Rafael del Pino después del riegue de propaganda en la inauguración del Teatro Colón, donde estaban presentes todas las delegaciones oficiales asistentes a la IX Conferencia. Este individuo miente deliberadamente, exagera, crea fantasiosamente situaciones para que se ajusten a su pretensión de que Fidel es uno de los instigadores del alzamiento popular, llegando a la insania incluso de decir que tuvo algo que ver con la muerte de Gaitán. Veamos la secuencia real de cómo se produjeron los hechos y leamos qué dijo Fidel de aquel arresto.
Después que Fidel y Rafael del Pino participan, junto a muchos otros estudiantes colombianos y latinoamericanos, en el evento que el gobierno ha organizado para homenajear a los Cancilleres Latinoamericanos asistentes a la IX Conferencia, donde se distribuyen profusamente, lanzados desde la galería o gallinero, unos volantes firmados por el Congreso Latinoamericano de Estudiantes, acto agitativo y de protesta donde participan, entre otros, Fidel Castro y Del Pino, la policía secreta de Bogotá a la salida del evento, ya en la calle les hace un seguimiento y los detiene, los apresan y son sometidos a un interrogatorio. Ese hecho, del cual salen los dos jóvenes cubanos sin mayores problemas, tendrá hondas y graves repercusiones después del bogotazo, donde es utilizado como prueba de la participación de Fidel en la organización de la insurrección. El mismo Fidel se refiere al incidente en sus recuerdos de aquellos sucesos ante Arturo Alape.
Ocurrió un incidente en los días en que nosotros estuvimos en Bogotá, ocupados en las reuniones con los estudiantes, los pasos organizativos del congreso y el encuentro con Gaitán, es el siguiente. Se dio una función de gala en un teatro por allá, un teatro clásico y muy bonito, creo que la función de gala tenía que ver con las delegaciones de los gobiernos que participaban en la Conferencia de la OEA. Entonces, jóvenes al fin, un poco inmaduros, nosotros que habíamos impreso unas proclamas en algún lugar, unas proclamas en donde planteábamos todas las consignas del congreso: estaba la lucha por la democracia en Santo Domingo, la lucha por la independencia de Puerto Rico, el canal de Panamá, la desaparición de las colonias en América Latina, la devolución de las Malvinas a la Argentina y la lucha por la democracia. Nosotros llevamos los panfletos al teatro, en la función de gala y los soltamos en la función. Quizás, técnicamente, habíamos estado cometiendo una infracción, no lo sé, pero no lo hicimos con intención de violar las leyes y mucho menos, sino de hacerle propaganda a nuestro congreso. Después caímos presos. Parece que al poco tiempo de estar nosotros allí, la policía secreta conoció que había unos estudiantes organizando un congreso, conoció algo de nuestras actividades, además de nuestra distribución de los panfletos en el teatro, cosas que a nosotros nos parecía lo más natural del mundo y que solíamos hacer en Cuba y como consecuencia de eso llega la policía, no me acuerdo exactamente dónde y cómo fue que me arrestaron, pero creo que estábamos en el hotel.14
El arresto se originó, como se dijo, saliendo del Teatro Colón, en la calle, los llevan al hotel Claridge donde estaban hospedados, allí les requisan algunos periódicos venezolanos, un libro de Rómulo Betancourt, hojas de denuncia de la Conferencia, de las lanzadas en el Teatro Colón, y sus pasaportes. Es de señalar que tanto los periódicos, probablemente ejemplares de El País, vocero de Acción Democrática, donde Fidel dio declaraciones durante su estadía en Venezuela promoviendo la participación de los estudiantes universitarios venezolanos en el Congreso Latinoamericano de Estudiantes a realizarse en Bogotá. En cuanto al libro de Rómulo Betancourt, no sabemos cuál es, tal vez algún texto con discursos durante su presidencia en la Junta de Gobierno, libro que le obsequiaran en Caracas. No tiene nada de raro que Fidel lo tenga entre sus pertenencias si se iba a entrevistar con Betancourt en Caracas, llevaba para él una carta de su amigo dominicano Juan Bosh y, con toda seguridad, si bien no pudo conversar con él personalmente por estar fuera del país, los directivos juveniles del partido AD, con quienes se reunió en su corta visita a Venezuela, éstos se lo obsequiaran al final de la entrevista. Lo que si resulta malintencionado es que el Detective 106 hiciera mención de eso en el Informe que envía para ser anexado en el expediente del Proceso Gaitán, habida cuenta de que la santa inquisición judicial colombiana buscaba desesperadamente pruebas, y como se ha podido ver, Venezuela, Betancourt, comunistas cubanos y de otras nacionalidades aparecen de manera recurrente en toda aquella infame campaña.
Fidel relata no sólo al lugar donde fueron conducidos él y Del Pino, el interrogatorio y lo que les dijo a los policías.
Éramos dos, y tal vez algún estudiante colombiano. No recuerdo bien. Nos llevaron por aquel edificio y pasillos y nos sentaron, nos hicieron un interrogatorio. A decir verdad, quizás por el idealismo de uno, en el ardor de la juventud, nosotros les explicamos a las autoridades de allí quiénes éramos, qué estábamos haciendo, lo del congreso, cuáles eran nuestros propósitos en el Congreso, lo de Puerto Rico, lo del Canal de Panamá, lo que estaba en el panfleto y las ideas con que nosotros estábamos organizando el congreso. A decir verdad, parece que tuvimos un poco de suerte en la conversación con las autoridades del detectivismo allí, la cuestión es que, incluso, yo saqué la impresión de que algún responsable le gustó lo que nosotros estábamos planteando. Habíamos sido persuasivos con ellos. Tal vez se dieron cuenta de que nosotros no éramos una gente peligrosa ni mucho menos, ni nos estábamos inmiscuyendo en los problemas internos del país. Tal vez porque les gustaron algunas de las cosas que estábamos planteando, ignoro las razones, pero el hecho es que después de aquel interrogatorio, nos ficharon y nos pusieron en libertad. Quizás nosotros estábamos corriendo un peligro mayor de lo que nos imaginábamos, pero en ese momento no estábamos conscientes. Simplemente, después del interrogatorio y todo eso, nos fuimos para el hotel otra vez y continuamos muy tranquilos nuestras actividades.15
De ese interrogatorio nacerá un expediente, elaborado por el Detective 106, Santiago Camargo, el 19 de abril de 1948, que servirá de montaje jurídico donde el Estado colombiano intentará demostrar la autoría, participación y conducción de Fidel Castro de los sucesos posteriores a la muerte de Gaitán conocidos como El Bogotazo. Dicho expediente formará parte de otro más voluminoso que se va conformando durante el llamado Proceso Gaitán.
Veamos ahora lo que expresan los interrogadores de Fidel y Delpino cuando la indagatoria. Comencemos por Santiago Camargo, el Detective 106.
Enterado de uno de ellos (lo que decía el volante), constaté su origen en un par de ciudadanos extranjeros que se encontraban en la galería, con un buen número de ellos. Los capturé y los conduje hasta el hotel en donde estaban ellos, que era el hotel Claridge, decomisándoles las hojas, un libro del doctor Rómulo Betancourt, sus pasaportes visados en Medellín y nada más. ¡Ah!, no. Y unos diarios de Caracas con los retratos de ellos.
Los nombres de tales extranjeros son Rafael del Pino y del otro no me acuerdo, pero está consignado en el informe respectivo. Fueron llevados a la oficina del detectivismo, en la calle novena; allí analizamos sus papeles o los papeles que tenían de propaganda subversiva, al igual que sus pasaportes; el señor Pablo Serrano, el doctor Enrique Franco y el encargado del servicio de información resolvieron ponerlos en libertad, alegando que su labor (la de los cubanos) estaba ceñida a la política del coloniaje (sic) que se iba a discutir en la Conferencia Panamericana. Nuevamente y con un compañero detective, cuyo nombre no recuerdo en el momento, pero que puedo darlo, después de estar puestos estos señores en libertad, volví a la pieza del hotel Claridge a entregarles los papeles decomisados y los pasaportes, que ordenó el doctor Franco que también se los devolvieran. Eran aproximadamente las once de la noche. Allí en la pieza de los cubanos les manifesté que debían presentarse a arreglar sus papeles de extranjería en la oficina correspondiente al día siguiente. El día lunes no fueron, y yo le informé al doctor Cortés sobre lo ocurrido con este par de ciudadanos extranjeros; así fue como el día martes me trasladé con el doctor Cortés a la pieza de los cubanos en el hotel Claridge, en donde el doctor Cortés les decomisó los pasaportes, ordenándoles, a la vez, que se les practicara una especie de ronda y les decomisara los papeles de propaganda que pudieran estar relacionados con interferencia de política extranjera en la política de nuestro país. En tal virtud les decomisé nuevamente las hojas de propaganda y un cablegrama cuyo texto está citado en el informe, llamándome la atención un poco de folletos del doctor Gaitán y unos retratos del mismo, los que no estaban en la pieza en la visita que se les practicó el día sábado mencionado. Interrogados sobre la tenencia de tales retratos y tales folletos, me manifestaron que se los habían regalado unos universitarios. Todo eso fue decomisado a excepción de los retratos del doctor Gaitán, y se los llevé al doctor Cortés notificando a los cubanos que se presentaran el día martes, el día miércoles, a los oficinas de extranjería.16
Resulta interesante la lectura de la versión que da el detective Pablo Serrano Plata cuando leyó los panfletos que editaron los asistentes al Congreso Latinoamericano de Estudiantes y que parte de estos fueron arrojados en la función del teatro Colón. El hombre hace un análisis político del contenido de ellos y concluye que los mismos no eran en absoluto subversivos, en virtud de esto y por el poder del que está investido, ordena la libertad inmediata de los detenidos, la devolución de sus cosas, incluidos los volantes.
¿Hubo ligereza en aquella conducta del funcionario detectivesco, quien actuó de manera apresurada o, por el contrario, hizo lo correspondía hacer?
Nos parece que se ajustó a lo que le correspondía hacer, es decir, después de la valoración del contenido de los papeles, al ver que estos no atacaban la política interna de Colombia ni tenían carácter subversivo, lo más natural era soltar a los dos jóvenes.
Una noche cuya fecha no puedo precisar, más o menos a las once de la noche u once y media de la noche, el Detective 106 llegó con dos sujetos (sic) que parecían ser cubanos y que dizque los habían encontrado repartiendo propaganda en el teatro Colón de esta ciudad. El detective mencionado presentó algunas hojas volantes que les habían decomisado y los papeles que acreditaban la entrada de los dos sujetos en forma legal al país. No me recuerdo con precisión si la visa de los pasaportes estaba hecha en Cali (habla de Medellín). Yo leí la propaganda a que se hacía alusión en la hoja y como se trataba de propaganda de anticoloniaje, que a mi juicio no tenía nada de subversivo y que no atentaba en forma alguna contra las instituciones y la tranquilidad del país, y que consideraba permitida, conceptué que ya que estos señores tenían sus papeles en regla debía ponérseles en libertad, y que debían cumplir con el requisito de presentarse a las oficinas de extranjeros de esta ciudad al día siguiente para que allí tomara nota de los papeles que ellos presentaban y de la situación en que ellos se encontraban en el país.17
Pero continuemos en la lectura de fragmentos de la lectura del Informe del Detective 106, fechado el 19-04-49, donde evidencia que, pese a estar éstos en libertad, no tener problemas con las autoridades de extranjería o de otra naturaleza, el sabueso coincide con ellos en diversos lugares, los sigue, chequea y en su mendaz informe llega a decir que el asesino de Gaitán, antes de cometer su atroz fechoría, estaba conversando con Fidel.
Era el día martes seis de abril por la mañana; a insinuaciones de ellos (los cubanos), yo en su compañía, abandoné el despacho de la Sección de Extranjeros, porque me forzaba hacer una diligencia oficial en la calle. En llegando con ellos, a la avenida Jiménez de Quesada con la carrera 13, Del Pino me manifestó que tenía que hacer una diligencia en el hotel Granada, a lo cual Castro le llama la atención a Del Pino, diciéndole que se fijara en lo que decía, que no era el hotel Granada a donde tenía que ir, sino a otro distinto, porque el primero ni siquiera lo conocían. Así y en aquel sitio me separé de ellos, cuando un amigo mío de apellido Bermúdez, me saludó inquiriendo sobre la personalidad de aquellos muchachos dizque porque el día anterior los había visto en las oficinas del doctor Jorge Eliécer Gaitán.18
Fidel y Rafael del Pino, probablemente porque tenían que conversar con algún delegado argentino hospedado en el hotel Granada, se dirigieron allí. Si Fidel le hizo algún tipo de reclamo a del Pino fue porque, al estar presente un policía que los había arrestado, era una imprudencia hablar delante de él de lo que pensaban hacer. Hacia allí fueron entonces y, el policía que no los pierde de vista pasa por ese hotel y los vé en el hall, de allí concluye, que ellos no tenían nada que hacer allí y su presencia se hacía sospechosa. Por otra parte, está más que comprobado que Fidel Castro y Rafael Delpino hablaron con Gaitán el día 7 de abril, pero el Detective 106 deja ver que fue el 6 de abril.
Pero he aquí, dice el Detective 106, la farsa: Todo esto sucedía a las diez y media de la mañana de aquel día, y a las once de la misma mañana pasé ocasionalmente por la calle quince con dirección a la carrera sexta y precisamente, otra vez los cubanos, en el hotel a donde no tenían que ir ni qué hacer; en el hall del Granada.19
El Detective 106 crea deliberadamente, malintencionadamente, una atmósfera contra Fidel Castro en su mendaz informe que sirve a los jueces inquisitoriales colombianos para lanzar contra él gravísimas acusaciones; igualmente en sus declaraciones en el Proceso Gaitán. Veamos.
... Llegó el funesto día del nueve de los corrientes, y también en la mañana, por razones de diligencias de unas capturas, yo estaba en la carrera séptima a inmediaciones del Granada. Allí, en el café Colombia, sentados en una mesa con otros dos sujetos, estaban los cubanos a las once y media a.m. Creo no equivocarme; tengo un testigo, detective que oyó a los contertulianos palabras referentes a su detención por el suscrito, pronunciando mi nombre y apellido; momentos luego estuve con el señor Diego Quiñones y me parece ver la escena en que un sujeto mal vestido, en la puerta del café Colombia, idéntico en su cara al que más tarde publicó la prensa como el asesino del doctor Gaitán, conferenciaba con el cubano del Pino. Yo estaba al pie de la sombrerería San Francisco.20
Más claro y directo en su acusación del vínculo entre Fidel, del Pino y el asesino de Gaitán, Juan Roa Sierra, no es posible, así lo vierte en el informe que eleva a las autoridades, mintiendo de manera descarada, burda y criminal, aunque posteriormente él mismo se contradecirá de esa afirmación cuando es interrogado por los jueces en la indagatoria en el Proceso Gaitán.
En la siguiente pregunta que le formulan, se contradice con lo dicho antes:
¿Los cubanos conversaron con los compañeros que tenían en su mesa? 21
Responde evasivamente, negando de hecho lo afirmado en el informe donde dice haber visto a Juan Roa Sierra conversando con Rafael Delpino.
Únicamente alcance a demorarme unos dos o tres minutos en el Café, puesto que no encontré a los señores a quienes iba a buscar y apenas fue tan ligera mi observación que aunque vi que estaban conversando, no puedo constatar entre quienes estaba el que me parece el asesino de Gaitán.21
Pero no para allí el fantasioso y mendaz informe, truculencia más propia de un folletín barato que de hechos objetivos vistos con honestidad. Ya no es sólo la mentira, los extremos de exageración y truculencia son tales que resulta verdaderamente insólito que un ente superior o el tribunal de una causa tan delicada como lo era el Proceso a Gaitán les haya dado admisión. Leamos las perlas que siguen.
Pasados los sucesos del día nueve y siguientes, el día trece de abril por la tarde fui comisionado con otros dos detectives para visitar el hotel Claridge y poner en la debida seguridad a los cubanos, materia de este informe. En efecto, al llegar al hotel, el señor gerente del mismo me manifestó que los mencionados sujetos en la mañana de aquel mismo día habían pagado su cuenta y retirado sus equipajes con destino a la Legación Cubana, de su país en Bogotá. Que la noche del nueve habían llegado armados de escopetas o fusiles como también de revólver... Que el señor Guillermo Hoenigsberg, también domiciliado en el hotel Claridge, pudo captar varias conversaciones del par de cubanos en las que precisamente se comentaba lo certero del golpe y el éxito rotundo en la participación que a ellos les había correspondido dentro del mismo.22
Fidel y Delpino llegan al hotel Claridge el 11 de abril, por supuesto que sin armas, ya Fidel había entregado su fusil a las 11 a.m. en la Quinta División de Policía donde estaba; sale a la calle y se encuentra con Delpino, quien también vivió una odisea y estuvo a punto de morir. Cuando llegan al hotel, hambrientos y sin dinero, allí se enteran que los están buscando para apresarlos, que los señalan como responsables de los disturbios. ¿Pagaron su estadía y se llevaron sus equipajes? Si no tenían dinero ¿con qué iban a pagar? ¿Dejaron allí sus pertenencias? El propietario del hotel le dijo al Detective 106 que pagaron y se las llevaron, pero dice que fue en esa mañana del trece, cuando en realidad fue al mediodía del 11 de abril. Fidel se refiere a eso.
Cuando nosotros llegamos al hotel es cuando nos damos cuenta de que nos están acusando a nosotros los cubanos, dicen: ¿pero ustedes qué hacen aquí? Todo el mundo los anda buscando a ustedes Ya los cubanos éramos famosos en ese momento, cuando llegamos al hotel. Había conservadores también en el hotel, y se nos buscaba a nosotros como los responsables de todo aquello. Nosotros sin un centavo, sin conocer una sola dirección, fíjate la situación nuestra, sin un centavo y sin conocer una sola dirección en Bogotá. Eran como las dos de la tarde o las tres.23
La mentira desencadenada por el Detective 106, que servirá de catapulta para una campaña que dura casi 50 años contra Fidel Castro, pese a su inconsistencia jurídica y ética, se verá no obstante, desvirtuada por la honestidad de la persona a la que precisamente el Detective 106 señala como testigo de su audaz e irresponsable señalamiento. Diego Quiñones Olarte desmentirá al perjuro. En la indagatoria es interrogado de la siguiente manera.
¿Conoce usted al señor Santiago Camargo?
Sí, señor, lo conozco como paisano que es mío, y como detective.
¿No conoció usted a los ciudadanos cubanos por los cuáles se le ha preguntado?
No, señor.
¿Estando en alguna ocasión udted en compañía del señor Santiago Camargo en el café Colombia de esta ciudad, le oyó hablar al señor Camargo de dos cubanos y se los indicó a usted, como si estuvieran cerca a usted?
Absolutamente no.24
La mano de odio oligarca, conservadora, los Ospina Pérez, los Laureano Gómez, el pasquín mentiroso de El Siglo harán de la participación de los cubanos en El Bogotazo, de su aporte desinteresado, altruista, profundamente internacionalista un problema de Estado, así comenzará a funcionar una diplomacia policial que llega a Cuba e incluso a México, durante el exilio de Fidel en la nación azteca. A la embajada de Colombia en La Habana llegan siete exhortos con las instrucciones expresas de que se investigue a Fidel por su participación en El Bogotazo, pero además que se investigue detenidamente todas sus actividades en Cuba, es decir, se le haga un montaje policial para chequearlo de manera minuciosa.
La Cancillería colombiana recibe el primer Informe Confidencial sobre la participación de los estudiantes cubanos en los motines ocurridos en Bogotá, de su embajada en Cuba, el 21 de abril de 1948, apenas 9 días de haber llegado los estudiantes cubanos a su país procedentes de Colombia, lo elaboró el cónsul de Colombia en La Habana, Lácidez Moreno Blanco. En dicho Informe se detalla un minucioso pesquisaje policial de la llegada. Haciendo deducciones especulativas señala que los estudiantes cubanos fomentaron motines en Bogotá y participaron en ellos; que al sentirse o saberse perseguidos por la autoridades legítimas de Colombia, se acogieron a la protección de la embajada cubana en Bogotá y del embajador Belt, éste se las otorgó en forma que ignora el suscrito; quien arregló su salida para el día siguiente, que éste, es decir, el doctor Belt, los condujo bajo su protección a Techo. En un avión de la compañía Expreso Aéreo Interamericano S.A. salieron para La Habana el día doce del mes en curso, a las once y treinta y cinco de la noche, vinieron además, los estudiantes cubanos Rafael Rodríguez Cervera, Fidel A. Castro Ruz, Rafael L. del Pino y los mexicanos Jorge Minville y Raúl Gaspar.
Por informes privados, he tenido conocimiento que estos estudiantes, cuando venían en el avión, rumbo a La Habana, dieron a la oficina de Radio de Rancho Boyeros nombres supuestos, pero al llegar a tierra se identificaron con sus respectivos pasaporte.25
¿De qué forma obtienen la embajada de Colombia en Cuba esa información tan precisa y minuciosa de la forma como salieron los estudiantes cubanos?
Evidentemente que a nivel de la Cancillería y del gobierno cubano de Grau San Martín. Ésa es una información con un nivel de confidencialidad sumamente importante que no está a la mano de cualquier funcionario de baja jerarquía. Con toda seguridad la embajada cubana en Bogotá envió una valija diplomática donde informaba de lo acontecido en Bogotá, la muerte de Gaitán, la insurrección, todo lo que era importante, y la presencia de los estudiantes cubanos en la sede del consulado o la embajada el 11 de abril solicitando protección; obviamente debía venir una referencia a que esos estudiantes estaban siendo buscados y solicitados por su participación en los hechos de Bogotá.
Pero el Informe del cónsul es mucho más explícito. Continuemos su lectura y nos percataremos que la embajada de Colombia en Cuba sabía que llegaría al aeropuerto habanero, casi a la medianoche, un avión de carga que traía a los estudiantes que participaron en el Congreso Latinoamericano de Estudiantes, tan lo sabía el cónsul, que fue a esperarlos. Una pregunta, un tanto ingenua, se nos ocurre hacer: ¿cómo sabían en la embajada colombiana en La Habana que llegarían los estudiantes en la noche del 12 de abril? ¿Por sus mecanismos de comunicación o por información que les transmitieron las autoridades cubanas?
Una vez en la pista de aterrizaje, de los primeros en descender fue un sujeto joven y algo fornido, quien vestía chamarreta de cuero y comenzó a darle vivas al Partido Liberal, abajo a los conservadores y al presidente Ospina Pérez, lo que me sorprendió algo y me obligó a que me acercara para reclamarle por ese tono agresivo. Al rechazarle me pidió que no lo tomara a mal, pero que yo no sabía cómo estaba Bogotá ni las atrocidades que allí se habían cometido, sin que el gobierno brindara garantías a nadie. Como prueba de lo que me decía me entregó varios ejemplares de la prensa de Bogotá, El Espectador, entre otros, en los que se reseñaba las primeras informaciones de los acontecimientos de la capital colombiana, así como el de otras ciudades del país. Ya en charla menos tensa se identificó como Fidel Castro Ruz, agregando que había ido a Bogotá en compañía de otros amigos universitarios, allí presentes también, nombrándose Rafael Rodríguez Cervera y Rafael Del Pino, a fin de protestar por el coloniaje en América y varias dictaduras del continente....26
En sus Informes periódicos el cónsul va revelando el aparataje de espionaje que monta en Cuba para obtener información sobre los estudiantes cubanos, en particular de Fidel Castro. Informantes que trabajan en la prensa, en la policía política de Cuba. Fuentes seguras y confiables, así se aboca a investigar sobre las instituciones de masas de los estudiantes universitarios y obtiene asombrosos pero falsas informaciones. Seguí discretas averiguaciones sobre dichos estudiantes. De las diligencias con amigos del periodismo y de la policía secreta, saqué en conclusión que eran individuos conflictivos, pertenecientes a la FEU, organización universitaria muy dada a la violencia y a los atentados criminales que tanto afectaban la vida cubana de hace unos años..27
La eficiencia del cónsul colombiano en sus labores policiales en La Habana, totalmente alejadas del hecho diplomático naturalmente, se ve al fin coronado por un éxito que lo lleno de patriótico orgullo conservador que, piensa será justamente valorado por sus superiores en Bogota. Ve con asombro aquel documento con la misma admiración que se ve un mapa que revela secretos tesoros. Tiene en sus manos, caliente aún la tinta, olorosa a taller, las últimas ediciones de la revista Bohemia, contentiva de importantes revelaciones.
Dice el cónsul en su Informe a las autoridades colombianas.
La revista Bohemia, desde La Habana, publicó en sus entregas de las semanas siguientes entrevistas y relatos de estos sujetos acerca de los acontecimientos de Bogotá, y en una de esas crónicas Fidel Castro aparece dentro de una foto que le fue tomada en medio de las calles convulsionadas y los edificios incendiados de Bogotá. Y como ya se denunciaba al comunismo internacional como promotor de ese atentado y esta revuelta, consideré conveniente conseguir el órgano de este partido en Cuba, correspondiente a la época anterior a la reunión de la Conferencia panamericana, a fin de ver si allí podían encontrarse algún indicio. Efectivamente en el periódico Hoy, así se llamaba el periódico comunista de Cuba, presagiaba algo de lo que iba a pasar en Bogotá, cuya colección, por lo demás, pude conseguir en los archivos del mismo diario, entregándosela, así como los recortes de la revista Bohemia, al señor ministro de Colombia, a fin de que la remitiera al gobierno nacional.28
Pero, averiguar a como diera lugar todo lo referente a las actividades de los estudiantes cubanos que estuvieron en Bogotá cuando asesinaron a Gaitán era, a esas alturas, una política de Estado, como ya se ha dicho y demostrado. No era el espionaje y la investigación tarea sólo del Cónsul colombiano en Cuba, a esa faena policial también se dedicaban diversos funcionarios de la embajada de Colombia, como el secretario o el propio embajador Fulgencio Lequériva Vélez en persona. Uno de los periódicos informes que son enviados a Bogotá va firmado por el propio embajador; allí, además de dar información obtenida sobre la militancia política de los estudiantes seguidos e investigados, vierte la opinión negativa sobre la conducta del embajador cubano en Colombia que le dio asilo a Fidel y sus compañeros en Bogotá, información ésta que le proporciona el jefe de redacción del Diario de la Marina.
En una breve entrevista sostenida por el secretario de esta legación, señor Rafael Maya, con el jefe de redacción del Diario de la Marina, en las oficinas de dicho periódico, ingeniero Gastón Baquero, y que fue interrumpida por la llegada de algunos periodistas, se obtuvo de éste, quien dicho de paso, se ha distinguido por su afecto a Colombia y su adhesión al gobierno de vuestra excelencia, el informe de que Ovares y Guevara Valdés no pertenecen al Partido Comunista de Cuba; que los demás: Fidel Castro, del Pino y Sielo y otros, tampoco pertenecen al partido Comunista, pero que son individuos de pésimos antecedentes, verdaderos pistoleros que fueron a Bogotá con la consigna de hacer manifestaciones antimperialistas, antiyanquis. Agregó el periodista Baquero que no se explica cómo el doctor Belt, conociendo los antecedentes, hubiera permitido su viaje a Bogotá y los hubiera puesto bajo su protección.29
¿De dónde obtuvo Gastón Baquero la información sobre la no militancia comunista de Ovares, del Pino, Fidel Castro, incluso la de Guevara, que sí era militante del PSP, pero se mantenía oculta?
Debemos presumir que de los organismo policiales, quienes le hacían un seguimiento a los estudiantes que más se destacaban en las luchas sociales.
Los momios que gobernaban en Colombia, de espaldas a la historia, sin percibir la dinámica de los convulsos acontecimientos que se vienen operando en América Latina, sobre todo en Cuba donde aquel joven estudiante que fue arrastrado el 9 de abril de 1948 por las hondas expansivas de aquella hecatombe social que se produjo en Bogotá instantes después del asesinato de Gaitán, venía dando duras batallas en cruentos enfrentamientos contra el tirano de turno, Batista que, incluso, ya tenía un nombre aureolado por la fama que se había ganado todos esos años en las barricadas de la lucha social y popular contra todas las injusticias. Aún desconociendo esos hechos previos, estaban los acontecimientos del Moncada, el asalto a la segunda fortaleza más poderosa de Cuba en julio de 1953, su derrota, enjuiciamiento, encarcelamiento, la amnistía forzada por el gobierno producto de la presión popular, el exilio. Esos eran hechos públicos, conocidos a nivel nacional e internacional que no eran tomados en cuenta por los gobernantes colombianas, quienes seguían empecinados en fabricar de Fidel un chivo expiatorio de aquellos acontecimientos de abril de 1948 de los que han pasado para ese entonces, 7 años.
En las actas procesales del llamado Proceso Gaitán, en su Cuaderno 23, se puede leer fragmentos del informe que el entonces embajador de Colombia en Cuba, Juan Calvo, envía a las autoridades de Bogotá sobre los pasos de Fidel Castro en el exilio.
Que por la prensa de esta ciudad se ha tenido conocimiento que el señor Fidel Castro reside en México, país que le otorgó asilo territorial; que actualmente se encuentra detenido en dicho país y a órdenes de las autoridades mexicanas, por violación de las normas que rigen el asilo territorial y estar complicado en actividades subversivas contra el régimen constitucional cubano; que según la misma prensa, la Policía Federal de Seguridad de México encontró en poder de Fidel Castro, direcciones de elementos comunistas y correspondencia con funcionarios de la Embajada Soviética.30
Ese informe lo que evidencia es odio, mala fe, carencia de objetividad y sensatez política, falta de olfato ante los tremendos cambios sociales y políticos que se avecinaban en Cuba. ¿Cómo es posible que un embajador sea tan ciego, tan impolítico que ni siquiera tiene la elemental conducta no ya de señalar lo que sobre Fidel pueda reseñar la prensa amordazada por la tiranía batistiana, sino dar sus impresiones políticas, independientemente de que se comparta o no las propuestas de Fidel, ver en él los cambios que ya se están dando en Cuba en esos momentos?
Fidel, cuando sale exiliado a México, salida inevitable ante la posibilidad de un atentado criminal después de su excarcelación de Isla de Pinos, premoniza, en ese tono que puede parecer dramático, patético incluso para quienes no conocen la naturaleza profundamente humana del pueblo cubano y que es todo un compendio de profunda visión política y mensaje de lo que acontecerá en los próximos tiempos. Eso lo ignora, lo soslaya olímpicamente el embajador colombiano Juan Calvo. Dijo Fidel el 7 de julio de 1955:
Me marcho de Cuba, porque se han cerrado todas las puertas de la lucha cívica. Después de seis semanas en la calle estoy convencido más que nunca de que la dictadura tiene la intención de permanecer veinte años en el poder disfrazada de distintas formas, gobernando como hasta ahora, sobre el terror y sobre el crimen, ignorando que la paciencia del pueblo cubano tiene límites.
Como martiano pienso que ha llegado la hora de tomar derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos.
Residiré en un lugar del caribe.
De viajes como éste no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies.31
¿Por qué el embajador colombiano no agrega a su informe esas declaraciones de Fidel Castro? ¿Por qué sigue viendo en aquel régimen sangriento, autoritario y despótico de Batista un régimen constitucionalista cuando eso, a la luz de los hechos más simples, no es verdad? ¿No será porque él representa igualmente a un régimen criminal, represivo y eso lo hace identificarse con el desgobierno de Batista? Claro, seguirá el informe la misma orientación anticomunista, antisoviética que emana de la IX Conferencia Interamericana impuesta por los Estados Unidos del Norte en Bogotá en 1948.
Retrocediendo en el tiempo, estos informes, recortes, revistas, etc. que desde Cuba enviaban los funcionarios diplomáticos después de sus pesquisajes policiales, al gobierno colombiano servían no sólo para acumularlos en un voluminoso e inútil expediente donde se buscaba a los autores intelectuales del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán muerto el 9 de abril de 1948, expediente enriquecido con fantasiosos informes, truculentas mentiras, insulsas cartas, pruebas insustanciales, especulaciones políticas y policiales; pero a la vez servían de material de guerra en la cruzada anticomunista y antifidelista que el momio Laureano Gómez y su torvo hijo, el senador Alvaro Gómez Hurtado, contribuían a adelantar en Colombia y en toda América Latina.
Con absoluto desparpajo el director del periódico derechista El Siglo, pretende justificar y demostrar en la indagatoria del Proceso Gaitán, su pertinaz campaña antipopular, fascista, para ello presenta pruebas irrefutables ¿cuáles? Teniendo injustificadamente acceso al todavía confidencial Informe del Detective 106, la carta de Indalecio Rodríguez a su padre, Laureano Gómez, a los informes provenientes de La Habana de la embajada de Colombia en Cuba, ha venido publicando sistemáticamente esas pruebas objetivas en su periódico, así lo plantea incluso en el senado colombiano en 1950 y en la indagatoria del proceso al cual es llamado a declarar a raíz de sus señalamientos en el Congreso.
Alvaro Gómez Hurtado, quien tenía relaciones estrechas con el asesino de Gaitán, Juan Roa Sierra, se desgarra hipócritamente las vestiduras ante sus interrogador, el doctor Luis Carlos Pérez, apoderado de la parte civil; el tribunal lo ha llamado a declarar pues Gómez Hurtado ha señalado en la Cámara de Representantes que él conoce circunstancias que hasta ahora no han tenido demostración procesal en la investigación sobre el asesinato de Gaitán. Sus declaraciones, frías y calculadamente meditadas y dirigidas a sembrar aún más la mentira y la intriga, serán una reláfica de todas las publicaciones mentirosas e intrigantes que ha venido haciendo su periódico El Siglo en todo ese período. Dirá en la indagatoria.
En el editorial ya mencionado cuya copia ha tenido usted a la vista, se menciona a un senador chileno, una periodista norteamericana y a unos pretendidos estudiantes de Cuba y Venezuela, que participaron en el incendio de la oficina de Extranjería y que tuvieron facilidades excepcionales, otorgadas por sus respectivos gobiernos para abandonar el país cuando se restableció la calma.
El abogado de la parte civil le pregunta entonces: ¿Pudiera usted dar las razones que lo asistieron para hacer tales afirmaciones?
Sobre el senador Salvador Ocampo, comunista chileno, obtuve datos de las personas que pertenecen al detectivismo de la oficina de Extranjería cuando él vino al país más o menos un mes y medio antes del 9 de abril. Dicho señor fue detenido y libertado luego y se le encontraron cheques en bolívares (moneda venezolana de curso legal) con destino a los huelguistas de Barrancabermeja. Estuvo en Caracas en una reunión denunciada por la prensa de esa ciudad a la cual asistieron Blas Roca, Betancourt y otros líderes de Acción Democrática y algunos agitadores colombianos. Los nombres están publicados en uno de los editoriales de El Siglo de la segunda quincena de abril del presente año... la primera noticia sobre la asistencia de los cubanos la obtuve por el Diario de la Marina de La Habana, en un artículo en que ese periódico denotaba extrañeza por el hecho de que esos individuos comunistas, pertenecientes a una tal Federación de Estudiantes Universitarios, hubieran recibido protección oficial del embajador Belt Ramírez. Posteriormente recibí los periódicos de La Habana, especialmente Hoy, órgano comunista, en los que se tributaba a los estudiantes que llegaron de Bogotá una recepción digna de unos héroes. En la revista Bohemia de La Habana, aparecieron los datos de esos individuos en las calles de Bogotá. Sobre los detalles de sus actuaciones y de los diplomáticos que los ayudaron hice tres publicaciones en asocio con el señor Garavito Acosta, cronista de El Siglo, las declaraciones del dueño de la pensión donde se hospedaron durante el 9 de abril algunos de esos estudiantes.32
¿Qué dice el famoso Informe del servicio secreto inglés, Scotland Yard, llamado a investigar el asesinato de Gaitán en Colombia, sobre la presunta sociedad de Fidel Castro y Rafael Delpino con el asesino de Gaitán, Juan Roa Sierra?
Después de escuchar durante varios días la lenta traducción de las hipótesis del primer investigador del asesinato de Gaitán, doctor Ricardo Jordán Jiménez, la comisión de la policía inglesa de Scotland Yard llega a la siguiente conclusión: A fortiori, desechamos, con base en la evidencia (o prueba) que tenemos ante nosotros, como insostenible, cualquiera teoría en el sentido de que cualquier contacto que los dos cubanos hubieran tenido con Juan Roa era parte de alguna conspiración.33
Si bien la conclusión de la prestigiosa policía inglesa exculpa a Fidel y a Delpino que estuvieran en la conspiración admite, no obstante, que sí pudo haber algún vínculo previo entre éstos y Roa, lo cual no fue cierto, ésa es la primera versión del Detective 106 que seguramente utilizó en las investigaciones preliminares del asesinato, no olvidemos que el fulano detective hizo su Informe el 19 de abril de 1948, apenas diez días de muerto Gaitán.
En cualquier caso, los hechos históricos demostraron cuál ha sido y es la actuación del Comandante Fidel Castro en estos últimos 50 años de vida pública. Creo, no obstante, que los hechos ocurridos aquel mediodía del 9 de abril de 1948 en Bogotá donde estaba presente, marcaron en muchos aspectos su vida, aspectos que he creído profundizar pues incidieron en muchas de conductas políticas, en tomas de decisiones, incluso en muchos detalles que llevará a la experiencia de las luchas políticas, sociales e incluso militares en la Cuba prerevolucionaria.
El biógrafo norteamericano Lionel Martin, al referirse a las consecuencias de esos hechos en el pensamiento de Fidel, señalará: Los acontecimientos de Bogotá no podían más que contribuir en Castro. Había sido testigo directo del levantamiento armado de un pueblo de Latinoamérica frente a su opresivo gobierno dictatorial. Asimismo, había visto cómo la mayoría de los representantes presentes en la conferencia interamericana se apresuraban a etiquetar a los elementos pro Gaitán como fuerzas de inspiración comunista. Sin lugar a dudas, esta experiencia contribuyó a consolidar en Castro un odio imperecedero hacia la Organización de Estados Americanos, pues entendía que el principal objetivo de la misma no era otro que aplastar las revoluciones populares que pudieran surgir a lo largo y ancho de Latinoamérica.
Puede avanzarse la hipótesis de que los sucesos de Bogotá ofrecieron a Castro una lección práctica de la gran potencia divisoria y fragmentadora del anticomunismo. Los hechos dejaban muy claro para él que todo intento encaminado a modificar el status quo y poner en marcha las tan necesarias transformaciones sociales en Latinoamérica, iba a ser estigmatizado como comunista. El recurso al comunismo bloquearía la necesaria unidad popular, al tiempo que permitía justificar la represión y la intervención extranjera. Por consiguiente, la lección colombiana contribuyó sin duda alguna a perfilar la futura táctica y estrategia de Castro.34
Hemos sido deliberadamente extensos en esta parte porque los hechos tuvieron evidentes connotaciones internacionales, están vinculados varios países, muchas personalidades de los mismos y forman parte de la historia contemporánea de América Latina y forman parte, sin dudas, de las grandes enseñanzas políticas y experiencias de Fidel Castro que dejarían en él una honda huella y lo marcarían para siempre.
NOTAS, CITAS Y BIBLIOGRAFÍA
1 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, incluido en el libro: Antes del Moncada, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, Noviembre de 1989, pág. 130/131.
2 ALAPE, Arturo, El Bogotazo, Memorias del Olvido, p. 377/378.
3 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 161/162.
4 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 162.
5 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 163.
6 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 163.
7 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 163.
8 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 164.
9 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit. pág. 133.
10 Proceso a Gaitán. Cuaderno 21, pág. 18/21.
11 ALAPE, Arturo, Fidel Castro y El Bogotazo, ob. cit. pág. 80.
12 Proceso a Gaitán, Cuaderno 21, pp., 18/21, citado por Arturo Alape, La versión policíaca del Bogotazo, pág. 132. Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106. Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 44 y siguientes, 2 de julio de 1948.
13 Proceso a Gaitán, Cuaderno 21, pp. 18/21.
14 ALAPE, Arturo, Fidel y el Bogotazo, ob. cit. pág. 25/26.
15 ALAPE, ARTURO, Fidel y el Bogotazo, ob. cit. págs. 26/27.
16 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 44 y siguientes, julio 2 de 1948.
17 Declaración de Pablo Serrano Plata, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 37 y siguientes, julio 2 de 1948.
18 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 44 y siguientes, julio 2 de 1948.
19 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 32 y siguientes, julio 2 de 1948.
20 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 32 y siguientes, julio 2 de 1948.
21 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 44 y siguientes, julio 2 de 1948.
22 Declaración de Santiago Camargo, Detective Nº 106, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 32 y siguientes, julio 2 de 1948.
23 ALAPE, ARTURO, Fidel y el Bogotazo, ob. cit. pág. 60.
24 Declaración de Diego Quiñones Olarte, Proceso a Gaitán, Cuaderno 88, pp. 42 y siguientes, julio 2 de 1948.
25 ALAPE, Arturo, La versión policíaca sobre Fidel en el Bogotazo, ob. cit., pág. 156.
26 Proceso Gaitán, Cuaderno 33. pp. 201/206.
27 Proceso Gaitán,. Cuaderno 33, pp. 201/206.
28 Proceso Gaitán. Cuaderno 33, pp. 201/206.
29 Proceso Gaitán. Cuaderno 23, pp. 226/234.
30 Proceso Gaitán, Cuaderno 23, pp. 226-234.
31 Información, La Habana, 6 de julio de 1955.
32 Proceso Gaitán, Cuaderno 19, pp, 32/39.
33 Informe de la Misión de Sir Smit en Colombia, Proceso a Gaitán, Cuaderno 32, pp. 107112.
34 MARTIN, Lionel, El Joven Fidel, pág. 66.