Nunca antes como en esta nueva guerra, quedó claro a todos los países y pueblos del mundo la intensión de la pandilla fascista gobernante en Israel, de la oligarquía sionista y el poderoso estamento militar/industrial, de querer borrar en el mediano y largo plazo al pueblo palestino y todo su significado histórico y político. Israel quiso, pero no pudo, una vez más subestimó a ese heroico y sufrido pueblo y algo decisivo hoy, la solidaridad mundial con los palestinos y contra la invasión judía fueron, a mi juicio un aporte esencial para frenar aquella barbarie y darle fuerzas morales al pueblo palestino que resistió estoicamente, prácticamente sin armas, la criminal agresión.
Si existe un unánime sentimiento universal de repulsión, desprecio, asco y odio hacia una nación opresora y asesina, es hacia Israel, se ganaron con creces el rechazo de todos los hombres y mujeres dignos del planeta, pasando incluso por encima de instancias internacionales como el timorato Consejo de Seguridad de la ONU, del monopolio mediático imperial que trató de ocultar o “suavizar” la barbarie sionista.
Pocas veces en la época contemporánea una guerra fue tan desigual. El descomunal poderío militar de Israel en todos los órdenes: terrestre, aéreo, naval y que lo empleó a fondo sin piedad, de manera total contra una comunidad prácticamente inerme que fue atacada en sus creencias y religión al ser destruidas cientos de mezquitas. Fue atacada en la vida misma al no sólo ser asesinados más de 400 niños y unas 500 mujeres, por ser “objetivos militares”. Fue atacada en sus viviendas, hospitales, escuelas y universidades y toda la infraestructura civil. Con ello, ¿qué se buscaba también? Que los palestinos abandonaran Gaza, se produjera un éxodo masivo hacia Egipto y otras naciones árabes que albergan numerosas colonias de palestinos desalojados de sus casas en guerras pasadas. Se expandiera Israel.
El bárbaro primer ministro Natanyahu y su banda de delincuentes revivió al criminal bíblico Herodes que arrasó hace dos mil años con los niños de Jerusalén, cuando nació Cristo, y el primer ministro judío con su patológico miedo a los niños palestinos, lo llevó a imponerle a la soldadesca criminal que si podían los exterminaran, lanzaran sobre ellos las bombas desde los aviones, desde los tanques, desde los barcos como en efecto ocurrió.
¿Cuántos de aquellos soldados se negaron a cumplir tan bárbara orden de asesinar madres y niños? Esperemos se agudicen las contradicciones de clase dentro de Israel y surja un movimiento anti sionista. Dentro de aquella barbarie se alzaron en Israel –diputadas incluidas– voces llamando a asesinar niños y mujeres para que no se reprodujeran pues los consideran una peste humana, eso sin contar a las y los jóvenes que escribieron en las bombas que caerían en Palestina, mensajes de muerte.
La resistencia del pueblo palestino de Gaza a los invasores judíos fue total, unánime. Con sus muertos a cuesta, con lágrimas de indignación y odio pero con la dignidad y el orgullo árabe en ristre, eso se tradujo en un enfrentamiento a los israelitas y causarle más de 150 bajas de soldados sionistas asesinos que no regresarán a sus casas. Esa altísima cuota mortuoria es, sin dudas, fatal políticamente para el gobierno genocida de Natanyahu a quien se le está moviendo el piso. Nunca esperaron tantas bajas, lo que demuestra la pésima información de inteligencia del Mosad y otros organismos de espionaje y la subestimación del grado de combatividad y preparación militar de los palestinos de Gaza.
Periódicos israelitas, alarmados por las consecuencias negativas de esa guerra para Israel afirmaron que: “No hay garantías de haber cumplido el cien por cien, de nuestros objetivos en Gaza, pero hicimos la mayor parte”. (http://www.jai.com.uy/?Q=articulo&ID=7257). Pero no fueron esas las únicas consecuencias que les trajo el boomerang de la guerra que se les está devolviendo, al punto que cientos de miles de colonos invasores de las tierras palestinas del sur las han abandonado en desbandada y no quieren volver a ellas, así lo reconoce la propia prensa sionista, por ejemplo el diario Aurora de Israel publicó el 31 de julio, en plena invasión que: “Alrededor de 300 mil israelíes han abandonado sus hogares en el sur de Israel debido a los cohetes palestinos y a las infiltraciones de terroristas mediante túneles desde Gaza, según el Canal 2.” (http://www.aurora-israel.co.il/flash-ifcj.php )
La agrupación de vanguardia palestina Hamas emerge en esta guerra de un mes de duración, con mayor prestigio y fortaleza que antes, junto a otras agrupaciones político/militares como el FPLP, la Yihad Islámica, combatientes del heroico Al Fatah de Yasser Arafat, que unieron fuerzas y esfuerzos en el combate contra el común enemigo. Su acción militar fue determinante para el cierre de aeropuertos y puertos de Israel por la acción de la cohetería palestina, y en convertir a Gaza en un infierno para los invasores, en provocar éxodos masivos dentro de Israel. Le voltearon la tortilla a Natanyahu.
Por supuesto el estado asesino de los fascistas de Israel contó y cuenta con el apoyo militar y en todos los sentidos de los Estados Unidos del Norte, de la decadente Unión Europea y sus países miembros, naciones imperiales como Francia, Alemania, Inglaterra que se prosternan ante los sionistas y ni una crítica al genocidio contra los palestinos.
Un factor que está incidiendo en la guerra de los sionistas contra la Gaza palestina lo constituye sin dudas la solidaridad internacional. El sionismo está acusando los golpes de las movilizaciones contra la invasión a nivel mundial. Ellos actúan con un profundo desprecio por la opinión pública internacional, se cagan en las resoluciones de la ONU, pero la actitud viril, enhiesta, digna y solidaria con el pueblo palestino criminalmente asesinado por Israel de naciones como Venezuela y su pueblo, Bolivia, Cuba y las naciones de la ALBA a la vanguardia de la solidaridad, los Países No Alineados, entre otras muchas, se ha hecho sentir con fuerza en el escenario mundial y no ha podido ser ignorados. Poderosos instrumentos mediáticos como Tele Sur han rebasado el silencio o la información sesgada o falsa de las cadenas televisivas como el bodrio de CNN que obedecen al sionismo y al imperialismo sobre lo que acontece en Gaza y las han obligado, incluso a decir algunas verdades de la terrible guerra.
La política de solidaridad con Palestina desarrollada por el gobierno del Presidente Nicolás Maduro es absolutamente correcta y se inscribe en las enseñanzas humanistas e internacionalistas que nos legó el comandante supremo Hugo Chávez y está en el Plan de la Patria que no rige. Él, Chávez, hubiese hecho lo mismo. Desplegar una gestión que fortalezca el Estado Palestino y profundizar las relaciones, convenios para el envío de petróleo, becar a miles de jóvenes palestinos de Gaza para que se preparen en Venezuela, darle albergue a niños palestinos que quedaron huérfanos y buscarles una familia sustituta. Toda una política soberana para hermanar dos pueblos. Todo eso junto a la denuncia nacional e internacional de los crímenes sionistas donde Maduro se ha destacado.
Por su parte nuestro pueblo ha dado un paso al frente con la solidaridad hacia el sufrido pueblo hermano de Palestina en gigantescas marchas en todo el país, con la realización de infinidad de eventos, charlas, foros, en el aporte masivo de insumos, medicinas, alimentos. No podía esperarse menos del pueblo y de los hijos de Bolívar y de Chávez.