Análisis geopolítico

Los peligros de una nueva guerra mundial

El Capital

Sin capital no hay capitalismo. Esto, aunque parezca una perogrullada, es la base para entender un sistema que está llevando a la humanidad al borde del abismo.

 

El capital, para ser tal, debe reunir determinados elementos, que tendrán a su vez que ponerse en funcionamiento. Los medios de producción, es decir, instrumentos de trabajo y materias primas, por un lado, más fuerza de trabajo asalariada, componen los elementos sustanciales del capital. Y si bien sabemos que el elemento que crea valor es el último, la ausencia de alguno de éstos, impide la dinámica del capital, y sin dinámica –producción y reproducción– el capital deja de ser capital.

 

Para que estos elementos se pudieran reunir y funcionar de la manera que funcionan, mucha agua debió correr por el cauce de la historia. Así, en un momento determinado, se dio la situación en que los propietarios de los medios de producción pudieron encontrarse con “trabajadores libres”, carentes de medios de producción. Los propietarios, entonces, pudieron comprar a los trabajadores su fuerza de trabajo. Los capitalistas se vieron en la posibilidad de adquirir, a cambio de pagar un salario, la fuerza de trabajo de los obreros. Nuevas relaciones sociales de producción surgieron, logrando el capital la supremacía con respecto al trabajo.

 

Carlos Marx decía que “si el dinero, nace con manchas naturales de sangre en una de sus caras, el capital viene al mundo chorreando sangre y suciedad por todos los poros, desde la cabeza a los pies”. Nada más cierto y más verificable,  aún hoy en día.

 

El Imperialismo

 

Los principales países capitalistas, desde hace ya más de un siglo, se han convertido en países imperialistas. La fusión del capital industrial y el bancario parieron una oligarquía financiera poderosísima que hoy controla gran parte de la economía mundial, reforzando así, el poder militar, tecnológico-científico y mediático de los países metropolitanos. La fase imperialista del capital está hoy más vigente que nunca. El mundo, señalaba Lenin, se ha dividido en países opresores y países oprimidos.

 

La necesidad permanente de reproducción del capital implica, por ende, el control de los recursos naturales (materias primas), la exportación de capitales, el ganar  nuevos mercados para sus productos y el acceso a mano de obra barata; todas cuestiones vitales para garantizar la dinámica constante del capital.

 

De allí que la lucha por el control de diferentes regiones del planeta sea el pan de cada día para las elites dueñas del capital de los países imperialistas.

 

Geopolítica y recursos naturales

 

Hay quienes dividen actualmente al mundo en cuatro bloques: 1) países imperialistas con importantes recursos naturales, Estados Unidos por ejemplo; 2) países imperialistas con escasos recursos naturales, caso Holanda, Suiza, Austria, Japón; 3) países no imperialistas (al menos por ahora) con altos recursos naturales; los BRICS por ejemplo, pero también Venezuela, México, Congo, Bolivia, Ucrania, Argentina; y 4) países no imperialistas con escasos recursos naturales, el caso Haití, Somalia, Chad, Eritrea, por ejemplo.

 

Pero en el mundo globalizado, existen también países o regiones, que sin contener grandes recursos naturales, pasan a convertirse en importantes, por su mera ubicación geográfica, teniendo en cuenta que son áreas estratégicas de tránsito de mercaderías, incluyendo como tales, las energéticas. Afganistán, Bulgaria, Moldavia, el Cáucaso, Turquía, los “Istán”, etcétera, ocupan espacios fundamentales por donde pasan los principales gasoductos y oleoductos, que proveen tanto a la Europa Occidental como a China. Panamá, por su Canal Interoceánico, reviste también características similares, ya que por ahí pasa un importante porcentaje del comercio mundial. Próximamente Nicaragua estará en una condición parecida.

 

Si en los albores del imperialismo, el control mundial de los puertos y los ferrocarriles era fundamental para la reproducción del capital metropolitano, desde hace ya varias décadas, a éstos, se le suman los espacios donde se despliegan las complejas redes de gasoductos y oleoductos.

 

Recursos energéticos

 

A nadie se le escapa que el control de los recursos energéticos siempre ha estado en el primer plano de la política imperialista. Hablar de petróleo es hablar de atropellos, crímenes, invasiones y guerras. Sin ir más lejos, la Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay, no fue otra cosa que una matanza entre hermanos, promovida por las petroleras  Standard Oil, estadounidense, y la Shell, anglo-holandesa.

 

En la actualidad, las invasiones a Irak y Libia son testimonio de ese  accionar criminal del imperialismo.

 

Las áreas estratégicas

 

El Medio Oriente y Asia Central son las dos áreas centrales energéticas fundamentales de la economía mundial, que contienen en su seno, los más importantes países productores de gas y petróleo, pero también incluye países, que sin ser grandes productores, revisten carácter estratégico a la hora que sus territorios son paso obligado de oleoductos y gasoductos.

 

Bloque occidental imperialista contra el bloque euroasiático

 

Tras imponerse la Doctrina Primakov en Rusia, dejando relegados a los dirigentes “occidentalistas”,  la Organización de Cooperación de Shanghai, integrada por la República Popular China y la Federación de Rusia, más Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán; se vigorizó.

 

Si analizamos el crecimiento sostenido de China –ya segunda potencia económica mundial atrás de Estados Unidos–, y la crisis del capitalismo metropolitano desatada en el 2008 y cuyas consecuencias aún perduran; la revitalización de la alianza chino-rusa hizo disparar todas las alarmas en el bloque occidental imperialista.

 

Ahora, si a esto le sumamos el cada vez mayor protagonismo del bloque BRICS, liderado precisamente por el eje China-Rusia (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que acaba de crear un Banco de Desarrollo y un Fondo de Reservas propio, la situación para el bloque occidental imperialista se presenta cada vez más complicada.

 

Estas dos nuevas instituciones, que presentaron los BRICS en su última cumbre en Brasilia, se contraponen al Banco Mundial y al FMI –instituciones financieras mundiales al servicio del capital imperialista–, y abren las puertas a una nueva arquitectura financiera internacional. Ante los alicaídos dólares y euros, aparecen otras monedas y sistemas de intercambio comercial, donde el SUCRE y el sistema Aladi latinoamericano, pasan también a jugar un rol importante.

 

Los 19 billones de dólares de deuda de Estados Unidos, han pasado a ser también una “espada de Damocles” para la economía norteamericana; mas teniendo en cuenta que uno de los principales acreedores de esa deuda es justamente China.

 

La confrontación entre el bloque occidental imperialista y el bloque euroasiático liderado por el eje China-Rusia va ubicando a cada país y región dentro de la órbita de estas fuerzas en pugna.

 

El bloque imperialista

 

Ante este panorama, subestimar al bloque occidental imperialista o “atlántico” sería un grave error. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea están abocados abiertamente a impedir la caída de su poder hegemónico, y cuentan con abundantes recursos para eso, siendo el más esgrimido el poder militar.

 

Siempre socios para someter a pueblos y regiones enteras, los países imperialistas centrales despliegan hoy, por todo el planeta, una ofensiva temeraria de consecuencias imprevisibles.

 

Sitiar de alguna forma a China y Rusia parece ser el principal objetivo de la política exterior norteamericana y la OTAN. Pero para debilitar a la potencia asiática y a Rusia, necesitan, insoslayablemente, restarles aliados y socios, controlar zonas de influencia donde los chinos y rusos  avanzan significativamente (África y América Latina, por ejemplo), trasladar su crisis a la periferia y recuperar fuentes de materias primas, como también gobiernos dóciles –clientes– para alimentar sus industrias y bancos.

 

Pero si en algún momento Estados Unidos pensó que podía seducir y atraer a la Federación Rusa al bloque occidental, pronto se desengañó de eso, con el agravante que, de una u otra manera, su propia política torpe, ayudó a empujar a los rusos a su alianza cada vez más estrechamente con la República Popular China.

 

Ante esa situación, las clásicas tesis geopolíticas de Halford John Mackinder y Zbigniew Brzezinki –si bien nunca dejadas de lado–, pasaron nuevamente a primer plano: “quien domine Eurasia, vale decir la zona de Europa del este, el Medio Oriente y la región comprendida en torno al Mar Caspio y el Mar Negro, dominará el mundo”.

 

El avance del bloque imperialista sobre Ucrania, colocando un gobierno títere y agresivo como lo es el de Petró Poroshenko; la guerra desatada por mercenarios contra el gobierno legítimo de Bashar al-Asad en Siria; el actual conflicto armado en Irak, con la irrupción  del criminal Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL); los bombardeos del estado Sionista de Israel a la Franja de Gaza; la permanencia de tropas de la OTAN en Afganistán con el pretexto de combatir al Talibán; las sanciones económicas a Rusia por el conflicto en Ucrania; la intención de seguir acosando a Irán por el tema de la energía nuclear; las permanentes provocaciones a Corea del Norte; los constantes bombardeos de drones en Pakistán; como el apoyo a los grupos separatistas uigures en la provincia china de Xinjiang; son expresiones concretas de la ofensiva imperialista desplegada.

 

Pero a esto hay que sumarle también las acciones de sus socios europeos, como por ejemplo Francia, que está incrementando escandalosamente su presencia en África. Luego de ser el portavoz de la lucha contra el régimen nacionalista de Gadaffi, los franceses –más allá de derechas o izquierdas–, han lanzado sus tropas de ocupación sobre países considerados aún como “zonas de influencia”. Mali, Níger, Chad, República Centroafricana y Costa del Marfil siguen siendo víctimas de la rapiña imperialista. Peligrosamente, Francia está apuntando nuevamente contra la soberana Argelia.

 

La sufrida África, una vez más está siendo acosada por los países imperialistas, quienes continúan incentivando guerras fratricidas y manejando gobiernos títeres que permitan a las empresas yanqui-europeas seguir expoliando las riquezas naturales.

 

Otros socios activos de los Estados Unidos también se alinean en la actual confrontación. Japón ha comenzado una escalada armamentista que la justifica precisamente por el “peligro de la presencia china en las aguas del Pacífico”. De igual manera Corea del Sur se abroquela junto a Estados Unidos, quedando Australia –eterna aliada de Estados Unidos–,  como gendarme de la región del sureste asiático.

 

Secesionismo, “revoluciones de colores”, “primavera árabe”, “lucha contra el terrorismo”, “ayuda humanitaria”, “defensa de la población civil”, etcétera, son argumentos que esgrime el imperialismo a la hora de intervenir y avasallar soberanías. La utilización de ejércitos mercenarios, formados y sostenidos por la CIA, la Mossad o el MI6, ya ha engendrado monstruos del nivel de Al Qaeda, Boko Haram o el Estado Islámico de Irak y el Levante.

 

El imperialismo es más que puro militarismo

 

Pero siempre vale la pena recordar que el imperialismo es una fase del capitalismo, y que su accionar bélico es sólo una expresión de sus diferentes facetas. El imperialismo utiliza lo militar cuando no puede imponerse a través de sus cadenas  culturales, económicas y financieras.

 

El imperialismo es la necesidad de someter pueblos y regiones enteras con el objetivo de poder materializar el ciclo del capital. No es un fenómeno que nace de la mera voluntad de hombres perversos o trasnochados (aunque los utilice y sostenga), sino que es una necesidad vital de un sistema que solo puede existir en cuanto pueda reproducirse y ampliarse.

 

De una forma mecanicista, podríamos señalar que la secuencia manejada normalmente por los gobiernos imperialistas para conquistar nuevos territorios, o para lograr sus objetivos de dominación, son: “1.Línea blanda”: 1-a) Penetración ideológica que permite así, con cierta complacencia de la población nativa, la expoliación económico-financiera;  1-b) Instalación de capitales, succión de recursos naturales y endeudamiento financiero del país sometido, elementos fundamentales para avasallar la soberanía política y satisfacer las necesidades materiales demandadas por el gran capital. Dicho de otra manera y expresado simbólicamente, esta secuencia “1. Línea Blanda”, se subdivide a su vez en 1-a) Hollywood y 1-b) Silicon Valley–Wall Street. Y “2. Línea Dura”, que se aplica si la secuencia anterior no funciona, funciona a medias o deja de funcionar, implementando inmediatamente la siguiente secuencia:   2-a) Conspiración (que incorpora desestabilización, boicot,  sanciones, embargos, atentados, aislamiento, desinformación, apoyo logístico y financiero a los agentes pro imperialistas, Golpe de Estado, guerra civil, etcétera), y, 2-b) Intervención directa con invasión militar. Expresado simbólicamente, podríamos decir, 2-a) CIA-Banco Mundial y 2-b) Marines Corps.

 

Estas secuencias se ajustan en lo que Obama y sus Think Tank han denominado smart power o poder inteligente, que combina hard y soft power para alcanzar los objetivos.

 

Ahora, visto desde otro ángulo, es también dable entender que el momento 1-b) es el crucial para los intereses imperialistas, siendo 1-a), 2-a) y 2-b) vehículos o medios para el logro del objetivo, porque en caso de implementación de la “Línea Dura”, el siguiente paso, en caso de éxito, será, sin duda, la fase 1-b).

 

En síntesis, lo ideal y menos traumático para el imperialismo es dominar bajo la Línea Blanda; pero entendiendo que ningún país se deja dominar sin imprimir algún tipo de resistencia, la Línea Dura aparece indefectiblemente.

 

Eurasia y Medio Oriente han entrado en esta segunda secuencia del accionar del Bloque Imperialista, pasando de 2-a), peligrosamente, a la fase 2-b).

 

Imperialismo y antiimperialismo en Nuestra América

 

En este contexto, en la América Latina Caribeña, el imperialismo ha llegado, en la actualidad, a la implementación de la fase 2-a), donde Venezuela es el principal escenario de esta operación. Argentina, de diferente manera, también ha entrado en esta fase, a partir del accionar de los Fondos Buitre. Cuba, ha pasado por todas estas fases (incluyendo la 2-b), resistiendo heroicamente, pero con secuelas dolorosas para su pueblo. Paraguay, Honduras, Bolivia y Ecuador también conocen la fase 2-a), desafortunadamente implementada con éxito en los dos primeros países.

 

Si bien en nuestra región, hay países que siguen estando sujetos a las cadenas del imperialismo, a nadie se le escapa que un importante grupo de países ha decidido transitar el camino de la liberación nacional. Con diferentes signos ideológicos y políticos, gobiernos revolucionarios y progresistas de la región están desarrollando una lucha singular contra la prepotencia imperialista.

 

Y esta lucha se ha fortalecido, fundamentalmente, gracias a los acuerdos de integración alcanzados durante esta última década. Al Mercosur, se le ha sumado el ALBA, Unasur y la Celac, que se han posicionado en Nuestra América con un perfil bien definido en la defensa de los intereses soberanos de la región. La OEA, “Ministerio de las Colonias de Estados Unidos”, como la definía el Che, ante la presencia de la nueva tendencia unionista e independentista, ha quedado opacada y desdibujada, pese al esfuerzo de norteamericanos y canadienses en revitalizarla.

 

Inclusive, países con gobiernos alineados a las políticas del Pentágono, han tenido que acoplarse al impulso integracionista a fin de no quedar atrapados en la irracionalidad imperialista.

 

Ante esta embestida liberadora, la Casa Blanca impulsa un reagrupamiento con los gobiernos más sumisos a sus intereses, tratando de recomponer los Tratados de Libre Comercio a partir de la Alianza del Pacífico, instrumento funcional al diagrama de aislamiento de China si logra acoplarla al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica.

 

Como hace 200 años, Nuestramérica es escenario de la lucha por su unidad y definitiva independencia o la sumisión a los poderes imperiales.

 

Territorio de Paz

 

Ante un mundo cada vez más convulsionado y peligroso, América Latina y el Caribe se presenta como una zona de paz.

 

Más allá de nuestra enorme capacidad económica y de los recursos naturales que poseemos,  Nuestra América se muestra al mundo como una región de gran estabilidad democrática; con un territorio sin interrupciones donde no existen diferencias religiosas o étnicas que impliquen serios conflictos; con solo un conflicto armado que ya ha entrado en una etapa de definiciones para alcanzar la paz duradera (Colombia); con una cultura e historia común que nos hermana más que nos diferencia y con una conciencia de integración soberana que sigue creciendo a medida que crecen los desafíos.

 

El bloque latinoamericano caribeño así, ha ganado un gran respeto en el mundo, consolidándose como un nuevo bloque de poder, tanto en lo económico como en lo político.

 

Así lo han visualizado países de la envergadura de Rusia y China, conscientes de que Nuestra América debe de cumplir un importante rol en la lucha para que prevalezca un mundo pluripolar y multicéntrico, sin países hegemónicos.

 

Desafíos

 

Los sucesos en Ucrania no pueden dejar de alertarnos que estamos al borde de una desgracia planetaria. Asimismo el genocidio que llevó a cabo el gobierno sionista de Israel contra la población palestina nos marca a las claras los niveles de deshumanización que puede llegar el sistema imperante a fin de conservar sus privilegios.

 

El capitalismo, en su fase imperialista, está dando muestras de desgaste y decadencia; pero también de irracionalidad e imprevisibilidad.

 

Cuando los gobiernos capitalistas-imperialistas se sienten acorralados y sin respuestas que satisfagan sus intereses de clase, el mundo entra en un período de mayores turbulencias y peligrosidad extrema. América Latina y el Caribe no están al margen de lo que pueda suceder.

 

Hay en el mundo hoy una profunda crisis gramsciana, diría el Comandante Chávez: “algo nuevo que nace y no termina de nacer, y algo viejo que está muriendo y no termina de morir”. El mundo de la hegemonía estadounidense está muriendo, y un nuevo mundo multicéntrico y pluripolar se está perfilando.

 

¿Cuál será nuestra tarea para que el parto de una sociedad mundial más justa e igualitaria no sea tan doloroso? Sin duda que será seguir construyendo unidad e independencia nuestramericana, extendiendo lazos solidarios con todos los pueblos del mundo y contribuyendo para  frenar la barbarie imperialista.

 

Fernando Bossi: Periodista argentino-venezolano. Director del Portal Alba www.portalalba.org



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Fernando Bossi

Historiador argentino. Co-Presidente de la Unión Bicentenaria de los Pueblos. Director de la Escuela de Formación Política Emancipación y del Portal ALBA alianzabolivariana.org

 fernando.bossi.rojas@gmail.com      @BossiRojas

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