Tomo prestada una parte de la histórica frase con que iniciaron los fundadores del socialismo científico, Carlos Marx y Federico Engels, su magnífico libro, bandera del proletariado mundial y fundamento teórico y político para el aprendizaje y comprensión de la ideología revolucionaria, el Manifiesto Comunista; texto que estremeció de pavor las burguesías, oligarquías y monarquías de su tiempo ante aquel contundente análisis que escribieron aquellos enormes sabios y la herramienta que colocaban en manos de los trabajadores del campo y la ciudad.
Los acontecimientos políticos que estremecen a la España sacudida por la profunda crisis del capitalismo y el desgobierno de las fuerzas fascistas ultra corrompidas de la derecha del Partido Popular y el centro derecha del mal llamado Partido Socialista, bipartidismo prosternado ante la infame troika que encabeza la Merkel, la comisión europea, el nefasto Fondo Monetario Internacional y el Fondo Monetario Internacional FMI, responsables de la profunda crisis que estremece a España y a todas las naciones de Europa.
Esos acontecimientos, con las masas españolas en la calle protestando pero sin la presencia hasta hace poco de una fuerza revolucionaria que canalizara aquel creciente estallido popular porque aquella infame tesis del eurocomunismo que inventara en los años ’70 del siglo XX el reformismo derechista que creó Enrique Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano, y asumido con vehemencia por el Partido Comunista Español PCE dirigido por Santiago Carrillo y el Partido Comunista Francés que dirigía de Georges Marchais, entre otras organizaciones otrora combativas, unos partidos de izquierda que se volvieron hacia la derecha, la izquierda se derrumbó sin disparar un tiro y aquella traición le restó fuerza a las clases obreras y trabajadoras de esas naciones europeas ante las crisis por venir y prácticamente las entregó a sus explotadores.
Casi por 40 años o más se produjo un permanente y largo vacío político en las luchas de los movimientos populares europeos y que –oh paradojas de la vida– ha comenzado a ser influido en buena medida desde Nuestra América, por la poderosísima influencia ideológica de la Revolución Bolivariana y el pensamiento y la doctrina emancipadora del comandante Hugo Chávez Frías, que se pasea libremente entre las masas españolas que están en la calle luchando por sus derechos contra la opresión de Rajoy y por la influencia evidente en los líderes fundamentales de Podemos: Pablo Iglesias Turrión y de Juan Carlos Monedero, amigos convictos y confesos de nuestra Revolución socialista. Baste ver la descomunal concentración en Madrid de más 300 mil personas este 31 de enero convocada por Podemos y el discurso antisistema de sus líderes. Tiembla la oligarquía española y europea ante el avance hacia el poder de la nueva izquierda española. Ríe Chávez desde su atalaya.
Eso explica el odio visceral de la oligarquía española contra Venezuela, contra el presidente Nicolás Maduro y el gobierno revolucionario, del bárbaro Rajoy y de los venenosos panfletos mediáticos fascistas ABC, El País y otros, que expresan ese odio visceral y respiran por las heridas contra Venezuela y sus líderes. También explica la participación subversiva en el golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002 del llamado Partido Popular y el fascista mayor, Aznar; el permanente financiamiento por parte del Estado y el gobierno español de la subversión golpista que dirigen los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular cuyos líderes y cuadro medios viajan frecuentemente a ese país a cursos de diverso género: inteligencia, redes sociales, terrorismo en ciudades, etc.; las labores de inteligencia de los servicios secretos españoles junto con la CIA yanqui en nuestro país.
Pero si España está a punto de caer en manos de un proyecto progresista de izquierda en la conducción de Podemos y los movimientos sociales y obreros para reflotar la hundida nación ibérica, la influencia del pensamiento chavista y el ejemplo de la Revolución Bolivariana se ha dejado sentir con enorme fuerza en Grecia donde, al igual que España, la carencia de un poderoso partido comunista y socialista por las influencias del nefasto eurocomunismo, restó fuerza de clase a las luchas del poderoso movimiento obrero griego, a las luchas de las juventudes y el campesinado. El llamado eurocomunismo castró por décadas las luchas emancipadoras del pueblo griego y cuando llegó la crisis capitalista la férrea mano de la troika pudo no sólo doblegar al pueblo sino imponerle a ese país la dictadura financiera que lo tiene a punto de estallar y el pueblo dio un importante giro hacia la izquierda y eligió al líder de Syrisa, Alexis Tsipras como Primer Ministro, dándole un demoledor golpe a la burguesía helena que ha casi descuartizado a la milenaria nación que originó el primer concepto universal de la democracia.
El camarada Alexis Tsipras fue un fraterno y fiel amigo del comandante Hugo Chávez y de la Revolución Bolivariana y Socialista, conoció de primera mano el proceso revolucionario de grandes transformaciones estructurales que vive la sociedad venezolano en su proceso emancipador y la construcción de la V República y la refundación de Venezuela. La fuerza telúrica de nuestro líder impregnó a Tsipras, lo influyó porque vio en el modelo que impulsaba el presidente un aporte político de enorme importancia para aplicarlo en una Grecia liberada de llega a tomar el poder y enfrentar a las oligarquías y burguesías europeas que están desangrando los pueblos. Ya se comienzan a ver los primeros resultados con el contundente triunfo de la izquierda de Syrisa.
Esos son dos ejemplos, España y Grecia, donde el fantasma de Hugo Chávez aterrizó con enorme fuerza e impregnó las grandes masas que llevan su figura en las franelas, en las banderas, en los afiches, igual como aparece en otras movilizaciones europeas, árabes o de cualquier latitud. Ese es el aporte de Chávez y la Revolución Venezolana a la lucha de los pueblos del mundo. Su ideario gravita, se expande e influye en las luchas de los pueblos, por eso lo odian los poderosos pero también le temen.