Los resultados de las elecciones andaluzas, las primeras del largo ciclo electoral de 2015, han puesto una vez más de manifiesto las especificidades autonómicas de la crisis del régimen del 78.
Después de 35 años de gobernar Andalucía, el PSOE ha desarrollado un régimen corporativo propio que, en el marco de las políticas neoliberales y el bipartidismo dinástico, funciona frente al gobierno central como un mecanismo redistributivo de "mal menor" para sectores importantes de las clases medias y trabajadoras. Las mismas que, a pesar de la pérdida de 120.000 votos, han dado a Susana Díaz una minoría mayoritaria capaz de mantenerlo frente al Gobierno Rajoy.
El PP se ha hundido, a pesar de las cinco visitas en campaña de Rajoy. Es el que carga en Andalucia con el grueso del desgaste del bipartidismo neoliberal, de esos recortes impuestos desde Madrid, que el PSOE ha aplicado, "por imperativo legal" pero a su manera, es decir, priorizando los intereses de su red clientelar frente a la gran burguesía andaluza, cuyo partido es el PP.
IU ha sufrido un durísimo castigo que es consecuencia directa de su papel subalterno y co-responsable en la Junta de Andalucía. La mitad de sus votantes se han ido a Podemos, que recoge de manera muy importante el voto de los parados, de los precarios y de los sectores empobrecidos que la crisis ha excluido del sistema clientelar de redistribución vía presupuestos de la Junta.
Pero en la campaña, Podemos no ha sabido ni articular un programa ni una mayoría alternativa: a pesar de la crisis del régimen del 78, Podemos, solo, no puede abrir un proceso constituyente. Necesita un programa y una política de alianzas para construir una mayoría social, que no se agrupa espontáneamente por vía electoral.
Ciudadanos, con sus 9 diputados, se convierte en una opción lampedusiana de la crisis de la derecha bipartidista del PP: cambiarla, al menos parcialmente, para que sea de nuevo una opción de alternancia en Andalucía, o pueda condicionar el régimen clientelar del PSOE.
El PSOE de Susana Díaz, cuyo modelo de Andalucía es que todo siga igual -a pesar de las tasas de paro del 34,7% (25% en España) , de pobreza del 38,3% (27,3), de pobreza infantil del 45,3% (32,6%), de 980 euros per capita de gasto sanitario (1.205) ver aqui- podrá gobernar hasta las elecciones generales sin contar prácticamente con el parlamento andaluz, gracias al presupuesto de 2015 aprobado junto a IU. Y después será la correlación de fuerzas en la crisis del régimen del 78 el que marque las alianzas del PSOE andaluz, que convocó estas elecciones por "la falta de estabilidad de la alianza con IU".
Más allá de estas peculiaridades del "régimen andaluz" en la crisis del régimen del 78, también se deducen una serie de aspectos generales: la crisis del PP es estructural e irá a peor; el PSOE puede estabilizar su pérdida de votos apoyándose por el momento en sectores sociales populares sobre la base de ser un "mal menor", ante la falta de una alternativa real constituyente a su izquierda; Podemos no puede ser esa alternativa por si solo, necesita programa, organización y alianzas; IU urge –esta es su última oportunidad- una refundación que la sitúe en los procesos de cambio y supere sus enquistados aparatos; Ciudadanos se convierte en el caballo de Troya de la "regeneración" de la derecha neoliberal, como muleta del PP.
IU necesita centrar su renovación en torno al eje de proceso de procesos constituyentes y las confluencias unitarias en el conjunto del Estado, así como tejer las alianzas necesarias para conseguirlo con las organizaciones y procesos soberanistas en Cataluña, Euskadi, Navarra y Galicia.
Ahora es el momento de debatir democráticamente, corregir errores, sostener y ampliar las movilizaciones, y así preparar un giro a la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas. Solo así se crearán las condiciones políticas para derrotar al Gobierno Rajoy y, desde la unidad de las distintas izquierdas, preparar una alternativa constituyente a la crisis del régimen de la Segunda Restauración Borbónica.