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Un puñado de burócratas elegidos por nadie del FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea obligan al Parlamento Griego electo a aprobar entre el 15 y el 16 de julio un documento de 977 páginas que contiene exactamente las medidas contra las cuales ha votado el 61,21% del pueblo griego en el referendo del 5 de julio. Un puñado de invasores escondidos en un caballo de madera abre las puertas de Troya para todo lo que el pueblo rechaza: el saqueo, el incendio, el exterminio.
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El paquete impuesto por los elegidos por nadie a los elegidos por todos reduce todavía más el monto de salarios y pensiones, retrasa la jubilación hasta los 67 años, incrementa los impuestos indirectos, aumenta la precarización laboral, disminuye los fondos educativos, impone despidos masivos del sector público, privatización de empresas y propiedades nacionales e incrementa el débito en 80.000 millones de euros para que con el sacrificio de todos los griegos se auxilie a los bancos privados. Las troyanas no sólo ven su ciudad incendiada y a sus maridos e hijos asesinados: su propio destino será peor que la muerte, pues no es otro que ser sorteadas como esclavas de los vencedores.
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Por haber caído en manos de la derecha después que los Aliados masacraron a la resistencia izquierdista entre 1946 y 1949, el pueblo griego es gobernado por rufianes que lo atan al peñasco de una deuda impagable destinada a comprarle armas inútiles a Alemania, a sostener las bases militares de ocupación de la OTAN, a pagar los intereses incrementados unilateralmente de la propia deuda y a dar auxilios financieros públicos a los bancos privados arruinados en sus especulaciones. Hemos señalado que por estos medios sutiles el débito de Grecia se eleva del 25% de su PIB en 1981 al 174% y 180% , a niveles que hacen imposible su cancelación. Por haber entregado al pueblo de los humanos el fuego de los dioses, Prometeo es encadenado a una roca y condenado a que un buitre devore eternamente sus entrañas, que cada día renacen sólo para ser de nuevo devoradas.
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La presidenta del Parlamento griego, Zoe Constantinopoulos, nombra una Comisión de la Verdad sobre la Deuda Griega. El reglamento 472 sancionado por la Unión Europea en 2013 hace obligatorias tales auditorías para los países sometidos a planes de austeridad: sólo Grecia ha ejecutado una, y movimientos de ciudadanos privados han realizado otras en Francia y España. Los resultados no pueden ser más transparentes. La Deuda es Ilegítima, porque en su casi totalidad ha sido contraída sin cumplimiento de los requisitos constitucionales y legales nacionales e internacionales para ello; Odiosa, porque no ha sido consentida por el pueblo, e Impagable, porque mecanismos tales como su dilapidación en improductivos gastos armamentistas o auxilios financieros y el alza unilateral de intereses por los acreedores hacen imposible el pago. La tiranía de la Deuda niega de facto los Derechos Humanos al Trabajo, a la Educación, a la Salud, a la Cultura. Países como Ecuador y Bolivia por propia decisión soberana han impuesto la reestructuración de sus deudas basándose en argumentos similares, y logrado la reducción de magnitudes sustanciales. Agamenón, rey de Argos que ha aniquilado a Troya, regresa a su ciudad; su esposa Clitemnestra y el amante de ésta Egisto lo asesinan. Orestes y Electra a su vez matan a los asesinos de su padre; Clitemnestra moribunda azuza a las infernales Furias contra Orestes. El Areópago, un tribunal de ciudadanos iguales, lo exonera de su tormento.
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El 11 de julio Zoe Konstantinopoulos en el Parlamento Griego dice "No a los acuerdos de miseria y sumisión" y denuncia que "Este intento de imponer medidas rechazadas por el pueblo en un referéndum, mediante el chantaje de los bancos cerrados y la amenaza de quiebra, constituye una violación brutal de la Constitución griega y priva al Parlamento de la autoridad que le otorga esa misma Constitución". Califica certeramente Zoe a la deuda que pesa sobre su país, sobre el mundo: "Esa deuda que no surgió como un fenómeno meteorológico, sino que fue creada por los gobiernos anteriores a través de la corrupción en la contratación, los sobornos, cláusulas leoninas, y tipos de interés astronómicos, todo en beneficio de los bancos y de las empresas extranjeras". Añade la presidenta del Parlamento que mientras gobierno y financistas alemanes exigen implacablemente de Grecia una deuda que ésta no puede pagar, los teutones a su vez no pagan lo que deben por haber casi destruido al pequeño país durante la ocupación nazi. Y así, añade: "En el desprecio a la moral y al derecho, Alemania aún no ha pagado sus deudas a la pequeña Grecia de la época de la resistencia, de la que la historia reconoce su heroísmo. Esas deudas superan el valor de la actual deuda pública griega. Según los cálculos moderados de la Comisión del Tribunal de Cuentas creada por el gobierno precedente, la deuda de Alemania representa unos 340.000 millones de euros, mientras que la pretendida deuda pública actual de Grecia se estima en 325.000 millones de euros". En justicia, los helenos son acreedores, no deudores. Todos los esfuerzos que Edipo realiza para librar a Tebas de la peste y evitar el cumplimiento del destino lo conducen a ser víctima del destino. Para vencer la predestinación deberá asumir la responsabilidad de un sacrificio espantoso, que lo convertirá en venerado por todos los hombres.
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Los comunistas rechazan la traición y proponen suspender el pago de la Deuda. El 15 de julio millares de manifestantes en la plaza Syntagma protestan contra la capitulación, son duramente reprimidos, muchos enjuiciados. Polínice intenta tomar el poder en Tebas, muere en el intento, y su hermana Ifigenia rinde honras fúnebres al cuerpo inanimado a pesar de la prohibición del rey Creónte. Éste la condena a ser enterrada viva, pues ha faltado a las leyes de la ciudad. -Sí, -contesta Ifigenia- pero "No podía yo pensar que tus normas fueran de tal calidad que yo por ellas dejara de cumplir otras leyes, aunque no escritas, fijas siempre, inmutables, divinas". Allá van los enterradores de la frágil Antígona, los de Grecia, los del planeta, los de sí mismos, porque han dejado de cumplir otras leyes, aunque no escritas, fijas siempre, inmutables, divinas.