Cierre de la frontera...¿médida acertada?

Al haber pasado varios días del cierre de la frontera con Colombia, ya podemos valorar el impacto que ha tenido y podemos develar algunos problemas y fenómenos, que ya sabíamos existían, o intuíamos que existían, pero que se manejaban en el ámbito del rumor, el miedo y la impunidad, como por ejemplo, la actividad del paramilitarismo, que son estructuras criminales-empresariales, que le dan sustento a otras prácticas delictivas como: el contrabando de gasolina u otros combustibles, el contrabando de alimentos y bienes básicos, y el descontrol cambiario, entre otros.

Ya sabemos por los diversos medios que están cubriendo los hechos, que en la región de Táchira Venezuela y en la localidad de Cúcuta Colombia, se mueven dos agrupaciones paramilitares denominadas Los Arubeños y Los Rastrojos, quienes ejercen la violencia a través de la extorsión, la prostitución adulta e infantil, el secuestro y el sicariato, además de otras múltiples practicas criminales y delictivas.

En cuanto al contrabando de gasolina, que es una de las prácticas más vieja en las fronteras, por ejemplo, según el diario La Opinión de Cúcuta, de 15 millones de galones requeridos al mes para esta región, el estado colombiano solo asigna 1 millón; el estado venezolano provee vía contrabando el restante, se reitera que más del 90% de la gasolina que se consume en esta región, es extraída desde Venezuela a través del contrabando.

Así mismo, se estima que alrededor de 45 mil barriles de gasolina venezolana al año, pasan a Colombia vía contrabando, creando para Venezuela perdidas alrededor de 200 millones de dólares anuales.

El contrabando de alimentos se ha expandido e incrementado en esta región, además de en la región del Zulia, por ejemplo, se estima que más de la mitad de los alimentos básicos enviados a Táchira, desde los centros de distribución venezolanos, son desviados hacia el norte de Santander Colombia. En términos porcentuales, además el 50% de los alimentos que llegan a Táchira, pasan ilegalmente a Cúcuta.

El otro fenómeno es el trámite cambiario de las monedas en uso en la región Bolívar-Peso-Dólar. Esta práctica que es informal y sin control, fija arbitrariamente la tasa de cambio entre pesos y bolívares, favoreciendo la moneda colombiana y devaluando el bolívar; estos procedimientos sólo se hacen en esta parte de la frontera, porque al interior de Colombia el bolívar tiene otro valor. De esta forma, las mafias del contrabando, adquieren mayores cantidades de alimentos, con la misma cantidad de pesos.

Por ejemplo, el año pasado 2014 en diciembre, por un billete de cien bolívares los cambistas ilegales e informales te pagaban 1400 pesos, hoy en agosto 2015 sólo pagan 480. En síntesis, en Bogotá un bolívar es igual a 200 pesos, en Cúcuta, un bolívar es igual a 4 pesos, y esta es una medida-resolución, número 8 del Banco de la Republica de Colombia, como régimen especial para la frontera, que favorece este tipo de anormalidad cambiaria y que afecta a nuestra moneda nacional.

En general, entonces podemos ver algunos efectos del cierre fronterizo: como ya hemos señalado se han develado algunas deformaciones en varios ámbitos, hay mayor abastecimiento de alimentos en los mercados tachirenses, la gasolina ha aparecido en los expendios venezolanos y se han eliminado las colas. En otros aspectos, recordemos que esta medida de cierre ha sido acompañada por operativos militares, policiales de la OLP, que también han tenido su resultado, como por ejemplo: la desarticulación de bandas hamponiles y criminales, localizando armas, drogas y refugios para el delito.

Finalmente, deseamos que este mismo cierre se realice en la frontera con el Zulia, y que de igual forma tenga los mismos resultados.



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José Amesty


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