Las guerras que han propiciado el imperialismo norteamericano y el estado judío en el medio oriente, se prolongan sin que se vislumbre su fin en un futuro previsible. Antes por el contrario parecen enredarse y complejizarse, con múltiples actores y acciones que inclusive generan una perturbación en otros confines del planeta, lo cual ha hecho que muchas personalidades hablen de una tercera guerra mundial.
Así, el tiempo transcurre añadiendo cada vez más sufrimiento a los pueblos árabes, sin que ello sea un factor importante a considerar. Antes por el contrario sus gobiernos se convierten en propiciadores de este sufrimiento al someterse a los requerimientos sistémicos de Estados Unidos.
Esas guerras son ellas mismas, su puesta en escena, un arma pero que en su versión moderna genera otro conjunto de situaciones estratégicas que le permite alcanzar su objetivo. Una de esas situaciones es el terrorismo y sus ejecutores famosos como son Al Qaeda y el Estado Islámico.
Esos dos monstruos son creación directa, de los países industrializados, que los han concebido, amamantado y criado con el propósito de desviar hacia ellos la responsabilidad de las guerras y cuando ya no los necesiten desaparecerán como ya esta ocurriendo con Al Qaeda.
Sin embargo también ha creado otros monstruos, como Israel que eliminó la paz en esa región y del mundo desde su creación y ahora el caso de Turquía, gestor y beneficiario del salvajismo del autodenominado estado islámico, la cual promete su propia cuota de guerras y brutalidades. (En el momento de escribir esta nota nos enteramos que Turquía había derribado un avión ruso que luchaba contra el terrorismo, con lo cual confirma las apreciaciones que arriba indicamos sobre ese país).
Algo le han prometido a Turquía, quizás un centavo, pero en todo caso su papel será el del matón en la nueva configuración geopolítica que se esta estableciendo en esa zona.
Lo que está claro en todos estos conflictos es que no se está luchando por los derechos de las naciones, ni por los valores y derechos de sus habitantes, ni por los principios democráticos con que se chantajea a los países pobres, sino por los intereses globales del capitalismo, en su forma más cruda e inclemente. Desde hace años el capitalismo levantó su rostro benigno y civilizatorio, para mostrar solo la lucha por sus intereses materiales. Solo importa la lucha por los intereses de la clase dominante a nivel mundial. Los capitalistas de los países en guerra, se están dando cuenta en la forma más cruenta que ellos no juegan ningún papel en este escenario global mientras la clase media solo le queda huir como “refugiados” hacia las puertas cerradas de Europa, jugando un papel de actor de reparto.
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