El terrorismo, no es un fetiche

El terrorismo no es un fetiche, es un fenómeno social monstruoso propio del imperialismo del siglo XXI, que puede acabar con la civilización. Mirémoslo:

Está comprobado que en la guerra contra el terrorismo, Estados Unidos ha tenido una actitud difusa. Por un lado, dice combatir el terrorismo, pero en la realidad ataca a quien lo está combatiendo: ataca al presidente al Assad, bloquea a Rusia y se hace del ojo pacho ante las agresiones de Turquía.

Por otra parte, dice que Rusia debe unirse a la alianza encabezada por ellos para combatir el terrorismo y manifiesta que Rusia no combate el terrorismo.

¿Entonces quien combate a quién?

Miremos los hechos:

De todos es conocido que en más de una año de declarar que Estados Unidos y los aliados combaten a los terroristas, este movimiento fascista del siglo XXI creció, se instaló y tomó control del petróleo de Siria e Irak y de las vías para transportarlo hacia Turquía y el mediterráneo. Creando el más gigantesco CISTERNADUCTO o midnight oil, que comienza en Irak, atraviesa Siria y llega a Turquía con los millones de barriles del crudo robado a ambos países.

Si es así, el combate contra el terrorismo anunciado por los aliados es una farsa o la estrategia es tan genérica que no curan la enfermedad, solamente la prorrogan o, simplemente, no les preocupa el fin de la guerra.

Desde esa visión, la prolongación de la guerra contra el terrorismo es una metáfora ideológica muy conveniente, que se emplea como fetiche, cuando los problemas sociales se agudizan en Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, el monstruo ya está creado y posee una estructura económica-militar muy poderosa y operativa. A tal grado que ha cobrado vida propia y se ha convertido en una amenaza real para todos los países, que la tal metáfora ideológica del terrorismo, que ha servido para justificar las medidas represivas contra los ciudadanos y los Estados que no se someten a los designios imperialistas, se ha convertido en realidad. Así, el terrorismo es un arma político-militar e ideológica que al ser empuñada por los sectores más corruptos y desalmados del imperialismo actual, se convierte en la bomba nuclear con la que se amenaza a todos.

Ahora, ese tipo de terrorismo corrupto y fundamentalista-pragmático amenaza a Estados, a formas tradicionalmente democráticas de gobiernos, administración de empresas, de iglesias y cultos religiosos, principalmente islámicos y la vida social y espiritual de la juventud contemporánea.

Mucho ojo con esto.

Si Lenin descubrió las relaciones imperialistas en los inicios del siglo XX, ahora al inicio del siglo XXI, el imperialismo monopolista y oligopólico descubierto por Lenin, ha evolucionado del fascismo al terrorismo contemporáneo.

Con las características descubiertas por los rusos en la guerra contra este mal del siglo XXI. Que consisten en el robo, la reventa, las ganancias inmediatas, el control de fronteras, creación de compañías cisternaductos, la red de países cómplices, los beneficiarios de las abultadas ganancias, los ejércitos de protección, la implicación de gobiernos, políticos y empresarios y sobre todo, llegar a donde está el producto, sin respetar la soberanía de los países, destruir los gobiernos y crear el caos, para mantener a las poblaciones y a los gobiernos metidos en problemas de desestabilidad social, mientras se consuma el robo.

De esto se deriva la actitud de los gobiernos euro norteamericanos hacia el terrorismo en Siria. Todos están implicados en la creación de este nuevo fenómeno y en su funcionamiento.

El problema es que como organismo social, el terrorismo no tiene fronteras y puede devorar el orden establecido. Los cárteles latinoamericanos, son cuasi caricaturas de este monstruo que se engendró en Libia y se creció en Siria.

Si los gobiernos no lo miran como tal, por la ceguera anticomunista que les afecta la visión real del problema, lo van a lamentar a corto plazo. Putin tiene razón cuando habla de un solo puño contra el terrorismo.

América Latina, no es la excepción, ya hay, como se dice en caló militar popular, "dragoniantes" o en términos futbolísticos: ya hay reservas –pandilleros- que podrían con facilidad pragmática, engrosar esas brigadas.



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Memo Fernández


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