Las oligarquías que por siglos han mantenido el dominio sobre las mayorías nacionales se encuentran acorraladas por el gran flujo de masas que en América Latina avanza contra el pasado de oprobio, dominio y sumisión.
El movimiento popular comienza a romper las cadenas que lo atan a viejos partidos e insurge con identidad propia y sin las ataduras del pasado. El fenómeno comienza en Venezuela con el triunfo del presidente Chávez que, al cambiar la superestructura constitucional, desmorona los viejos partidos (AD y Copei). En Ecuador se repite el fenómeno, pero la traición de Lucio Gutiérrez frena momentáneamente el avance de las mayorías, las cuales, en menos que canta un gallo, le cobran la traición, lo echan del gobierno y ahora, por sus propios medios y con propia fuerza (CONAIE y Pachacutic) se preparan para asumir el gobierno en la próxima elección presidencial dentro de seis meses. El fenómeno se repite en Bolivia y Evo Morales al frente de organizaciones populares curtidas en mil combates, asume el gobierno de la República que ha de surgir con la nueva Constitución, libre de los lastres del pasado de discriminación contra las mayorías indígenas y el saqueo de los recursos naturales. En Colombia, por primera vez en un evento electoral, la izquierda se constituye en abanderada de la oposición. Si la oligarquía respeta los derechos democráticos, las mayorías colombianas avanzarán en la defensa de la soberanía y la conquista de la paz. El partido liberal y el conservador desaparecen de la palestra política; pero, el ripio que queda de dichos partidos, es lo que se aglutina alrededor de Uribe, auténtico representante de la oligarquía. Por fin, el ascenso de la izquierda “hace que Colombia ingrese al siglo XX” ¿en cuanto tiempo llegará al XXI? El caso del Perú es el ejemplo de otra rancia oligarquía acorralada. Ante la derrota de su candidata Lourdes Flores no le quedó otra alternativa sino ponerse el pañuelo en la nariz para respaldar a Alan García. Con los votos prestados de Flores, Fujimori, lo que queda del APRA y el fraude en Lima de los “votos nulos”, gana Alan García. “El que viste ropa ajena, en la calle lo desnudan”. Si Toledo con su política neoliberal terminó con 7% de aprobación ¿Cuál será la suerte de Alan García como continuador de esa política y en el papel de gendarme del imperio?
En cambio Umala domina en 15 de 25 departamentos del Perú, con 47% de votos que le pertenecen. No son votos prestados. En sólo un año logra aglutinar tan poderoso movimiento de masas. Para conservarlo y consolidarlo el único compromiso está en ser consecuente con las aspiraciones de esas mayorías nacionales que lo eligieron como su líder y lo colocan como primera fuerza de la oposición. En Perú los partidos tradicionales fueron barridos del mapa. No hay duda, en América Latina el flujo de masas acorrala día a día a las rancias oligarquías prepotentes.
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