Colombia, paz burguesa. ¿Respetaran la capitulación o nuevo baile rojo?

A raíz de la derrota del SI en el plebiscito del 02 de Octubre que se efectuó en Colombia, con el frustrado propósito de lograr el respaldo de la mayoría del Pueblo Colombiano, a los acuerdos de paz alcanzados en La Habana Cuba, entre el gobierno burgués y asesino de Juan Manuel Santos y la insurgencia popular de las FARC-EP, luego de 4 años de largas discusiones que estuvieron acompañados de representantes de Cuba y de Noruega como garantes de su compromiso, y de los gobiernos de Venezuela y de Chile como acompañantes de ese importante proceso de dialogo, la burguesía Colombiana incluyendo a su actual Presidente comienza a despojarse de su pérfida máscara pacifista, para dejar ver sus reales intenciones políticas luego de haber logrado la firma de esos acuerdos, por parte de la capitulante o quizás entregada dirigencia guerrillera.

Santos, el policía bueno del Estado Colombiano, logro seducir hábilmente a una errática y frustrada dirigencia guerrillera que acepto sin reproche alguno, que se negociara solo la paz que la burguesía Santandereana necesitaba, para poder deslastrarse de un antiguo conflicto armado, que le perjudicaba su imagen externa de Nación desplazada y de Estado genocida, ante los diversos organismos internacionales y la opinión pública mundial. Sera muy difícil de entender para todos los pueblos y los gobiernos de América Latina y del Caribe, que el secretariado de las FARC-EP haya aceptado de manera sumisa e indigna, que en la agenda de esas negociaciones, no se haya exigido el retiro de todas las bases militares que mantiene el Imperialismo Yankee, en el suelo patrio que el inmortal caraqueño Simón Bolívar liberto hace casi 200 años.

Santos con un gran cálculo político, propio de las fuerzas políticas que actúan en el marco de la democracia burguesa, puso de rodillas a las FARC-EP al imponerles con mucha firmeza la realización de un Plebiscito por la paz, que supuestamente tendría como resultado electoral, una contundente victoria de dicha propuesta en el seno de la sociedad colombiana, que hastiada de la guerra y sus fatales consecuencias votaría mayoritariamente por el anhelado y esperanzador Si a la paz. Así como el pez muere por la boca por hambre o engaño, la dirigencia de la guerrilla colombiana no tuvo la más mínima objeción para tragarse ese vulgar y visible anzuelo, que le había puesto este acaudalado empresario en funciones de Presidente de Colombia por los momentos, acostumbrado a ganar siempre en sus cotidianas transacciones comerciales y / o acuerdos políticos.
Juan Manuel Santos sabía muy bien, que el mejor acuerdo de paz entre su  gobierno lacayo y la dirigencia de las FARC-EP, no sería el alcanzado en

La Habana tras tantos disensos y consensos, durante esas negociaciones a lo largo de cuatro años en la Capital Cubana, sino el “Acuerdo Ajustado” que se avizora y que necesariamente se producirá, como consecuencia lógica de la pírrica pero lapidaria derrota electoral. Santos, cínico e hipócrita, coadyuvo a concretar con sus colegas Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana, la derrota de la opción por el Sí, dado el menguado y frio apoyo que su fuerza política le dio al mencionado Plebiscito, resultado que ahora utilizara para poder chantajear a la domada dirigencia guerrillera, que se resignara sin protesto a “revisar y modificar” algunos términos logrados, por el temor de tener que ir a la cárcel o a morir en algún atentado terrorista de su gobierno.  

La derrota de la opción del Si en el plebiscito del 02OCT, constituye un duro golpe político y diplomático para el Secretariado de las FARC-EP y todos sus abnegados combatientes, que habían puesto toda su confianza en una inusual consulta popular, que de acuerdo a las expectativas creadas por el gobierno de Santos y por las consultoras de opinión nacionales y extranjeras, le otorgaban a esa opción un triunfo cómodo y convincente, de acuerdo a sus mediciones más conservadoras. Pero el idealismo guerrillero se estrelló una vez más (las contradicciones antagónicas no se resuelven en la paz burguesa), con la dura realidad de la política Colombiana que ha tenido como actor social hegemónico durante más de cien años, a la rancia Burguesía Neogranadina que no iba a aceptar unos acuerdos que le garantizaban la libertad, la inmunidad judicial, y los derechos políticos, a su más acérrimo enemigo de clase social organizado en un ejército popular, que en algún momento de su larga y justa lucha pudo haber tomado el Cielo por asalto.

La victoria de la opción del No en el reciente plebiscito aunque por estrecho margen, no deja de tener validez electoral y sobretodo política, tanto en el ámbito de Colombia como también a nivel internacional, y además nos reafirma objetivamente de nuevo el inmenso liderazgo político, que tiene ese siniestro y criminal personaje que se llama Álvaro Uribe Vélez, quien estuvo durante los últimos cuatro años descalificando el proceso de negociaciones, y preparando todas las acciones políticas y judiciales necesarias, para desconocer los acuerdos de paz que se alcanzaron en Cuba y se refrendaron en Cartagena.

Esta victoria estratégica de Uribe Vélez y de las fuerzas más retrogradas de la sociedad colombiana (herederas políticas y sociales de los verdugos de Jorge Eliezer Gaitán), lograda gracias al respaldo mayoritario de la híper alienada población de las grandes ciudades colombianas, que alberga en su manipulada conciencia una gran dosis de odio de clases, contra los combatientes de las guerrillas en general  y de su extendida base social, sentimientos inculcados sistemáticamente por el poderoso arsenal mediático de la apátrida burguesía colombiana, convierte al máximo jefe de los paramilitares en el gran inquisidor de los acuerdos de paz.

Juan Manuel Santos con la derrota de su Plebiscito que paradójicamente le sabe a victoria, ya que le permitirá seguir siendo el policía bueno en este episodio, está obligado políticamente a revisar y a modificar todos los aspectos esenciales del acuerdo de paz, que según los criterios guerreristas de Álvaro Uribe Vélez (creador de los paramilitares) y de Andrés Pastrana (padre del Plan Colombia), exoneraban de responsabilidades judiciales a los miembros del Secretariado de las FARC-EP, con el vengativo propósito de lograr su nulidad legal respectiva por parte de la clasista justicia colombiana, para llevar a todos los comandantes guerrilleros a la cárcel o al cementerio.

Bolívar y Chávez Viven. La lucha sigue.
Hasta la Victoria Siempre, Comandantes.
Venceremos!
 
 



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Winston A. Lozada C.

Militante marxista- leninista

 winstonlozada@gmail.com

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