El pueblo judío, desde siempre puso frente a los ojos de los demás su martirologio como recurso comunicacional para ganarse la buena voluntad de todo el mundo y hacer suyo el Monopolio Universal del Dolor; no hubo nunca un pueblo más sufrido: perseguidos por los vecinos en las ardientes arenas bíblicas, acosados por todos, esclavizados por Egipto, oprimidos por Roma, expulsados de España, discriminados en Alemania, asesinados en los progroms zaristas, acorralados por los nazis, fueron escribiendo una saga ilustrada por cientos de películas de Hollywood y a esa trágica historia la apuntalaron con 6.000.000 de víctimas de la 2da. Guerra Mundial, Poco o nunca mencionan las astronómicas cifras de las víctimas de otros pueblos, que en muchísimos millones superan el número de víctimas judías. Existen pueblos, cuyo número de víctimas, en proporción con la totalidad de sus poblaciones de entonces, superan en mucho a la tragedia judía.
Para nada mencionan a los pueblos indígenas del Nuevo Mundo que fueron extinguidos en su totalidad, y que se llevaron consigo un pedazo irrecuperable del alma humana, o de los otros, que fueron doblegados y sometidos a esclavitud durantes siglos, y menos aún se dice de los millones de negros arrojados al mar desde las naves europeas, de los millones que sobrevivieron la travesía para verse condenados a un infierno mil veces más horrible que el que describía la Biblia , con la que quisieron doblegarles el espíritu y desaparecer sus culturas ancestrales.
Campos de Concentración
Un invento que acrecienta la fama del ingenio de inglés son los campos de concentración, utilizados por vez primera en la guerra de los Boers y copiados en versión mejorada por Hitler. Cuando se desvelo el secreto de los campos de concentración, Auschwitz, Dachau, Majdanek… , fueron convertidos en símbolo exclusivo de la persecución nazi a los judíos, cuando programáticamente los nazis de manera explicita definieron a estos campos como instalaciones “Para destruir a los enemigos raciales del régimen: gitanos, pueblos eslavos y judíos.” (Entiéndase bien: judíos, entre otros).
El descubrimiento de la existencia de los campos de concentración generó un a crisis en el pensamiento occidental, incluidos los filósofos judíos, quienes conceptualizaron a los campos de concentración como “opresión racionalmente calculada” .
Los campos de concentración nazis fueron creados por especialistas que diseñaron un complejo sistema instrumental de aniquilación productiva, por ejemplo: parte de la vestimenta de las tripulaciones de los submarinos alemanes estaban confeccionadas con cabello humano, producto de los campos de concentración.
Ciertamente el pueblo alemán conocía de la existencia de los campos de concentración y en ellos funcionaba una modalidad de propaganda soterrada que en algunos alemanes alimentaba el orgullo patriótico y en otros el horror y la vergüenza, pero en ambos casos el silencio sellaba la complicidad de sus admiradores y la inacción de sus detractores.
Si de algo están absolutamente seguros los millones de hombres y mujeres de todas nacionalidades que fueron víctimas de los campos de concentración, es que los nazis no eran locos o irracionales. Lo más curioso es que los judíos, quienes utilizaron el argumento del Holocausto para convencer al mundo de la necesidad de un territorio propio, donde restañar sus heridas y reunirse bajo un mismo cielo, como un mismo pueblo, sean hoy los que les imitan aplicando la opresión racionalmente calculada al pueblo palestino; el copia es tan detallada, que al igual que en los territorios ocupados por los nazis, por cada soldado invasor muerto (o secuestrado) es masacrada la población civil.
Contra la propaganda del silencio
El genocidio del pueblo palestino lo conocen todos los pueblos del planeta, incluidos los más poderosos, y el silencio de estos últimos es espectral; con el pueblo hebreo ocurre una variante del fenómeno que funcionó durante la 2da. Guerra Mundial: en unos sus pechos se hinchan de orgullo sionista, mientras en otros la expresión de la vergüenza se limita a fueros íntimos. Pero en todo caso el silencio se convierte en un río de sangre que debemos detener los pueblos del sur.
Siempre hemos sido los asediados del planeta y debemos poner fin a esa condición, por eso es cada vez más urgente la necesidad de la creación de un Mundo Multipolar, de una nueva política internacional sustentada en la legítima valoración de nuestros derechos humanos y por nuestra condición de países poseedores de los recursos energéticos, de los mayores yacimientos de materia prima, de los reservorios de agua dulce, y de los territorios con mayor biodiversidad, que son la garantía de la supervivencia de la vida sobre el planeta. Nuestra voz unida será la acción que debe detener la política del terror guerrerista. Somos los llamados a doblegar la brutalidad con el peso de la inteligencia, la razón y la voluntad de resistir ante cualquier agresión.
No olvidemos que el imperialismo norteamericano, el gran aliado de Israel, está ahora sistematizando una nueva variante para la opresión racionalmente calculada que responda a la realidad actual de nuestros pueblos, en esos planes se incluyen nuestros nombres, ciudades, campos petroleros, reservas acuíferas y de nuestros países como mercados cautivos de su dominación económica y política.
Ese es el panorama que nos coloca en el centro del problema palestino, con ellos somos uno - se trata de NOSOTROS.