Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
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"Honorables, en esta sede les anuncio mi separación de los Estados Unidos… tanto en el plano militar, como económico también".
De este modo, el Presidente de Las Filipinas, Rodrigo "El Castigador" Duterte desató un terremoto geopolítico que abarcó toda Eurasia y reverberó a través de todo el Océano Pacífico.
Y que habló desde la sede escogida con serenidad, justo en el corazón del Dragón Naciente, nada menos.
Al culminar su visita de estado a Beiyín Duterte acuñó un estribillo preñado de insinuaciones y que continuará resonando a través del Sur global, "Estados Unidos ha Perdido".
Y como si eso no fuera suficiente, Duterte anunció una nueva alianza –Las Filipinas, China y Rusia—que está a punto de materializarse: "Somos tres contra el mundo".
Como era de esperarse, la oligarquía del Beltway en la "nación indispensable" enloqueció, reaccionando como confundida o abiertamente furiosa, lanzando los improperios de costumbre contra el "inculto populista", "trastornado líder".
En el fondo hay que reconocer que se requiere tener muchos cojones para que el líder de un país pobre, en desarrollo, ubicado en el sudeste asiático o en cualquier otra parte, para desafiar abiertamente a una superpotencia. En todo caso, Duterte a lo que está jugando es pura Realpolitk. Si él prevalece, será capaz de habilidosamente poner a Estados Unidos contra China para beneficio de los intereses de las Filipinas.
"La Primavera de nuestra relación".
Comenzó con una explosión. Durante la visita de Duterte a China, Manila firmó no menos de trece mil millones de dólares en acuerdos con Beiyín, desde contratos comerciales e inversiones, hasta control de drogas, seguridad marítima e infraestructura.
Beiyín se esmeró para hacer que Duterte se sintiera bien recibido.
El presidente chino Xi Jinping sugirió que tanto Manila como Beiyín deberían "temporalmente hacer a un lado" las intratables disputas sobre el Mar de China y aprender de la "sabiduría política" de la historia, como ser dar espacio para las conversaciones diplomáticas. Después de todo, ambos pueblos "son hermanos de sangre".
Duterte respondió del mismo modo. "A pesar que arribamos a Beiyín casi en invierno, esta es la primavera de nuestras relaciones", le dijo a Xi en el Gran Salón del Pueblo.
China ya es el segundo socio comercial más grande de las Filipinas, detrás de Japón, Estados Unidos y Singapur. Las exportaciones filipinas a esos tres países alcanzan aproximadamente a un 42,7 por ciento del total, comparado con el 21,1 por ciento con China / Hong Kong. Las importaciones desde China alcanzan un 16,1 por ciento del total. Aunque el comercio bilateral con China va a aumentar, lo que realmente le importa a Duterte es una inversión masiva china en infraestructura.
Lo que esto significará en la práctica es en realidad pionero: el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, AIIB (sigla en inglés) encabezado por China, participará en el desarrollo económico de las Filipinas; Manila estará más involucrada en promover expeditamente las relaciones China-ASEAN en toda suerte de cuestiones regionales (Filipinas tomará la silla presidencial del ASEAN en 2017) y Filipinas estará más integrada en las Nuevas Rutas de la Seda, más conocidas como Una Faja y Una Ruta (OBOR sigla en inglés).
Tercer "strike". Sin duda alguna, Estados Unidos está "out". E incluso hubo un cuarto "strike" incluido en la promesa de Duterte en el sentido que pronto pondrá fin a la cooperación militar con Estados Unidos a pesar de la oposición de una parte de las fuerzas armadas de Filipinas.
La Primera Cadena de Islas
El desarrollo ya había sido lo suficientemente dramático. En vísperas de su reunión con Xi, hablando con los miembros de la comunidad filipina en Beiyín, Duterte dijo lo siguiente: "Ya es tiempo de decir adiós" a Estados Unidos; "yo no voy a solicitar pero si ellos (los chinos) nos ofrecen y si ellos me lo preguntan ¿Uds. necesitan esta ayuda? /Yo diré/ por supuesto que si, nosotros somos muy pobres."
Luego vino el argumento contundente, "No iré nunca más a Estados Unidos –allí solo seríamos insultados".
Estados Unidos fue la potencia colonialista en las Filipinas desde el año 1899 hasta 1942.
Hollywood penetra en el inconsciente colectivo. El inglés es la lengua franca, lado a lado con el tagalog. Pero los tentáculos de la fraudulenta "protección" del Tío Sam no son precisamente bienvenidos. Dos de los más grandes componentes del Imperio, las de Bases Militares de
Estados Unidos han estado ubicados durante décadas en las Filipinas: la Base Clark de la Fuerza Aérea y la Base Naval de la Bahía de Subic.
La Base Clark ocupa un espacio de 230 millas cuadradas y cuenta con quince mil personas, estuvo ocupadísima durante la Guerra de Vietnam –era el núcleo principal para hombres y material de guerra entrando y saliendo de Saigón. Posteriormente fue convertida en eso que el Pentágono denomina cuartel general de "operaciones adelantadas". La Base Naval Subic abarca 260 millas cuadradas, estuvo tan ocupada como la Base Clark. Fue la base de operaciones adelantadas para la 7ª Flota de Estados Unidos.
Ya en el año 1987 antes del fin de la Guerra Fría la Corporación RAND estuvo muy alarmada por la pérdida de las dos bases; eso sería "devastador para la seguridad regional". "Devastador" –en el sentido mítico" de "defender los intereses de la ASEAN" y la "seguridad de las rutas marítimas."
Traducción: El Pentágono y la marina norteamericana perderían un instrumento clave de presión sobre la ASEAN. Ya que la "protección de la seguridad de las rutas marítimas" siempre ha sido la justificación principal para aquellas bases.
Eventualmente eso fue lo que sucedió. La Base Clark fue cerrada en el mes de noviembre de 1991 y la Base Naval Subic en el mes de noviembre de 1992.
Pasaron años antes que China percibiera una apertura –aprovechable; después de todo durante la década de los noventa y los primeros dos mil, la prioridad absoluta era el desarrollo nacional a velocidad fulminante. Pero luego Beiyín sacó la cuenta; no más bases norteamericanas con vistas secretas en todo lo concerniente a la Primera Cadena de Islas.
La Primera Cadena de Islas, es producto de las fabulosas fuerzas tectónicas del Anillo de Fuego durante milenios. Una cadena de islas que se extiende desde el sur de Japón en el norte hasta Borneo en el sur. Para Beiyín ellas significan una suerte de escudo para la costa oriental de China; si esta cadena está segura, entonces Asia está segura.
Para todos los efectos prácticos, Beiyín considera que la Primera Cadena de Islas como un zona demarcatoria no negociable del Pacífico Occidental –idealmente sin interferencia extranjera (como la norteamericana). El Mar del Sur de China –que en algunas partes es caracterizado por Manila como el Mar de las Filipinas Occidentales –se encuentra dentro de la Primera Cadena de Islas. De manera que para asegurar la Primera Cadena de Islas, el Mar del Sur de China debe permanecer libre de interferencias extranjeras.
Y aquí estamos inmersos en el corazón de lo que podría decirse punto álgido del siglo XXI en la geopolítica de Asia. La razón principal del pivote de Asia del gobierno de Obama.
Hasta ahora la marina norteamericana contaba con que las Filipinas se opusieran a la proverbial y cacareada "agresión china" en el Mar del Sur de China y en el Mar de Oriente de China.
La furia del complejo neoconservador/neoliberalconservador, industrial-militar contra el cambio de juego del "trastornado" Duterte es por la contención de China y el dominio de la Primera Cadena de Islas lo cual ha sido el principal núcleo de la estrategia de la marina norteamericana desde el inicio de la Guerra Fría.
Beiyín mientras tanto tiene todo el tiempo necesario para afinar su ámbito estratégico. Todo esto no tiene nada que ver con la "libertad de navegación" ni con la protección de las rutas marítimas; todos necesitan del intercambio comercial que se da en el Mar del Sur de China –esta, quizás en los próximos diez años será capaz de negarle "acceso" a la marina norteamericana al Mar del Sur de China y a la Primera Cadena de Islas.
El cambio de juego de Duterte "Estados Unidos ha Perdido" es solo una nueva andanada dentro de la indiscutiblemente clave película de suspenso geopolítico del siglo XXI. La Corte Suprema de Justicia de Manila, por ejemplo, ha advertido a Duterte que si él renuncia a la soberanía del Scarborough Shoul podría ser acusado constitucionalmente.
Eso no sucederá. Duterte desea grandes volúmenes de comercio e inversiones con China pero no renunciar a la soberanía. Él más bien está preparado para ser atacado y satanizado por la superpotencia, tanto como lo fue el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez en sus mejores días.
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