Ganó Donald Trump las elecciones en el imperio norteamericano ante y frente al status quo político estadounidense imponiendo al movimiento actual de "empresarios al poder" tal como bien lo conocemos en los países al sur del río Bravo y al sur de la península de la Florida cuando "empresarios políticos" pero no "políticos empresarios" han asaltado el poder político de nuestras naciones bajo la égida de la solución total y global de todos los males que han surgido en el sistema capitalista gracias a las decisiones políticas, en la economía y finanzas y en lo militar a partir del arribo al poder político norteamericano y británico de Ronald Reagan y Margaret Thatcher; a partir de ese presidente y aquella primer ministra, sus sucesores, sencilla y simplemente, han venido desarrollando aquellas políticas de "arrase total con todo lo que huela y signifique comunismo".
La praxis del empresariado ejerciendo en el poder político tal cual lo pudimos percibir durante el "Golpe de Abril" en Venezuela, en México con Vicente Fox y sucesores, en Chile, Costa Rica, Argentina, Panamá, Perú y ahora Brasil, solo como muestra, ha sido un verdadero desastre no solo, precisamente, en lo referido a la economía no-privada, es decir, la economía pública, sino en las derogaciones de los beneficios en los servicios públicos y sociales, en praxis legal en las persecuciones judiciales y legales en contra de los Derechos Humanos de los ciudadanos de a pie.
En algunos países como, por ejemplo, en la España de Mariano Rajoy, inteligentemente, el empresariado, además de controlar los medios de comunicación, la banca, el empresariado, lo militar, los tribunales, etc., no han necesitado imponer a un empresario sino que han impuesto la práctica-praxis de lo que denominan como "las puertas giratorias" convirtiendo al político en el "político empresario", lo cual es profundamente diferente a las praxis conocidas en América Latina.
En ese orden, Donald Trump a pesar del New York Times y las bolsas mundiales, triunfó en lo que ahora denominan como el "populismo de derechas", es decir, Trump ganó, mejor, arrasó, en las elecciones norteamericanas gracias a lo que se denomina como los "blue-collar-workers", es decir, los obreros y obreras estadounidenses. Es decir que sí nos sustentamos en la teoría actual de aquello de los "obreros al poder", curiosamente, la ideología de derechas es más convincente que el slogan actual de "todo el poder a los trabajadores". Curiosidades cuales sin profundizar en las diferencias conceptuales, claro, según el cuerpo ideológico sobre el cual sustentemos nuestros análisis, se aplica aquello de "el mundo al revés", lo cual significa que debemos sentarnos, calmadamente, a reflexionar dónde nos encontramos ideológicamente y cómo vamos a desarrollar una praxis revolucionaria pero, eso si, marxista, dejando a un lado el pragmatismo en función del poder.
Ganó Trump, perdió Clinton y punto.
Tratar de buscar razones de uno y otro escenario es, simplemente, perder el tiempo cuando ya, prácticamente, al día siguiente del reconocimiento oficial y de informar a la sociedad norteamericana y al resto del mundo sobre el triunfo de Donald Trump, las calles se las ciudades más dinámicas estadounidenses, aquellas sociedades de los "white-collar", se han alebrestado, se ha ido a las calles "llenándolas de pueblo".
Pero, cuidado, habrá que distinguir y precisar la composición social de esos que están protestando contra la elección del empresario Donald Trump ya que se viene desarrollando en los Estados Unidos de América un movimiento social, por demás profundamente interesante, con el resurgir del inconsciente colectivo histórico estadounidense, expresándose en una muy fuerte confrontación entre las diferentes sociedades urbanas de las costas norteamericanas con aquellas sociedades del centro de la nación estadounidense tal como sucediera durante aquella brutal guerra del norte contra el sur, es decir, en los escenarios sociales en y durante la "Guerra Civil norteamericana".
Lo cierto es que los Estados Unidos de América son una nación profundamente dividida lo cual nos obliga a preguntarnos sobre cómo será el desarrollo de la cotidianidad norteamericana cara el futuro republicano-trumpista.
Hemos expresado en alguna ocasión que la sociedad norteamericana se viene militarizando cuando observamos que las fuerzas policiales han sido no solo militarizadas sino equipadas con "instrumentos de guerra", no policiales. A estos se les ha adicionado lo que sería para nosotros la guardia nacional estadounidense junto a las fuerzas de la reserva, los guarda-costas, los guarda-bosques y los sectores de inteligencia no solo la los referidos a la inteligencia interna, FBI, como también los diferentes órganos gubernamentales de la inteligencia externa; es decir, la sociedad estadounidense, sencillamente, es una sociedad bajo en control de la represión; observen con detenimiento los recientes altercados entre la sociedad civil y las denominadas como "fuerzas del orden".
Es decir, a pesar de las protestas sociales contra el triunfo de Donald Trump, las "fuerzas del orden" actuarán con contundencia sí ello es necesario. Lo expresó HIllary Rodham Clinton cuando pidió a sus seguidores: "…denle un chancesito al pana…".
¿Qué hará Trump como presidente norteamericano? Es decir, ¿cómo actuará y ejercerá el poder presidencial más cuando el sector republicano, político empresarial y militar de extrema derecha ha logrado en control absoluto del Legislativo?
El discurso de Donald Trump y, en consecuencia, su praxis presidencialista será lo que podríamos definir como la decisión ejecutiva "del cierre de las fronteras", es decir, "el aislamiento internacional", claro, no tan radical como en precedentes históricos.
Donald Trump lo ha expresado cuando informó que se invertirá en la infraestructura nacional, tal como algún presidente norteamericano aplicó esa política de supervivencia nacional en tiempos pretéritos; además Trump y el Congreso norteamericano aprobarán la rebaja y reducción general de los impuestos junto a la elevación de impuestos a las importaciones, claro, seguramente, el petróleo no estaría en esas lides, obviamente. Ello significaría en su praxis social lo que podríamos definir como de "un reflejo del american way of life".
¿Por qué Donald Trump prometió y pondrá en praxis la política del aislamiento relativo de la realidad objetiva de los Estados Unidos de América en considerando que el país del norte no solo es un imperio capitalista sino que ejerce la "fase superior del imperialismo norteamericano", inevitablemente?
Para poder responder esa inquietud real debemos entrar a la Historia de los Estados Unidos de América con respecto a la Región de Asia y el Pacífico pero para ser más precisos debemos comprender las realidades que se comenzaron a desarrollar inmediatamente posterior a la firma de la paz por Japón como país derrotado por y en consecuencia de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico y todo ello, para los EEUU de América, en función de "su destino cristiano como nación rescatadora de lo judeo-cristiano-mundial". Es decir, la aplicación de la más rancia ideología materialista-cristiana desde los tiempos de Hegel, Marx y la "Rerum Novarum". ¿Podría significar esa praxis una aproximación a una guerra mundial?
En ese marco, sí reflexionamos con la obligada calma necesaria, conocemos que Washington con su "Doctrina Monroe" aclamó y proclamó como de su total y única propiedad todas las extensiones caribeñas y un poquito más allá en el continente americano expresando con la rigurosidad y precisión aquella doctrina de "América para los americanos".
Es demostrable que la Primera Guerra Mundial que se batió en el continente europeo no le permitió a Washington imponer sus paradigmas imperial-imperialistas sobre las testas coronadas y gobiernos republicanos europeos lo cual agravaría ese escenario real y objetivo con el triunfo de la Revolución Bolchevique. Aquellas realidades le enseñaron a Washington sus debilidades y sus fortalezas, cara su futuro como imperio-imperialista.
La entrada a la guerra mundial en el Pacífico y la consecuente paz nuclear le permitiría a Washington imponer, primeramente, una constitución al Japón para pasar a imponer la elección y triunfo de un presidente coreano en la península de Corea con la anuencia y aprobación de la recién fundada Naciones Unidas, además de su presencia y la consolidación de su poder militar sobre la isla de Taiwan gracias a la permisividad del Generalísimo, Chiang Kaishek, junto al ejercicio del poder militar en la semi-colonia de las Filipinas. Es decir, aquello le permitió a los EEUU de América dejar en el tintero a los decadentes imperios europeos lo que le permitió a los Estados Unidos de América el convertirse en el "Poder asiático".
El desarrollo histórico en Asia y el Pacífico para el imperialismo norteamericano comenzaría con la "Guerra de Corea", imponer un gobierno militar-empresarial en Japón gracias a los zaibatzu (keiretsu), la "Guerra de Vietnam", los "Tigres Asiáticos", la "Crisis del bath", asumir la política de Deng Xiaoping de "reforma y apertura" y la profundización de los traslados de empresas norteamericanas a territorio chino sobre la base de la "nueva división del trabajo mundial". Aquellas decisiones conjuntamente con la política de Bill Clinton referida a los servicios llevaría consecuencialmente a los EEUU de América a la "Crisis de Wall Street".
Donald Trump ha propuesto un slogan no solo muy preciso sino necesario cuando pide y propone "hacer América grande otra vez". Es decir, lo ha expresado en su campaña, el proteccionismo en función de permanecer, perseverar y mantenerse como la Primera Potencia Mundial y ello no solo lo saben los empresarios, la banca y los militares estadounidenses sino la academia y los obreros y obreras de aquella clase media del "american way of life".
Es evidente que la presidencia de Donald Trump será de confrontación no solo en sus relaciones internacionales sino, justamente, a lo interno de esa sociedad de "las redes sociales y la de los derechos civiles de los invisibilizados".
Es por ello que en el marco de lo interno se deberían prever represiones brutales, enfrentamientos no vistos desde las protestas contra la "Guerra de Vietnam" y de resurgimiento de los "blue-collar" como clase social preeminente en lo que las derechas europeas y sus imitadores latinoamericanos han denominado como el "populismo de extrema derecha".
Resurgirá la religiosidad conservadora protestante y católica en pro de la familia, el orden y la obediencia sicológica; en contrario, se promoverán leyes contra el aborto, el matrimonio gay e incluso y probablemente una feroz batalla contra la droga y sus desarrollos aguas abajo. Es decir, veremos un gobierno imperial-extremadamente-religioso-y-conservador.
Las relaciones con la América al sur del río Bravo y al sur de la península de la Florida serán particularmente pragmáticas en tanto y cuanto las decisiones gubernamentales de los gobiernos latinoamericanos, centroamericanos y caribeños no interfieran con las "neo-políticas-conservadoras" del imperio norteamericano. Es en ese marco que el gobierno de Cuba ha ordenado la movilización en práctica de sus fuerzas armadas.
En ese orden de ideas, nos consideramos que se podría dar un escenario de crisis interna en Colombia en contra del proceso de paz, al tiempo y a la vez, se podrían desarrollar "golpes suave" contra los gobiernos de Ecuador y Bolivia cuando observamos, vemos y conocemos que ya Washington ha podido lograr el controlar a los gobiernos de Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil además de los gobiernos centroamericanos y caminando hacia el Caribe.
En fin, para nos, los y las historiadores, nos vienen tiempos de mucho trabajo, de profunda reflexión, de un sistemático estudio tanto de la Historia como de los desarrollos socio-políticos en función de proponer propuestas políticas en el marco y escenario de la Revolución Bolivariana, Chavista, nacionalista y socialista.