Miami es una ciudad de contrastes. Que se parece cada vez más a Nueva York por su tenue pujanza financiera. Pero la realidad es que hay todo un mundo alejado del encanto de los turistas y el frenesí de la farándula, que hace hoy de Miami una ciudad parecida a Latinoamérica.
Otra consecuencia de la crisis económica que, pese a los anuncios esperanzadores de bonanza económica e inmobiliaria, hoy ha tirado a la calles a miles de trabajadores de la construcción en los últimos cinco años.
En Florida todavía no se ha creado riqueza y la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes no ha progresado. Los pobres han aumentado 47% desde el año 2000.
Una mujer nicaragüense de 49 años que gana menos de 300 dólares semanales limpiando casas, y recibe menos de 400 dólares mensuales adicionales del padre de sus dos hijos, pero ella paga 650 dólares todos los meses por el alquiler de su apartamento, en una zona pobre de la ciudad. Su situación sería mucho más difícil si caritativa no la ayudara.
Según el estudio de la Universidad Internacional de Florida, la tasa de paro subió un 5% y el promedio de los salarios por hora bajaron un 4% desde el año 2000. Actualmente, el 7,1% de la población en edad de trabajar está en el paro y con pocas posibilidades de levantar cabeza. En Florida los parados reciben durante 18 meses un subsidio promedio de 232 dólares semanales, pero sólo el 32% de los parados tiene acceso a ello, lo que hace el cuarto estado peor de todo el país en este rubro.
El 87% de los 19,3 millones de personas que viven en Florida ganan menos de 100.000 dólares anuales. De ellos, el 53% perciben menos de 40.000 dólares.
El 54% de sus habitantes, aproximadamente 2,4 millones, no tienen seguro de salud. Esto obligó a la municipalidad a firmar acuerdos con aseguradoras para proveer un seguro de bajo coste, principalmente a aquellas personas que todavía no han alcanzado la edad mínima de 65 años para acceder a los servicios de salud subsidiados a nivel federal.
La situación se agrava porque cada día son menos las empresas o empleos que pagan seguros de salud, horas extras o vacaciones a sus empleados.
La desigualdad entre ricos y pobres ha crecido 38% lo cual, a su vez, tuvo dos consecuencias: los gastos sociales que aportan los gobiernos locales se han disparado -hoy en día gastan más del doble que hace 10 años en mantener a las personas de bajos ingresos- y la economía informal parece ser la tabla de salvación a que acuden lo que necesitan reforzar sus ingresos, por el cual el Gobierno no tributa.
Más de 3 millones de cabezas de familia sobreviven con salarios promedio de 11.000 dólares anuales, o sea, 5.000 dólares menos que el índice oficial de pobreza. Miami es una ciudad de contrastes, hoy por hoy preferida por muchos venezolanos que buscan alcanzar en ella el sueño americano.