Estados Unidos se jacta y ha distribuido por el mundo la especie de tener la mejor democracia que existe en todo este planeta. Extraña democracia en un país donde sus ciudadanos no eligen a su presidente directamente, sino que este es elegido con unos llamados colegios electorales que son la viva representación del fraude, recordemos lo pasado al candidato Al Gore, al cual descaradamente le robaron unos comicios que había ganado, y no fue sino un par de meses después que se dio el veredicto final a favor de ese asesino llamado George Bush, conocido por se adicción al alcohol y según se filtró a la mafafa.
En ese país de la mejor democracia del mundo, donde no se les da oportunidad de participación a partidos de ideología socialistas, ya que les colocan toda clase de trabas, incluyendo una descarada satanización, como cosa rara no mandan los presidentes, son las trasnacionales y los señores del pentágono quienes tienen la última palabra, son ellos quienes seleccionan a los mandatarios y estos están sujetos a obedecer sus ordenes. Quien lo dude les recomiendo leer la novela "Desde el jardín", del escritor estadounidense Jerzy Kosinski. Allí se demuestra como cualquier papanatas puede llegar a ser presidente de la primera potencia del mundo, algo que se viene observando desde que el presidente Kennedy fue asesinado. Cualquier presidente que ose salirse de esas reglas corre el riesgo que lo manden a dormir el sueño eterno. Ejemplos sobran: Abrahán Lincoln fue el primero, luego siguieron James Garfield, William Mackinley y John Kennedy el último, por pretender hacer reformas que no interesaban a sus amos.
Donald Trump, un magnate de la farándula estadounidense, ha sido elegido nuevo presidente de los Estados Unidos. Este hombre, como bien dijo alguien por ahí, con pinta de pastor evangélico y con fama de bragueta incontenible (Clinton es un bebe de pecho delante de él), tiene a toda vista un desconocimiento total de lo que es la política, tanto nacional como internacionalmente y ha comenzado su periodo con la más baja popularidad que presidente alguno en ese país haya tenido. Trump es lo más cercano al personaje de Kosinski, la diferencia es que aquel es un jardinero, ignorante, lacio y fácil de manejar y este un millonario farandulero que cree poder hacer reformas y mandar a su antojo.
Ese coqueteo de Trump con Rusia y China, rivales del imperio gringo y su decisión de excluir a Estados Uni dos del Tratado Transnacional Pacifico, le dan a Trump un. tufito a formol con caoba. Así que no nos extrañemos que de repente aparezca un "loco" por ahí y lo mande a dormir el sueño eterno.