Dos formas hay de competencia: la suma cero, desarrollada por Neumann, en la cual lo que gana un participante representa la pérdida del otro, y la cooperativa, desarrollada por Nash, en la cual todos los competidores ganan.
Se fanatizan otros contabilizando goles o jonrones de equipos en los cuales no juegan; prefiero el conteo de los tantos en el campeonato amistoso Ecuador-Venezuela, en el cual a cada momento cambia la delantera.
Se va de jonrón Venezuela en 1989 con la primera insurrección de todo un país contra el Fondo Monetario Internacional; repunta Ecuador derrocando en una década siete presidentes fondomonetaristas.
Calienta Venezuela, se prepara, lanza, y allá va fuera del país la Misión Militar Norteamericana. Se afinca en el plato Correa, batea, y se sale del estadio el cuadrangular de la expulsión de la Base Gringa de Manta.
Patea Ecuador y entra en el arco el gol de la salida de Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre la Inversiones, tribunal de linchamiento que en 232 demandas contra los países en vías de desarrollo resuelve 230 a favor de las transnacionales. Animo desde la barra al equipo venezolano hasta que empatamos con el gol victorioso del retiro del CIADI.
El partido se pone caliente cuando Venezuela repone en el cargo a su Presidente secuestrado por Fedecámaras. Ecuador se empareja a fines del cuarto inning cuando Correa sale sin armas a desafiar a los golpistas que le disparan: "Aquí estoy, pues, mátenme".
Cuando ya parece que se va hacia el partido cero hit cero carreras para el Imperio, de repente éste se roba dos bases con la invasión paramilitar en Venezuela y el asalto gringocolombiano contra el territorio ecuatoriano.
Se reponen en el marcador los equipos patrióticos con sendos goles: el venezolano disminuye la pobreza relativa de 40% a menos de 24%; el del Buen Vivir saca a 1.900.000 ecuatorianos de la pobreza.
Y se va y se va y se va elevando el roletazo cuando Venezuela asciende del nivel de desarrollo bajo al medio y luego al alto; cuando Ecuador disminuye en un 6% la pobreza.
El entusiasmo en las barras latinoamericanas es indescriptible cuando Ecuador eleva el índice de energías renovables que consume a 95% del total; cuando recompra gran parte de su deuda pública a un 30% de su valor.
Se acumulan los logros para los 14 millones de ecuatorianos. Un cuarto de millón de niños ha dejado de trabajar y pasó al sistema educativo. Disfrutan de nuevas pensiones medio millón de adultos mayores. La clase media se incrementó del 29% al 47% de la población. El número de atenciones médicas pasó de 16 millones a 30 millones anuales. Se entregaron 300.000 viviendas. Hay más de 1.200.000 nuevos estudiantes.
Asistimos a un mitin de Alianza País en las afueras de Quito. El candidato Lenin Romero, habla de reivindicaciones concretas para quienes buscan trabajo, para los migrantes, para los jóvenes que quieren fundar un hogar. Dirige su arenga desde una silla de ruedas; enumera lo que se ha hecho a favor de los discapacitados. Hace una década, sólo trabajaban 1.039 de ellos; ahora laboran más de 80 mil, con todos los derechos que les corresponden, y estudian 70.000; las pensiones por discapacidad cubrían sólo a 5.039 personas; hoy protegen a más de 126 mil.
Sube la ovación cuando el candidato Lenin Moreno dice: "No puede haber intelectuales ni científicos imparciales… El apoliticismo es la ideología de los satisfechos".
El mundo da muchas vueltas, y las elecciones en Ecuador pueden tener una segunda vuelta que devuelva todo a como estaba. Esto es lo que se decide el domingo 19.
Como dijo José Félix Ribas en la batalla de La Victoria: "No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer".