En mayo del año 2016 el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, presentó un informe sobre la situación política en Venezuela concluyendo que existía una "alteración del orden constitucional" y del "orden democrático". Ese informe fue debatido en sesión extraordinaria del Consejo Permanente el día 23 de junio. No fue aprobado, ni rechazado. Quedó pendiendo sobre la realidad venezolana como una "daga diplomática" que pudiera ser utilizada en cualquier momento.
En aquel momento, ante la falta de votos para su aprobación, Almagro prefirió dejar el "informe en consulta" y seguir trabajando una estrategia injerencista en armonía con el Departamento de Estado y la vergonzosa complicidad de la oposición y empresarios venezolanos consagrados como enemigos de la Democracia Participativa y Protagónica.
En esta oportunidad, el informe ha sido actualizado con una serie de relatos, detalles y pormenores que evidencian una descarada parcialidad. En 75 páginas, Almagro presenta detalles del fallido proceso de convocatoria al Referéndum Revocatorio con los mismos argumentos de la MUD, sin considerar las explicaciones del Consejo Nacional Electoral, igual tratamiento le da a la convocatoria a elecciones regionales matizándolo con la postergación de la repetición de elecciones parlamentarias en el estado Amazonas sin discurrir que tal situación fue provocada por una fraude electoral de la MUD.
En el informe se esboza una interpretación del fracaso del Dialogo Nacional que resulta irrespetuosa a los preceptos básicos de Soberanía Nacional y pone en evidencia su convicción e intención injerencista. La parcialidad se magnifica cuando plantea la solicitud de liberación inmediata de los llamados presos políticos sin considerar el delito cometido por estas personas, la opinión de las víctimas de las guarimbas y el asesinato premeditado de decenas de venezolanos. Sin duda, esta parte del informe luce excesivamente parcializado, con argumentos muy pedestres y sin considerar los principios fundamentales del Derecho Internacional Público como soporte legal de la sociedad internacional y las relaciones internacionales. Llega al extremo de proponer la conformación de un nuevo Consejo Nacional Electoral y un nuevo Tribunal Supremo de Justicia para superar la presunta ruptura del "orden constitucional".
En cuanto a la crisis económica, Almagro fundamenta sus parcializadas consideraciones en el informe "Doing Business" del Banco Mundial y el "Global Competitiveness Report 2016 - 2017" del World Economic Forum cuya visión es totalmente ajena a la realidad económica y social de Venezuela. La visión macro- económica de estos organismos no es suficiente para interpretar la compleja situación socioeconómica de nuestro país. Sin una interpretación objetiva de nuestras particularidades como nación soberana en proceso de transformación resulta imposible diseñar propuestas para buscar alternativas de solución. El informe no plantea ninguna propuesta de solución. Se queda en la defensa de los intereses de los empresarios y la necesidad de fortalecer una economía de mercado. No hace planteamientos para enfrentar el desabastecimiento de alimentos y la reactivación del aparato productivo. Se sobredimensiona la situación alimentaria para justificar la calificación de crisis humanitaria como antesala de las llamadas injerencias humanitarias que siempre terminan en intervenciones violentas que vulneran la Soberanía Nacional. Se pretende utilizar nuestra lamentable situación de desabastecimiento de alimentos para argumentar acciones contra la Democracia Participativa y Protagónica.
Almagro comienza su informe invocando 3 certezas:
1.- La objetividad de los hechos narrados
2.- La importancia de los principios interamericanos y
3.- La convicción de que tarde o temprano la democracia volverá a ser el sistema de gobierno en Venezuela.
La "objetividad de los hechos narrados" es absolutamente falsa porque la parcialidad despótica de sus argumentos lo presentan como un devaluado activista de la MUD y "la importancia de los principios interamericanos" decae estrepitosamente cuando son invocados por un organismo como la OEA cuya decadencia institucional ha sido admitida por la mayoría de sus miembros y ratificada por sus nefastas actuaciones. La OEA está históricamente exánime. La única certeza que tiene el informe de Almagro es su intención de destruir la Democracia Participativa y Protagónica para lo cual fue creada la Carta Democrática Interamericana. Cuando Almagro habla de democracia, a secas, se refiere a la desvencijada democracia representativa.
Recordemos que en la III Cumbre de las Américas celebrada en Quebec (abril de 2001) se aprobó un informe donde el neoliberalismo advierte que: "Las amenazas contra la democracia, hoy en día, asumen variadas formas. Para mejorar nuestra capacidad de respuesta a estas amenazas, instruimos a nuestros Ministros de Relaciones Exteriores que, en el marco de la próxima Asamblea General de la OEA, preparen una Carta Democrática Interamericana que refuerce los instrumentos de la OEA para la defensa activa de la democracia representativa". Las instrucciones fueron muy claras, crear un instrumento jurídico para frenar el avance de la Democracia Participativa y Protagónica y restaurar (donde y como sea necesario) la decadente Democracia Representativa. Instrumento que se denominó Carta Democrática Interamericana y fue aprobado, apresuradamente, ese mismo año en Lima (sept. 2001) como una "resolución administrativa" que no alcanza el carácter de Tratado Internacional y, por lo tanto, las decisiones que provoque no tienen carácter vinculante.
Almagro es consecuente con su verdadera certeza y, en su informe, esboza 8 recomendaciones a los poderes ejecutivo y legislativo que denotan un trasfondo injerencista. Recomendaciones que parecen copiadas del destartalado plan de gobierno de la MUD y termina proponiendo: 1.- La convocatoria urgente a elecciones generales en condiciones establecidas por el organismo internacional y 2.- La suspensión de Venezuela de la OEA si no se cumple la propuesta anterior.
Estas propuestas no tienen precedentes. Se trata de una intervención en nuestros asuntos internos. Almagro quiere elecciones bajo control y vigilancia de la OEA y, en caso contrario, expulsar a Venezuela de la OEA y darle continuidad al plan intervencionista.
Ahora bien, en el Consejo Permanente de la OEA no hay apoyo a esta propuesta. Almagro no tiene los votos y él lo sabe. Su verdadero objetivo es frenar cualquier avance y/o recuperación de la Democracia Participativa y Protagónica en Venezuela y para ello necesita alcanzar 4 objetivos:
1.- Desestabilizar la región y frenar el proceso de integración de América latina y El Caribe.
2.- Aislar a Venezuela del contexto internacional.
3.- Proyectar ante la sociedad internacional una supuesta crisis humanitaria en Venezuela.
4.- Una crisis humanitaria justifica una intervención humanitaria sustentada en el Derecho Internacional Público.
Ante esta agresión Venezuela necesita construir un consenso nacional en defensa de nuestros intereses como nación soberana y articular el apoyo internacional posible más allá de las divergencias políticas. Para eso no sirve la vocinglería diplomática…Almagro está derrotado, Venezuela necesita construir su propia victoria…
Darío Morandy
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