La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de junio de 1945 en San Francisco, al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, y entró en vigor el 24 de octubre del mismo año. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Corresponden a una situación mundial postguerra mundial. Desde entonces, el mundo ha cambiado mucho.
Es evidente que se requiere una nueva relación entre las naciones. En la ONU actual, bajo una supuesta soberanía de la Asamblea General, se esconde una dictadura del Consejo de Seguridad (artículo 25), integrado por 15 miembros, de los cuales 5 son miembros permanentes, con derecho a veto (artículo 27), es decir, a echar por el suelo cualquier decisión de los demás. Al Consejo de Seguridad le corresponden todas las decisiones fundamentales, como decidir cuando hay amenaza a la paz, o conformar el Comité de Estado Mayor en las acciones militares que decida emprender en nombre de todos los pueblos del mundo, o dar el beneplácito de quién será el Secretario General, ó nombrar los miembros de la Corte Internacional de Justicia (junto con la Asamblea General) y la Asamblea General no podrá recomendar nada mientras el Consejo de Seguridad esté interviniendo en una controversia.
Modificar la ONU desde adentro se torna casi imposible. Se requiere (artículo 109) realizar una conferencia convocada por los dos tercios de los miembros y de al menos 9 miembros del Consejo de Seguridad, pero se requiere, para su aprobación, la ratificación de todos los miembros permanentes (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China). (Artículo 108).
Es imposible lograr en esos términos un cambio que abra las puertas a la democracia real en el escenario internacional. Todo cambio debe contar, por ejemplo, con el voto favorable de los EE.UU. ¿Aceptaría ese país perder los privilegios del veto y de ser miembro permanente, poniéndose al par de las demás naciones soberanas?
Es por eso que las propuestas surgidas desde adentro, como el "Comité de Sabios" creado Kofi Annan en el pasado, o las propuestas posteriores, solo atacan la forma, no el fondo.
La salida de Venezuela de la OEA - otros deben seguir – es un indicio de que los tiempos van llegando.
Por cierto, la Conferencia Internacional por la Ciudadanía Universal, convocada por el Presidente Evo Morales para el 20 y 21 de junio de 2017 en Cochabamba, es otro indicio de ello.
Es por ello hora de convocar a los pueblos del mundo a conformar una nueva organización mundial, realmente democrática. Constituyente Mundial, es la consigna.