Reunión Putin-Trump, buen comienzo para pavimentar el camino hacia mayores avances

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Mucho se ha dicho ya acerca de la impacientemente anticipada y estrechamente observada reunión cara a cara entre los presidentes ruso y norteamericano en los laterales de la Cumbre de los G-20 en la ciudad de Hamburgo, Alemania.

Todo ocurre por primera vez. Nunca en la historia de las reuniones bilaterales a lo largo de 74 años de historia, los líderes de dos potencias habían asumido relaciones personales durante un importante evento internacional, no en una cumbre o una conferencia del más alto nivel de las potencias principales, Unión Soviética-Occidente. Ninguna reunión de Rusia-Estados Unidos ha sido tan breve y realizada en semejante formato.

A pesar del hecho que las relaciones diplomáticas fueron establecidas en el año 1807 la primera vez que un líder soviético y norteamericano se reunieran fue en el año 1943 en la Conferencia de Teherán. En ese encuentro Franklin Delano Roosevelt y José Stalin establecieron una relación de confianza. Si Franklin Delano Roosevelt no hubiese muerto en el mes de abril de 1945 luego del segundo encuentro con Stalin en la Conferencia de Yalta, la historia pudo haber sido diferente. Quizás la guerra de Corea y muchas otras cosas pudieron haber sido evitadas.

Nikita Jruchov y John F. Kennedy se llevaron bien durante la Cumbre de Viena el año 1961. Los siguientes eventos, el Muro de Berlín, la Crisis Cubana impidieron que los vínculos se convirtieran en una relación floreciente. Hubo una oportunidad en que la química personal entre Leonid Brezhnev y Richard Nixon hubiera resultado en cambios positivos, pero este último tuvo que irse. Al igual que Donald Trump, él era conocido como "un presidente independiente", inmune a influencias extrañas.

La química personal fue un factor importante durante las reuniones de Reagan y Gorbachov las cuales dieron por resultado acuerdos que marcaron hitos. El caso del diálogo de Putin y Trump es uno de esos factores tan determinantes como para promover las relaciones bilaterales y funcionó.

Ahora es el momento de destacar los puntos más importantes. El evento se desarrolló durante más de dos horas, mucho más largo que los treinta minutos pautados para este con solo los traductores y los respectivos jefes diplomáticos –el Secretario de Estado, Rex Tillerson y el Ministro de Relaciones Exteriores, Serguey Lavrov, en unión con los jefes de estado. Se había puesto un gran esfuerzo para preparar las conversaciones. No se sabía si la reunión en efecto se iba a llevar a cabo hasta último momento. Aquellos en Washington que están siempre listos para hacer todo lo posible para entorpecer el avance en las relaciones, lo intentaron de nuevo.

La senadora Jeanne Shaheen (demócrata por New Hampshire) y los senadores Marco Rubio (republicano por Florida) y Johnny Isakson (republicano por Georgia) todos miembros del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, enviaron una carta al presidente Donald Trump urgiéndolo a no devolver los recintos diplomáticos incautados por el entonces presidente Obama luego de la supuesta interferencia de Rusia en la elección presidencial norteamericana.

Ellos no lograron influir en el presidente Trump acerca de la política hacia Rusia. Sin duda, el hecho que se haya prolongado tanto será utilizado contra Trump por parte de sus opositores. El presidente lo sabía bien pero mantuvo su cabeza en alto. El problema de los recintos fue discutido en Hamburgo a pesar del llamado de los senadores.

No se conocen muchos de los detalles acerca de lo que los presidentes hablaron, pero existen informes. Las partes acordaron un cese al fuego y un "acuerdo freno a la escalada" en el sudoeste de Siria que se hizo efectivo a partir del 9 de julio. El acuerdo incluye a Jordania y a Israel. Esto significa que los respectivos gobiernos habían sido consultados antes del evento. La reducción de las hostilidades permite la reanudación del diálogo político sobre Siria.

Las partes acordaron establecer un canal especial de comunicaciones para tratar el problema de Ucrania. El día de la reunión se anunció que el Secretario de Estado, Rex Tillerson, había asignado al ex embajador ante la OTAN, Kurt Volker, como representante especial en Ucrania con el objeto de adelantar los esfuerzos que apuntan hacia lograr los objetivos formulados en los Acuerdos de Minsk. De manera que Estados Unidos se hizo parte y se unió a los esfuerzos de paz.

Moscú y Washington sostendrán nuevas conversaciones dentro de un marco para tratar la amplia gama de amenazas cibernéticas. La cooperación en la seguridad cibernética es relativamente un problema nuevo y probablemente nunca ha estado entre los de mayor prioridad. Las partes tienen relativamente diferentes enfoques sobre el problema: Rusia apunta primero hacia "la seguridad informática internacional", en cambio Estados Unidos apunta hacia la protección de las redes computarizadas y a los recursos. Es sumamente importante que se lance un diálogo sobre este candente problema.

Hubo una cantidad de otros problemas en la agenda. Los detalles serán conocidos en la medida que pase el tiempo. El problema del recinto de la embajada es posible que se convierta en una suerte de matriz de la relación.

Definitivamente, la reunión fue un éxito, especialmente en vista de los ataques sin precedentes contra el presidente Trump en su país. Los líderes no se limitaron a simples intercambios de cordialidades y amables estrechamientos de manos, hablaron de trabajo. No se sabe cuánta atención se le dio al control de armas, a la no proliferación y a las actividades militares. La creciente posibilidad de incidentes en el Mar Báltico, especialmente durante ejercicios militares son desarrollos sumamente preocupantes, pero en todo caso, no es lo único. La lista de problemas candentes a tratar es demasiado larga.

Pero contra viento y marea, se trató de un robusto y largo intercambio de opiniones sobre los más agudos problemas –un muy buen comienzo para iniciar la salida del impasse. El evento de Hamburgo puede ser el punto de partida para la normalización general de las relaciones bilaterales. Es evidente que la reunión Putin-Trump en Hamburgo es un éxito y un paso significativo adelante. Los dos líderes lo dieron para pavimentar la vía hacia mayores progresos.

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