El nuevo presidente francés Emmanuel Macron, siguiendo la pauta que desde el gobierno norteamericano le impone Donald Trump a sus países vasallos, Francia entre ellos, atacó en su primer discurso sobre la política exterior de esa nación europea a Venezuela y a su presidente al que calificó de "dictador".
Con un discurso falaz, mentiroso comenzó sus palabras poniendo a Venezuela como el principal problema o enemigo político de Francia y del mundo: "Una dictadura intenta perpetuarse a un precio humanitario sin precedentes y radicalizaciones ideológicas preocupantes", dijo Macron ante un auditórium compuesto mayoritariamente por los 150 embajadores franceses en todos los países con los que Francia tiene relaciones, y en su primer discurso sobre política exterior.
No deja de llamar la atención que inmediatamente después que el fascista gobernante norteamericano Donald Trump firmara un decreto que bloquea a Venezuela, el primer gobierno que se lanza a fondo contra Venezuela es Francia, aunque los gobiernos de Portugal, España y otros han planteado aislar económicamente a nuestro país.
Francia confronta gravísimos problemas de seguridad interna por los reiterados ataques terroristas islamitas a su territorio donde han fallecido 239 personas y sufrido daños patrimoniales significativos, probablemente respuesta a la xonofobia y el chovinismo desatado por los sectores burgueses, por la prensa y desde el gobierno autoritario mismo. Francia y el gobierno del presidente Nicolás Sarkozy fue co responsable de los bombardeos y destrucción y desmembramiento de Libia y del asesinato de su presidente Mohamar Gadafi. El tratamiento del gobierno del presidente Hollande a los emigrados árabes que llegaron a Francia no puede ser menos que criticado por el trato vil, despreciativo, racista hacia los emigrantes árabes que huyen de las guerras que los mismos países colonialistas e imperialistas han desatado directamente o a través de los grupos de mercenarios como los yijadistas del Isis y otros: Irak, Yemen, Siria, Afganistán, Libia.
En ninguna de las agresiones a los países árabes, sea a través de la Otan o de alianzas guerreristas lideradas por los Estados Unidos del Norte, Francia ha estado ausente. Pero para el presidente francés lo más importante es el proceso revolucionario que vive Venezuela, la asamblea nacional constituyente, el liderazgo del presidente Nicolás Maduro a quien, sin conocerlo como tampoco a las conquistas y avances que vive nuestra nación con la Revolución Bolivariana y Chavista, se lanza por el despeñadero de golpear las relaciones entre las dos naciones, haciéndole caso a los informes sesgados y mentirosos que emanan desde la Embajada de Francia en Venezuela, a los igualmente falsos análisis que le envía la derecha venezolana, que se deja llevar por la interesada visión anti venezolana de los medios de prensa franceses y europeos.
Un joven presidente que inserta su discurso exterior en las tradiciones colonialistas de todos los gobernantes franceses, enemigos de las naciones del Sur. Un joven presidente que quiere, comenzando prácticamente su gobierno, demostrando que puede ser mucho más derechista y reaccionario que Sarkosy y Hollande, más entreguista, más cipayo ante los gobernantes yanquis, superar incluso a los gobernantes ingleses, que es bastante decir.
Para Macron, presidente de una nación imperialista, Venezuela es algo así como la Guayana francesa, un país tercermundista que tiene una enorme riqueza petrolera, mineral y acuífera que ni merece ni los nativos que la pueblan y dirigen saben manejar, y a la que la oligarquía francesa le tiene los ojos puestos desde hace rato "porque ellos si saben de eso".
Poner la situación política, económica y social que vive Venezuela como un país desintegrándose, con "una dictadura intenta perpetuarse a un precio humanitario sin precedentes y radicalizaciones ideológicas preocupantes", no sólo es exagerado y falso sino que pretende erigirse en más papista que el mismo Papa. El joven presidente pequeño burgués, que contó con el apoyo de los sectores centristas franceses, ataca, critica, cuestiona incluso en ese primer discurso el apoyo firme que a la Revolución Bolivariana le dio el candidato Jean-Luc Mélenchon durante su campaña llevando la verdad venezolana al pueblo francés, sobre todo a los sectores trabajadores, obreros, juveniles, femeninos.
Según el presidente francés "nuestros ciudadanos no entienden cómo algunas personas han podido ser tan complacientes con el régimen que se está instaurando en Venezuela". Estaba, por supuesto, aludiendo al líder de la izquierda revolucionaria francés Jean-Luc Mélenchon, amigo, conocedor y defensor de la Revolución Bolivariana.
El presidente francés incurre en el delito de la injerencia de su país en Venezuela que nunca ha agredido al pueblo francés ni a Francia, al contrario, históricamente nos ha hermanado la lucha independentista como la participación de uno de los más grandes y universales venezolanos, Francisco de Miranda, en el proceso de la Revolución Francesa. Le dimos a Francia talento, saberes militares, valentía venezolana y allí está el nombre del prócer venezolano en el Arco del Triunfo de París, ¿por qué nos agrede el presidente Emmanuel Macron, por qué viola la ley internacional y viola la Carta de las Naciones Unidas que establece el respeto a la independencia, a la soberanía, a la libre autodeterminación?
¿Por qué más bien Macron no hace un acto de humanidad y le da la amnistía a un venezolano injustamente preso en las cárceles francesas, preso desde hace 25 años, el compatriota Carlos Ilich Ramírez? Demuestre que es justo y humanitario.