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El Papa en Colombia, tarjeta roja y out a la CEV

La prudencia papal del primer Pontífice latinoamericano en la historia del catolicismo, ha dejado claro que ni en el caso de los exguerrilleros de las FARC, hoy en lucha electoral pacífica, ni en la desacertada conducta de curas que bautizan terroristas en Venezuela, con anuencia de los jerarcas de la CEV Conferencia Episcopal, el Sumo Pontífice va a conversar con ellos, ni apuntalar fines políticos.

Colombia recibe al Papa Francisco, y como ocurre en visitas Papales a pueblos muy católicos, hay celebración en grande y muchísimos gastos. La primera vez que fue un Papa a la entonces más hermanada nación vecina de Venezuela, ocurrió en 1968, por las calles de Bogotá corrió el chiste del trabador informal que utilizando copas de sostenes de diversas tallas, vendía "los gorritos del Papa, gorritos del papa".

Transcurridos 49 años y pese a la paz colombiana concertada en La Habana, también pese al engaño eleccionario que mediante la propaganda de Uribe y Santos, impidieron la aprobación votante a dicho acuerdo, Colombia sigue en lo mismo que le ha costado millones de muertos desde el asesinato de Gaitán en 1948, sumida además en el descredito de tener siete bases militares gringas, en las que la Ley de Colombia vale memos que el papel sanitario.

En su vecina Venezuela, políticos ensotanados, herederos conductuales de los que sin vergüenza aceptaron dinero que donaron dos amantes de presidentes adecos, la dirigencia eclesiástica queda moralmente abofeteada por el Papa Francisco, porque al prelado argentino seguro le dan grima esos politiqueros, que han desprestigiado la iglesia católica en Venezuela, país con mucha fe en Dios, pero que al revés de Colombia, encontró en el socialismo su independencia y soberanía.



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Luis Sánchez Ibarra


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