Lo de Nicaragua no hay que verle de manera simplista. Hay que tomar en cuenta a China

Abunda mucha gente que, agobiada por la crisis que nos afecta, pierde la perspectiva y como dice una vieja y manida frase, solo ve los árboles que bordean al bosque y hasta solamente aquellos ubicados frente a su puesto de observación permanente.

No hay duda, que en buena parte de la historia de Nicaragua, esa que uno conoce, sobre todo la que viene desde los tiempos de las dictaduras de la dinastía Somoza, cuando aquel país centroamericano no era más que una hacienda de inversionistas norteamericanos y donde la autoridad verdadera eran los agentes militares de Estados Unidos, nunca el nacional había experimentado una mejor vida que la nacida del gobierno de Daniel Ortega. Si queremos saber un poco de ese pasado, basta con leer la novela de Sergio Ramírez, ex presidente de ese país, hoy residenciado en el norte, profesor ahora en una universidad de allá, titulada "¿Margarita está bella la mar?" Recomiendo ese libro por su autor, buen escritor, a quien no puede descalificársele por extremista y porque se trata de una lectura fácil y agradable. Además, en ella uno puede enterarse de aspectos interesantes de la vida del gran poeta nicaragüense que fue Rubén Darío.

La guerra contra los Somoza o mejor por sacar del país una dictadura que lo confundía con eso que ya dijimos, una hacienda de capitales norteamericanos, donde ellos sólo eran los jefes civiles, además de una enorme cantidad de muertos, dejó más hambre y destrucción. Aquella pobreza, las desavenencias entre el Frente Sandinista de Liberación Nacional" y las dificultades generadas por el gobierno de Estados Unidos al impulsar la llamada "Guerra de los contra", condujo a la derrota electoral de Ortega y el ascenso al gobierno de señora Chamorro. Bajo el mandato de esta presidenta, pese contar con el respaldo de EEUU y los pocos capitales nacionales, el nicaragüense se hundió más en la pobreza material y espiritual. Como siempre, el gran país del norte, nada hizo por ayudar a mejorar las condiciones de vida de la gente humilde.

La vuelta de Daniel Ortega al gobierno, acompañado de toda la experiencia que recogió, se tradujo en un mejoramiento de la vida del nacional. Conozco casos concretos de nicaragüenses llegados a Venezuela al final de la guerra contra los Somoza y comienzos del gobierno sandinista y aquí vivieron durante los tiempos del gobierno de la señora Chamorro que volvieron interesados y entusiasmados durante el nuevo mandato de Ortega. Van y vienen y de allá retornan alegres de lo que ven y experimentan y hasta han comenzado los preparativos para volver a vivir en Nicaragua. Algunos ya se han ido. Daniel Ortega recientemente ganó las elecciones con una amplísima ventaja sobre su más cercano opositor y donde la abstención fue minúscula.

Una reciente decisión, muy controvertida, tanto que el gobierno optó por revocar, relacionada con la ampliación de la cobertura del seguro social pero también con la disminución en un 5% del monto de las pensiones, generó serias protestas que hasta este momento han dejado un total de diez muertos, destrozos significativos, incluyendo en centro universitario. Por lo que uno conoce, las formas de protestar y el componente de las mismas parecieran tener cierta similitud con lo que aconteció en Venezuela.

Al intentar analizar ese fenómeno, antes que pasarlo por las vísceras, es pertinente sopesar el marco nacional e internacional de hoy. Y dentro de este, el rol que ahora desempeña Nicaragua.

Ese país centroamericano, igual que el nuestro y el resto de América Latina, no escapa a la influencia del comportamiento del mundo capitalista de hoy. Estados Unidos se debate en una crisis honda, aunado a eso el ascenso de fuerzas o ejes del mismo sistema, como China y la Federación Rusa que le compiten la hegemonía. Nicaragua ya no es sólo aquel pequeño país agrario de los tiempos de los Somoza y tampoco de los inicios del sandinismo. En medio de su territorio, para bien o para mal, esto es asunto de otro costal, los chinos han comenzado a construir un canal que uniría al Caribe, como decir al Atlántico, con el Pacífico, lo que es lo mismo, una ruta sustitutiva del Canal de Panamá con la ventaja que estaría latitudinalmente por encima de este y significaría una ruta más corta para todas las economías del norte.

Si Venezuela tiene todo lo que ya sabemos y se dice hasta el cansancio y además una posición geográfica por demás ventajosa, Nicaragua ofrece a las potencias emergentes la ventaja del nuevo canal. Eso significaría para Estados Unidos ver y sufrir en lo que tienen como su espacio trasero, su vieja comarca, un paso ventajoso para quienes le compiten la hegemonía mundial.

Por eso, pese las mejoras que ha acarreado al nacional nicaragüense y a la economía toda de ese país el gobierno de Daniel Ortega y el "Frente Sandinista", a los capitalistas de Estados Unidos y los internos asociados a ellos, el gobierno de Ortega y los planes relacionados con el nuevo canal interoceánico, les genera un grave descontento.

Al ver aparecer en Nicaragua eso que, cierta prensa venezolana casualmente ha calificado como "guarimbas", uno no puede sino pensar en esa mano rubia que se mete en los asuntos nuestros. No es cosa azarosa que el proceder, el plan y los componentes de allá tengan mucha similitud con los aplicados antes acá.

Por eso el "analista" y la gente de buena fe, pese la justicia que debe contener la protesta por el asunto en sí, tanto que como ya dije el gobierno se vio obligado a derogar la disposición que incluía el aumento de impuestos a empresarios, no debe deslindar el tema de las formas extrañas de protestar del cuadro general de la economía capitalista y lo relativo al nuevo canal.



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Armando Lafragua


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