Más allá de la apertura cubana a la actividad económica privada, el mundo está bajo amenaza por el capitalismo. Solo un visionario como Fidel Castro tuvo la clarividencia de ver ese más allá y calcular el final de la vida humana si la devastación de los recursos naturales continúa al ritmo presente, si los niveles de consumo y producción crecen, si se mantienen las cotas de desarrollo económico mundial de forma irracional, si continúa la lucha comercial mundial. Solo los tontos piensan que el crecimiento económico acompañado del aumento de la pobreza es positivo. Solo los tontos creen que el aumento de la producción de alimentos y el aumento del hambre a la vez es positivo.
El socialismo no es postergable, no se trata nada más de un sueño, se trata de una necesidad. Eso lo supo Fidel antes de morir, tenía una visión hiperbórea de la humanidad, pudo ver el final desde arriba pero no vivió para impedirlo. La última esperanza fue Chávez y lo asesinaron casi que en sus narices. Y murieron los dos dejando su ejemplo de hombres valientes y honrados. Fidel murió con una moral de acero.
Pero el tiempo acaba con todo, lo borra todo. Si no fuera por la memoria colectiva, la herencia humana, los modelos fuertes de la historia todavía estaríamos en la prehistoria. Si no fuera por el impacto poderoso que produjo Fidel, el Che, Camilo, y los demás de la Sierra Maestra en el pueblo de Cuba ya, hace rato que sería otra vez capitalista, otra vez colonia del imperio, a pesar de los tiempos que corren.
Muchos piensan que Cuba se encuentra un una transición hacia el capitalismo, y es posible. Pero de lo que si estamos seguros es que el pueblo cubano conserva en su espíritu mucho más conciencia socialista, más humanidad que todos los dirigentes del gobierno madurista juntos. Su conducta es, de individuo a individuo, mucho más digna y verdaderamente patriótica, porque son fuertemente socialistas. No es el caso de Maduro y su entorno, que son socialistas de discursos y frases hechas, socialistas de retórica socialista y nada más. Y más adelante siguen asolapados vendiendo hasta lo que no tienen para poder calmar el malestar del país con una rebatiña de dinero (y cosas materiales) y nada más y mantenerse en el poder.
Aún con vida, quizás Fidel no hubiese permitido modificar la constitución cubana de forma tan compulsiva, sin un debate fuerte; quizás se hubiera opuesto a eso de darle más espacios a la economía privada capitalista sin un férreo cerco moral, a incentivar el consumismo y la vida fácil. Al contrario, hubiese alzado su voz para reforzar los valores socialistas, humanistas, internacionalistas entre la juventud, como su líder, como el joven que siempre fue; y fue que su muerte lo sorprendió de forma temprana, lo traicionó el caparazón, que sí se vence con el tiempo.
Nunca faltan aquellos que se revuelcan con alegría maleva en su miseria, regocijándose del hecho, para nosotros lamentable, de cederle espacios a la actividad capitalista en Cuba, creyendo que las cosas serán iguales de corrompidas que aquí. Sin embargo, nunca será igual que en Venezuela, donde la cultura es artículo de desecho, la televisión es un asco, donde se puso en venta de forma arbitraria el 10 por ciento del territorio nacional en el Arco Minero, contradiciendo las mentiras conservacionistas e independentistas de Maduro esputadas en su intervención del Foro de Sao Pablo. Allá nunca será un "hacer los capitalistas lo que quieren", corromper, delinquir, estafar a la población sin castigo, impunemente, como aquí, donde se han robado miles de millones de dólares sin que hasta ahora haya un solo "empresario" (si descontamos los "chinitos" de William Saab) preso, y que mientras más rico y famoso es el ladrón más impune, mientras más protegido "y pelucón", más inocente; un país donde se le regala un canal de televisión del Estado a un payaso, un funámbulo y una bruja capitalistas y nadie dice nada. Hay mucha reserva moral en Cuba: en el gobierno, en sus líderes, en la juventud, en el pueblo en general; la excepción es lo otro, pero aquí, la reserva moral que hay se la persigue y se la calla; es la excepción.
Fidel Castro no necesitó de la publicidad para vender lo que no era, pero tampoco lo que era. Además de haber conquistado el poder y haber hecho el trabajo más duro en la revolución: educar y crear conciencia revolucionaria, contribuyó de forma directa en el desarrollo de vacunas y medicamentos de valor planetario sin sentir la necesidad de hacerle publicidad, sin una cuña de televisión repitiéndolo 20 veces al día; su jerarquía se impuso sobre los equipos de científicos; y esos médicos y científicos que conocieron su apoyo y su interés por las investigaciones por la importancia que tenían para todo el planeta, son ahora ellos mismos suficiente reserva moral para el resto del mundo. Fidel fue un líder verdadero (junto al Che y a Chávez), no un guión publicitario, por eso Cuba no caerá tan fácil mientras esos científicos, médicos, y héroes de toda clase, que trabajaron acompañados de su líder máximo, estén vivos. Todavía tomar a Cuba por medio del capitalismo y sus valores deshumanizados significa arrasar con ella y a su pueblo.