Los ricos, blancos y cristianos (segunda parte)

No hay religión doctrina o fe que se haya impuesto en alguna parte del planeta sin que se recurriera al rigor, la disciplina, a las armas o a una de las diversas formas de coacción. Después que se inventó la primera religión, hace muchos siglos, por ejemplo la sumeria en la región de Mesopotamia, casi 3.000 años a.C, o la judía hace 2.700 a.C años, las que continuaron no fueron más que una imitación de las primeras. Se sabe que la religión sumeria era politeísta con deidades antropomorfas, como Enki, Nanna, Ningal, An, entre otros, que se ocuparon de los aspectos celestiales para ejercer influencia en lo terrenal, regidos por las instituciones sociales de la época.

La religión sumeria, con sus dioses, sacerdotes, panteones y templos, concibió su propia cosmogonía, es decir, la narración mítica que pretende dar respuesta a la configuración del Universo y al origen de los seres humanos. Después de lo sumerios y los judíos la mayoría de las religiones, algunas politeístas y otras monoteístas, siguieron los pasos de los mesopotámicos y de los israelitas, adaptando sus mitologías a la idiosincrasia de cada pueblo y a cada época.

Cuando se revisa el almanaque nos damos cuenta, sobre todo cuando se trata de miles de años, que el tiempo transcurre lentamente. En oportunidades nos cuesta asimilar y comprender una cultura de hace doscientos años y mucho más, de hace veinte siglos. La mayoría de las religiones en Asia y África fueron politeístas, es el caso de Egipto, la India, Grecia, los países escandinavos, los celtas, los vándalos, entre tanto pueblos que adorando múltiples dioses. Pasaron muchos siglos para concebir las religiones monoteístas como las abrahámicas (judaísmo, islamismo y cristianismo), la inca, el zoroastrismo y sijismo, cuyos feligreses adoraron un solo dios con diferentes nombres como Yahveh, Ala, Dios, Viracocha o Inti, Ahura Mazda y Ik Onkar respectivamente. Indudablemente, cada una de estas religiones tuvieron y tienen su propia cosmogonía, sus templos, sinagogas, sacerdotes o sumos sacerdotes, lamas, gurú, pastores, rabinos, entre tantos predicadores encargados de divulgar la doctrina de la fe.

Pasado el tiempo cada imperio que perdió el poder le entregó al ganador, aparte de sus riquezas, sus esclavos, sus mujeres, sus miserias, también una porción de la cultura, como por ejemplo la religión. Así fue como Egipto le traspasó un pedazo de sus doctrinas a Grecia y los helenos a Roma, transformando esta última religión politeísta y pagana, en una religión monoteísta con influencia judía. Surge así el cristianismo como una religión impuesta mediante el edicto de Tesalónica del emperador Teodosio en el año 381. A partir de esta fecha se inicia el gran padecimiento del mundo, al imponer Roma el cristianismo hacia toda la Europa tanto oriental, como occidental, luego hacia Asia, África y América.

Ciertamente lo anterior es un epitome de lo que fue el progreso de las religiones hasta alcanzar el cristianismo. Esta doctrina tendrá diversas modalidades como los católicos; los ortodoxos con sus dos ramas, los griegos y los eslavos; los protestantes, con numerosas ramificaciones como los anglicanos, los episcospalianos, mormones, baptistas, cuáqueros, evangelistas, testigos de Jehová y otras centenares de organizaciones cristianas.

Indudablemente el mundo occidental está vinculado inextricablemente a la religión cristiana, tanto en Europa como en América, por ser esta la religión de la clase dominante, la cual siempre fue aliada de los reyes y de los emperadores. Así mismo, la jerarquía eclesiástica compartía el poder, en una temible alianza, entre el poder celestial (la iglesia) y el terrenal (emperadores, reyes, dictadores y presidentes "democráticos").

El legado del cristianismo en Europa y América es algo tenebroso, su imposición como religión oficial en los pueblos antiguos se hizo bajo la el imperio de la muerte, la destrucción de los pueblos conquistados, bajo el robo descarado de las riquezas para repartírsela, una parte para el emperador y la otra, para la iglesia. Los ricos de Europa profesaron el cristianismo. Evidentemente, eran blancos, rubios, de ojos azules o verdes. Según ellos, era la raza la elegida por Dios para dominar el mundo y no cabe duda que lo alcanzaron bajo el empleo de la siniestra brutalidad.

Uno de los legados de los ricos, blancos y cristianos fue el racismo en todas sus modalidades. Si lo dudan, además de la piel blanca como símbolo de la realeza, otros elementos se sumaron a tal discriminación, a tal grado que la azúcar, la sal, y la harina, la fabricaron del color blanco para simbolizar su pureza; la pintura de los hospitales y las clínica, la bata de los médicos, el uniforme de la enfermeras, entre otros, son de color blanco como emblema de la higiene; los trajes de primera comunión y la vestidura de la novia son de color blanco como distintivo de la virginidad. En cambio lo ordinario, lo escabroso, la fealdad, el terror, los monstruos, las bestias, la impureza, la peste (la peste negra), la mala intención entre otros, son de color negro. Esto tiene su razón de ser, los empresarios, los dueños de la fábrica de alimentos, de las clínicas, los directores de hospitales, los jerarcas de las iglesias cristianas, eran ricos, blanco y cristianos.

Así mismo los ricos, blancos y cristianos eran los dueños de las embarcaciones y las compañías de navegación, es decir, de los barcos antihigiénicos que navegaban por todos los mares del planeta. A ellos se debe la difusión de las enfermedades, de tipo epidémico como la peste, que afectó a los países europeos, americanos, africanos y asiáticos. Millones de muertos como consecuencia de los virus y bacterias presentes en las ratas de los barcos que desembarcaron en los puertos en todas las partes del planeta.

Fueron los ricos, blancos y cristianos los financistas de los viajes de los europeos hacia América, en su afán de apoderarse de los territorios y de las riquezas ajenas. Surge así la brutal conquista y la colonización de los pueblos "descubiertos" trayendo graves secuelas, como fue la trata de personas (esclavitud), la muerte de millones de seres humanos, la destrucción de sus pueblos y culturas. Fue así como desaparecieron de América del Norte poblaciones enteras de indígenas de EEUU y Canadá, como consecuencia de la brutalidad de los ricos, blancos y cristianos (protestantes). Lo mismo ocurrió en Centro y Sudamérica, pero en este caso de la crueldad de los ricos, blancos y católicos. Más de cien millones se seres humanos murieron como resultado de la avaricia de unos hombres que construyeron imperios sobre la base de la sangre derramada y sobre los huesos de millones de habitantes de los pueblos originarios. Lo mismo ocurrió en Australia, la India y numerosos pueblos de Asía. Hacia todas partes del planeta llegó el brazo ominoso de los ricos, blancos y cristianos, unos católicos y otros protestantes.

Pero la maldad no se detuvo. Aquellos ricos, blancos y cristianos entregaron el lúgubre legado a los malos modernos que han destrozado el mundo. Ahora son los Wasp (white, anglo-saxon, and protestant. En español: blanco, anglosajón y protestante) los dueños de la fábrica de autos, barcos, trenes, aviones y cohetes; los amos y señores de empresas globalizadas agroindustriales, financieras y tecnológicas; de los laboratorios; así mismo de los medios de comunicación y sobre todo, de la cruenta industria de armamentos que tiene presencia en todas partes del planeta. Estos son los responsables de las guerras, de la contaminación ambiental y del espacio sideral, de la destrucción de los bosques, de las miserias de los pueblos consecuencias de la aplicación de sus programas económicos, de las sanciones y embargos económicos contra otras naciones, de epidemias creadas por virus fabricados en laboratorios para vender medicamentos, de los monopolios mercantiles y de los numerosos males que afectan a millones de seres humanos, tanto animales salvajes como a la flora del medio ambiente en peligro de extinción.

Todavía hoy en pleno siglo XXI, Venezuela es víctima de los Wasp, comandado por un blanco (colorado), rico y protestante, como es Donald Trump. El millonario empeñado a sojuzgar a un pueblo que niega a cumplir con los mandatos de la derecha internacional, cuya única mira es apoderarse de la riqueza del país. Para esto se vale de la guerra de la cuarta generación y de sus secuaces apoltronados en diversas partes del hemisferio como EEUU, Panamá, Colombia, Perú, Argentina, Brasil, una parte de la UE y en nuestra propia patria. De nosotros depende que aquella intención, no pase de una quimera, tal como ocurrió con el imperio español que tuvo que abandonar nuestra patria humillado y derrotado.

Bien lo aseveró nuestro insigne Simón, en la carta a Mariano Montilla en 1821: "La unidad en la guerra es la primera ventaja". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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