"En Venezuela enmascararon la privatización con una llamada "apertura petrolera" nefasta para el interés nacional, que hoy en día está muerta y la estamos enterrando".
Hugo Rafael Chávez Frías (Valencia, estado Carabobo 21 de marzo de 2006)
Uno de los pilares fundamentales de la economía venezolana ha sido y seguirá siendo sin lugar a dudas, por mucho tiempo, el petróleo.
Toda nuestra historia contemporánea desde finales del siglo XIX, siglo XX y XXI está marcada por el desarrollo de la industria petrolera; ya harto conocida por los venezolanos y causa de nuestra dependencia, por culpa de las trasnacionales norteamericanas y europeas quienes tanto daño causaron y causan a nuestro pueblo en todos los órdenes; principalmente en lo político, económico, social, ambiental y cultural.
La lucha por nuestra independencia del imperio español con Bolívar arrastró signos de explotación que con el tiempo fueron transferidos a los nuevos imperios, quienes clavaron sus garras en el suelo latinoamericano asignando papeles a cada una de nuestras naciones, (Venas abiertas de América Latina) creando signos de dependencia.
Lastres de políticas superadas hoy se quieren revivir - ahora con signos de fascismo – estas se pasean por los países de América Latina dirigidas por lacayos y la mano peluda del imperio. La Patria Grande ha sentido en carne propia el despertar de nuestros pueblos, con su grito de independencia para no volver a ser más nunca su patio trasero.
Como herencia de todo este proceso surgieron experiencias que también han sentido en carne propia su destrucción; es el caso de la industria petrolera latinoamericana encarnada por empresas emblemáticas como PEMEX en México, Pdvsa en Venezuela y PetroBras en Brasil, por citar solo las más importantes.
Detrás de cada una de estas empresas se esconde toda una historia con personalidad surgida a la sombra de las trasnacionales, empresas que le imprimieron su sello y dejaron su huella; huella que aún persiste con sus estrategias en el manejo del negocio y procesos como la producción, la refinación y la comercialización del oro negro.
En el caso venezolano recordamos la "nacionalización chucuta" (enero de 1976 con CAP) y la nueva nacionalización dentro de la Revolución con el Comandante Hugo Chávez y su proceso de soberanía (El 26 de febrero de 2007 se promulga el "Decreto 5200" que obliga a las "Asociaciones Estratégicas").
Este esquema ha prevalecido hasta nuestros días y se expresa en las "Petros" que no tienen nada que ver con la "Petro" moneda digital (Ejm: PetroZuata, PetroZamora, PetroAnzoátegui, PetroDelta, PetroBoqueron y PetroMonagas, etc.) Es decir, un esquema de "ganar ganar" con porcentajes de participación en la fórmula 60/40 del Estado venezolano y la empresa privada.
Hasta la fecha este esquema ha prevalecido con el liderazgo de una Pdvsa "todopoderosa" la cual llegó a ser calificada por los "expertos petroleros" como una empresa de primer orden a escala mundial, para orgullo de todos los venezolanos.
Su fortaleza se hizo sentir en el Gobierno del Comandante Hugo Chávez cuando superó la embestida de los "quinta columna", quienes operaban la "meritocracia" dirigida desde el Departamento de Estado norteamericano a través de INTESA (Caso vivido durante el paro petrolero dirigido por la "gente del petróleo en el año 2003).
Luego vendrían los años de la Pdvsa "roja rojita" con Rafael Ramírez a la cabeza (hoy defenestrado) quien impactó al Comandante Chávez con su "sapiencia" y un equipo de ejecutivos (hoy tras las rejas) todos casados con la idea de un oculto "plan presidencial" de RR.
Todas estas peripecias y andanzas del infortunio dentro de Pdvsa, la muestran hoy desgastada y con una baja producción (1.600.000 b/d) bajo la dirección de una gerencia traída por los pelos y formada en la escuela de Misión Vivienda (sin negar sus méritos) y surgida a la sombra de la bonanza de la industria petrolera.
El asunto es que en el camino de la globalización que adoptaron empresas como PEMEX y PetroBras, salvando las distancias, vemos hoy a una Pdvsa en minusvalía por haber perdido lo mejor de sus cuadros y despreciar a toda una generación de talentos, formados en la propia industria con recursos del Estado venezolano (los jubilados petroleros).
Lo lamentable de la metamorfosis que vive actualmente Pdvsa es que lo sufre en plena Revolución Bolivariana con el Presidente Nicolás Maduro a la cabeza, al contrario de PEMEX, la industria petrolera mexicana en vías de destrucción por el régimen neoliberal de Peña Nieto; al menos que sea rescatada por el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador y la libere de las manos privadas.
Ahora que tanto se habla en Venezuela de los congresos por parte del Gobierno Bolivariano para la configuración de la plataforma del Plan de la Patria (2019- 2025), sería muy oportuno (apartando los planteamientos del diputado constituyentista David Palavisini) que los trabajadores petroleros hicieramos también un congreso petrolero (incluyendo a los jubilados) para definir el futuro de la industria petrolera venezolana desde las bases.
Si bien es cierto ahora se aplican estrategias como repartir por parcelas los campos petroleros regentados por Pdvsa, bajo el esquema 60/40 y nuevos proyectos como PetroSur, no por ello los trabajadores y jubilados petroleros venezolanos somos partidarios de que a Pdvsa se le desaparezca; por el contrario, estamos dispuestos a salvar a la primera industria del país.
Es un hecho que buscamos una nueva economía productiva no dependiente del petróleo y además no por eso debemos permitir que se destruya la primera industria motor del desarrollo del país. Debemos hacer realidad la siembra del petróleo, siembra que nunca hemos hecho.
De nuevo repetimos y sugerimos a los más altos niveles de Gobierno y del Estado venezolano que debemos salvar a Pdvsa y no desmantelarla, corregir lo que haya que corregirse en la "roja rojita" para fortalecerla y buscar el equilibrio, en una nueva economía que acabe con la guerra económica para ver renacer el Estado Comunal; sueño inconcluso del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
¡Comuna o nada…Venceremos!
¡Amanecerá y veremos!